Reflexiones

Publicado el RicardoGarcia

Universidad en tiempos de pandemia

Por: Ricardo García Duarte*

La pandemia del Coronavirus, con sus secuelas de mortalidad y morbilidad, tiene un impacto negativo en la marcha de las universidades, por causa del desajuste radical que provoca en la presencialidad de la oferta académica.

Las líneas misionales -formación, investigación y extensión- están estructuradas a partir de la presencia física. Es un componente de lo que podría denominarse el acto pedagógico, ese nudo entre el docente y los estudiantes, forjado por el discurso, los signos, los gestos y los lugares del conocimiento, elementos del currículo que representan la experiencia conjunta de la enseñanza y el aprendizaje; experiencia llena de vivacidad en la que ese discurso, esos signos y esos lugares tienen el soporte directo de los cuerpos, con su lenguaje múltiple, con la cartografía de sus movimientos, con la certidumbre de su poder o de su rebeldía.

Sin embargo, el confinamiento al que obligan los peligros del contagio patológico, clausura la presencialidad en el aula, en el laboratorio y el campus; produce la evanescencia de los cuerpos con su poder simbólico; sustrae el referente corpóreo frente a la voz que transmite los mensajes; y separa el discurso cognitivo (el que articula pensamientos elaborados) respecto del encuentro personalizado materialmente, el individual y el colectivo.

El proceso del intercambio cognitivo, propio de la universidad, el de los discursos del conocimiento que se entrecruzan, se ve repentinamente desacomodado en el espacio antes compartido, pues la presencialidad física pasa a ser sustituida por una presencialidad meramente virtualizada. Esta, sin embargo, lanza de regreso la voz y la imagen de los individuos, apoyadas ahora en tecnologías de la información, las que, por otra parte, permiten superar las fracturas del espacio y del tiempo, para reemplazar la distancia física y la sucesión del tiempo en una increíble comunicación inmediata y simultánea, con lo cual se rompen las coordenadas tradicionales dentro de las que los agentes sociales se mueven.

Solo que estas tecnologías del espacio virtual y del tiempo real, aún presentan limitaciones evidentes para el desarrollo de la enseñanza superior, una insuficiencia que emerge en cualquier lugar del planeta, aunque con un grado especialmente alto en nuestro medio, algo que obstaculiza el despliegue integral del proceso formativo.

El principal escollo lo levanta la necesidad de las llamadas clases prácticas, sin que se cuente aún con las herramientas de la información lo suficientemente sofisticadas, como para que se simulen efectivamente algunos ejercicios y la operación de descomponer o reintegrar algún material que deba trabajarse, en un laboratorio, por ejemplo.

No hay que desconocer, y nadie lo pretende, que una universidad como la Distrital Francisco José de Caldas, en la que hay poco más de 15 programas académicos en ingenierías y tecnologías, se descubra un porcentaje notoriamente elevado de seminarios o cursos prácticos.

La comunidad universitaria se ve así abocada a resolver el dilema generado por el régimen de la cuarentena: de una parte, se ofrece la tentación de mantener cerrado por un tiempo el flujo normal del calendario académico; de otra parte, aparece la exigencia de abrirlo para que continúe su camino el proceso formativo, aún en medio de los posibles tropiezos.

En algún canto del Purgatorio en la Divina Comedia, en su excursión ascendente, Dante y Virgilio se topan con una puerta entreabierta que conduce a otro estadio de incertidumbres pero también de esperanzas; maestro y alumno expresan con claridad que es preferible que se mantenga abierta. Asimismo, el Alma Mater se encuentra ante la alternativa de cerrar las actividades que le dicta su naturaleza o abrirse a su realización. Como el Dante y su guía, ella prefiere que los procesos se mantengan abiertos para asumir el desafío de un mundo de experiencias, con la oportunidad de extender sus nuevos horizontes.

La universidad, no en un sentido esencial, pero sí accidental e importante, ha experimentado un cambio de situación; ya no es la que era antes de la pandemia. Ahora, es un ente colectivo obligado a poner en el primer plano la salvaguarda de la vida; aunque en medio de este apremio existencial, deba seguir adelante en la misión de la docencia y la formación, sin hablar ya de la investigación y la extensión, también campos fundamentales dentro de su proyecto.

Por tanto, el reto no es solo el de hacer un semestre, como si no existiesen las cortapisas del confinamiento y la epidemia universalizada. Se trata de asumir un desafío, el de la educación en condiciones extraordinarias; y de hacerlo mediante la utilización creativa e intensa de las tecnologías virtuales, puesto el énfasis, por ahora, en los componentes teóricos del currículo; aunque no de manera exclusiva, pues los docentes y estudiantes encuentran ya programas cibernéticos innovadores, con aplicación en la educación, para consagrarse a los ejercicios virtualizados de laboratorio.

@rgarciaduarte

*Rector de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas
@udistrital.  Politólogo del Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences–Po). Abogado.

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