«… la esperanza no es lo mismo que el optimismo. No es la convicción de que algo saldrá bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, con independencia de cómo acabe saliendo»

VÁCLAV HAVEL

 

Nadie está libre de necesitar consuelo en un momento de la vida. Ni los países ni las familias. Ni las personas más anónimas ni los grandes personajes de la historia. 

Consolar significa «encontrar alivio juntos». Es la acción de compartir el sufrimiento de los demás o pretender aliviar el nuestro. Buscar el camino para seguir adelante, recuperar la fe en la vida. Aceptar la derrota y levantarse sin necesidad de recurrir a tratamientos terapéuticos.

Pocos se han librado de un revés severo en la vida. Pasar por la pérdida de un esposo, padre y amigo querido; ver frustrado un plan de vida; perder todo en un negocio; ser perseguidos o discriminados por las ideas; temer por los anuncios del apocalipsis ambiental y el hundimiento de la democracia; vivir en un país que no encuentra el camino del progreso para todos; sufrir una soledad irremediable. El mundo no es justo. 

De sus vidas y de la manera en que encontraron consuelo algunas mujeres y hombres excepcionales trata el magnífico libro «La búsqueda de consuelo» de Michael Ignatieff. Recomiendo su lectura para soliviar esta temporada de algarabía y saturación. (En realidad, recomiendo todos sus libros).

Descarten la sospecha de que es un libro más de autoayuda inútil escrito por otro embaucador. Ignatieff es un ensayista, académico y expolítico canadiense. En sus libros reflexiona, desde una perspectiva profundamente humanista, sobre  asuntos del mundo (el terrorismo, la política, las guerras civiles, la globalización) en relación con las emociones y vivencias cotidianas de las personas. Para ello recorre los más recónditos lugares del mundo para tomar en directo el pulso de las cosas, cuando no es que ha vivido en carne propia experiencias de las que extrae lecciones. En particular resalto la de haber triunfado y fracasado en política —llegó a convertirse en el candidato a Primer Ministro de Canadá a nombre de su partido—. Su libro de memorias de esta experiencia es todo un homenaje a la participación política y la defensa de la democracia, a pesar de las perversidades que presenció. 

Su escritura es limpia, efectiva y cautivante. Evita el tono académico; lo hace con la sencillez que solo puede lograr un hombre sabio. 

Ignatieff está lejos de proponer fórmulas para dar y recibir consuelo. Simplemente a partir de los retratos que traza intenta reconocer la forma cómo algunos superaron malos momentos. Cada quien en su contexto histórico, en sus circunstancias personales y sus convicciones. Experiencias singulares y a la vez universales. La selección de nombres es deslumbrante: Pablo, Marco Aurelio, Dante, El Greco, Montaigne, Marx, Mahler, Ana Ajmátova, Cicely Saunders, entre otros.

Algunos encuentran consuelo en la fe en una vida eterna después de la muerte y en la resignación para aceptar el sufrimiento terrenal. Así lo proclamó Pablo en sus epístolas, con un mensaje de igualdad de todos los hombres, que fue y es consolador para los creyentes. Y que ha sido fuente de inspiración de los movimientos revolucionarios, humanistas y liberales. Otros, como Cicerón y los estoicos, se imponen la represión de sus emociones, rechazan el consuelo de las lágrimas, y solo hallan paz en la aprobación social de su fortaleza varonil. 

Marco Aurelio optó por la escritura como un confesionario; allí expresaba lo que no podía contar a nadie para no perder autoridad. La confesión como consuelo, como un ajuste de cuentas consigo mismo, donde aliviaba la soledad y aplacaba el miedo, para seguir adelante. Su libro «Meditaciones» es uno de los más vendidos en pleno siglo XXI. Montaigne se aleja de los santos, la salvación y el paraíso. Encuentra consuelo en el disfrute de la vida segundo a segundo, la cual tiene sentido si aceptas todo: el placer, el dolor, las dichas y las desdichas del cuerpo humano. No mueres porque estás enfermo sino porque estás vivo, decía. 

David Hume tenía una idea secular de la muerte. Aceptaba que el alma muere con el cuerpo. Y encontró que el consuelo que nos queda es haber elegido una vida y haberla vivido plenamente; la autobiografía como acto de autorrealización. Hacer realidad los sueños es el mayor consuelo posible. Marx renegó de la religión y encontró en la búsqueda de la justicia en el mundo una posibilidad de consuelo. Sembró una utopía que aún hoy muchos continúan buscando, a veces infringiendo dolor a otros. Gustav Mahler legó a la humanidad el consuelo que produce su música. Al escucharla, el afligido puede decir con certeza que aquí hay alguien que entiende lo que siente. Max Weber lucha contra sus demonios interiores y halla consuelo en el encuentro de una vocación. Cada quien debe imponerse un propósito, abrazar una ética de la la responsabilidad (las cosas importan por sus consecuencias) en lugar de huir en el odio o refugiarse en la ilusión. 

Camus acepta el sentido trágico de la vida. No hay que buscar certezas últimas ni grandes significados de la vida. El consuelo más profundo puede ser mudo: sentarse junto a la cama y estrechar la mano de alguien, darle agua y ayudar a reducir sus sufrimientos. Cicely Saunders descubre que brindarle una buena muerte a los enfermos terminales es la mayor fuente de consuelo que pueda entregarse. Develó que los moribundos quieren ser escuchados, hablar de su vida, perdonarse a sí mismos. Que solo podemos recibir consuelo si no perdemos la esperanza de dar sentido a nuestra muerte a los ojos de los que amamos. A ella debemos la creación institucional de los «cuidados paliativos».

La anterior es una síntesis a mano alzada de un libro encantador. Infiero tres hilos conductores en estas búsquedas de consuelo en los recovecos del alma para recuperar la esperanza. Que la vida continúa y vale la pena. Saber que no estamos solos. Y confiar en que todo mejorará. 

 

Para seguir la pista de Michael Ignatieff

En busca de consuelo: vivir con esperanza en tiempos oscuros. Taurus, 2023

Las virtudes cotidianas: el orden moral en un mundo dividido. Taurus, 2018. 

Fuego y cenizas: éxito y fracaso en política. Taurus, 2014.

El mal menor: ética política en una era de terror. Taurus, 2005

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