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Amor incondicional

Estrellita
Estrellita

 

Hace unos días fui a recoger a mi hermana para ir a Homecenter  y como allí es pet-friendly ella decidió llevar a su perrita para no dejarla solita en la casa.  La perrita se subió al carro, muy emocionada me saluda, luego se acomoda en el asiento trasero y se queda viendo el paisaje por la ventana…  Por el espejo retrovisor la observaba y parecía disfrutar el paseo.  Si por el lado del copiloto se acercaba un señor para limpiar el vidrio, se mantenía atenta como cuidando a mi hermana.  En el almacén era pendiente de dónde estaba ella,  si se alejaba un poco no la perdía de vista.    Yo le acariciaba sus orejas y se quedaba mirándome quietica sin hacer ningún movimiento como para que no la dejara de consentir.

Un domingo estábamos almorzando en familia en la casa de mi hermana y mi sobrinita estaba resfriada y se sentía un poco mal.  Se retiró de la mesa y se recostó en el sofá de la sala.  La perrita desde su cama como que notaba que mi sobrinita no estaba como siempre y la miraba desconcertada. De un momento a otro vemos a la perrita subirse al sofá con la manta de su cama en el hocico y la arropa.  Eso me derritió.

Creo que los perritos son seres espirituales que nos acompañan y nos dan grandes lecciones de amor para la vida pero que a veces no somos conscientes de lo que nos están enseñando.

Hace un tiempo leí una historia que contaba un veterinario: Un perrito tenía una enfermedad muy difícil la cual intentaron curar pero, la familia que lo tenía junto con el médico veterinario habían tomado la decisión de practicarle la eutanasia para que dejara de sufrir, pues sus condiciones eran bastante complejas y estaba sufriendo mucho.    Entre los miembros de la familia había un niño de seis años, quien no se le  despegó un segundo al perrito y sostenía su mano hasta que el perrito dejo de respirar.  Toda la familia estaba muy triste y el veterinario también. Sin embargo, él estaba atento de cómo iba a reaccionar el niño frente a la situación. Los padres del niño lo abrazaban, juntos lloraban y el niño entre lágrimas le preguntó al veterinario ¿Por qué los perritos viven menos que las personas?  El veterinario titubeo, como buscando la mejor respuesta y el mismo niño interrumpió inmediatamente y dijo: mmm ya sé porqué es…  y continúo   “La gente viene al mundo para poder aprender a amar a los demás todo el tiempo y ser buenas personas, ¿verdad?, sus padres y el veterinario asentían con la cabeza.  Y continuó: como los perros ya nacen sabiendo hacer todo eso, no tienen que quedarse tanto tiempo como nosotros.”

Si nos fijamos bien los perritos nos enseñan todos los días cómo vivir:

Cuando sus seres queridos llegan a casa, dejan lo que están haciendo, se emocionan y siempre van a saludarlos.

Cuando es la hora del paseo se alegran  y nunca dejan pasar una oportunidad para ir a pasear.

Cuando van en el carro sacan la cabeza por la ventana, disfrutan el aire fresco.

Toman siestas.

Se estiran bien antes de levantarse.

Corren, saltan y juega a diario.

Se mantienen atentos en el momento presente.

Si alguien no les cae bien no disimulan y ladran.

Les gusta que los consintamos.

Evitan morder, porque saben que un simple gruñido puede ser suficiente.

Cuando ven el pasto se recuestan sobre él.

Luego de una caminata toman bastante agua.

Son leales.

Cuidan a sus seres queridos ante todo y sobre todo.

Si lo que quieren está enterrado, escavan hasta que lo encuentran

Demuestran el amor sin palabras.

Cuando tenemos un mal día se sientan a nuestro lado y nos hacen compañía.

Quizás, ser un poco más animal sería mejor que ser un poco más humano.  

En Twitter: @AndreaVillate

En Facebook: /AndreaVillatePeriodista

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