“Las palabras no son inocentes” dijo el escritor portugués José Saramago a unos estudiantes en un Colegio en la ciudad de Rosario, en Argentina en el 2004. “Las palabras pueden ser fugaces como el viento, pero dejan las huellas de un huracán. Pueden construir o destruir una ilusión en un segundo. Pueden estimular o desmotivar…
“Las palabras no son inocentes” dijo el escritor portugués José Saramago a unos estudiantes en un Colegio en la ciudad de Rosario, en Argentina en el 2004.
“Las palabras pueden ser fugaces como el viento, pero dejan las huellas de un huracán. Pueden construir o destruir una ilusión en un segundo. Pueden estimular o desmotivar a una persona. Pueden llevar alegría o tristezas. Están ahí para enaltecer o hundir” Decía la psicóloga Lucía Argoytia.
“A veces no da lo mismo una palabra que otra, por mucho que el diccionario nos diga que son sinónimos. Las palabras pueden ser objeto de apropiación indebida y en vez de decir lo que significan puede inducir a errores. Con su uso incorrecto los discursos pueden cometer crimen de lesa verdad al manipular las palabras, forzándolas a ir más allá de la idea que ellas connotan. Las palabras no son adornos, son los materiales de nuestro pensamiento”.
Decía el periodista y escritor polaco Rysard Kapuscinski que el comienzo de las guerras no lo marca el primer disparo con un arma de fuego sino el cambio del lenguaje.El lenguaje del odio llega antes que las bombas”
“Las palabras no son ni inocentes ni impunes, por eso hay que tener muchísimo cuidado con ellas”
“Hay que decirlas y pensarlas de forma consciente. No hay que dejar que salgan de la boca sin que antes suban a la mente y se reconozcan como algo que no sólo sirve para comunicar.”
Poco más hay que decir sobre las palabras… o tal vez sí: Las palabras no regresan, una vez dichas se clavan en la mente y en el corazón.
Y en estas épocas virtuales, el “TONITO” se lo pone uno mismo a lo que lee en los chats. Si quiere ver a una persona con odio visceral, con ego, altiva, solo es que le ponga el tono a esa conversación para que alimente su propio malestar. En lo digital está en manos de la persona que lo lee, cómo quiere interpretar. Pero cuando las palabras llegan en voz propia lo que se dice, tristemente es lo que es.
Cuida de tus palabras. La lengua aunque no tiene palos, es tan fuerte que tiene la capacidad de partir un corazón.
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