Jason regresa a su casa tras la muerte de su madre para ayudar a su hermana a manejar el negocio de la familia. Vivía amargado por haber tenido que regresar. Un día va a comprar café y un niño le riega uno encima.  Casi lo atropella un carro. Llega a trabajar de mala gana, ni saluda a su hermana. Tiene un encuentro con una mujer que acaba de entrar a trabajar al lugar.  Se ven, conversan, hay química inmediata… Esa noche salen a cenar y pasa un accidente y la mujer muere.   

Al día siguiente despierta y es el mismo día y claro, él comienza a descubrir que todo está pasando exactamente igual: el café, el carro que casi lo atropella, su hermana y la misma mujer. Ese día ya sabiendo lo que va a ocurrir, trata de que el final, con la mujer que conoció, sea diferente… sin embargo no lo logra y vuelve y ocurre el accidente. Y así pasaron muchos días que se repetían una y otra vez, exactamente igual.  

Un día decide cambiar de táctica y no ir a trabajar, ni salir de casa…  pues piensa que si no sale, no conoce a la mujer y ella no moriría, pero en la noche ve las noticias y se entera que había ocurrido un accidente y la víctima fatal era ella. 

Entonces como ya sabe lo que va a ocurrir, comienza a cambiar algunas cosas y se sorprende: Cuando llega a la cafetería y sabe que el niño le va a regar el café, antes de que ocurra le da una galleta y el niño sonríe y la mamá le agradece por el gesto y le cuenta que el niño estaba irritable porque su papá le había incumplido la cita y lo dejó esperando.  Cuando va a cruzar la calle, se detiene esperando carro que casi lo atropella el primer día… y cuando llega al trabajo, le lleva a su hermana un café y le agradece por todo. La hermana lo abraza y él siente que “ya entendió”  o cambió lo que tenía que cambiar, y que ese día será diferente… Pero no, al final la mujer vuelve a morir, como el primer día. Y así 77 veces. 

Al final ya se rinde ante la idea de que no puede cambiar el destino. Como vivía tan amargado con la vida y con lo que le había tocado vivir, decide hablar con Dios.   Y toma la decisión, a partir de ese momento, ser agradecido con lo que hay, pero no para cambiar el resultado, sino un cambio profundo. Decide vivir ese día desde el comienzo con buena actitud, valorando el trabajo que tiene en la empresa familiar, valorando a su hermana y aceptando lo que sea que esté destinado para él. Sea lo que sea que le tocara vivir iba a pasarla bien, disfrutaría los momentos, en otras palabras,  dejaría de pelear contra el destino.

Al día siguiente ya, por fin, es otro día. Él se siente feliz y comienza un día más.  Pasa el tiempo y como buena película, termina encontrándose con aquella mujer… 

La película se llama 77 oportunidades, la vi por casualidad en Prime Video, de esos días que uno busca y busca en las aplicaciones…  Me encantó, más que todo por el mensaje que dejó: Todos pasamos por tormentas, algunas duran más que otras, pero nada es para siempre. La manera en cómo vivimos esas tormentas depende de cada uno de nosotros. Y creo que todo parte de la aceptación. Un paso a la vez.  

El pasado ya está hecho. El futuro nunca es tan maravilloso como esperamos. Pero el presente es lo que junta en un solo momento, lo que será el pasado y lo que será el futuro.

Tal vez todo en la vida sea cuestión de fé y actitud.

Andrea Villate

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