Reflexiones desordenadas
Yo fui una de esas personas que alguna vez creyó en Gustavo Petro.
Dispuse el eco de mi voz, mi esperanza y mi activismo a favor de su proyecto político porque, en su momento, representaba algo más grande que él mismo: la posibilidad de una transformación real en un país que lleva décadas pidiendo justicia social. Cuando digo “nos traicionó”, me refiero a todas las personas que nos hemos ido apartando y desmarcando porque ya sabemos que el cambio es imposible de la mano suya.
Él representa no solamente prácticas tradicionales de política, sino algo mucho peor: el tráfico de derechos como moneda de cambio partidista, algo que no deberíamos tolerar.
“Masa acrítica”.
El movimiento social que lo llevó al poder, ese que cuestionó y evidenció las fallas del Uribismo con valentía y sacrificio, ha sido reducido a una “masa acrítica”.
Más que haber perdido su capacidad de pensar y actuar de manera autónoma, muchas personas han renunciado a ella o, simplemente, no han recibido la formación necesaria para desarrollar un pensamiento crítico.
No cuentan con las herramientas suficientes para comprender lo que realmente implica la manipulación política.
Petro, como alguien que entiende que la política no es solo teoría, sino también pasiones y emociones, ha sabido capitalizar esta carencia.
Una sociedad acrítica, ya sea por desventaja sociopolítica y cultural o por pereza mental, tiende a delegar las soluciones a un supuesto mesías en lugar de asumir un rol activo como agente transformador, consciente de las realidades.
Este fenómeno perpetúa la dependencia y refuerza la narrativa de líderes que se presentan como salvadores, mientras consolidan su poder a través de la manipulación emocional y simbólica.
Como lo señala Angela Davis, la política no puede separarse de las emociones y las experiencias vividas; estas son herramientas poderosas que, en manos equivocadas, pueden ser utilizadas para perpetuar sistemas de opresión en lugar de desmantelarlos.
Davis enfatiza que la manipulación emocional puede ser una estrategia para mantener el control, especialmente en contextos donde las desigualdades estructurales ya limitan la capacidad de las personas para resistir.
Pensemos en cómo se instrumentalizan las marchas
Los discursos sobre explotación laboral y justicia social se han utilizado para justificar las manifestaciones convocadas por Petro, que presuntamente se financian con nuestros impuestos.
Estas requieren una logística costosa: buses, refrigerios, estadías, publicidad en Vallas, Internet, Televisión, Radio e incluso un medio propio de información pagado con recursos públicos. Esa marcha solamente favorece la marca política de Petro.
No es un secreto la cantidad de dinero que Gustavo Petro ha invertido en su autobombo.
¿Por qué fue deshonesto e inmoral que Iván Duque invirtiera en su auto publicidad con recursos públicos, y ahora está bien que lo haga Petro, gastando aún más?
Tampoco es un secreto que RTVC se ha convertido en el medio de publicidad más potente de la marca personal y política de Gustavo Petro.
Además, el gobierno cuenta con un medio de comunicación propio llamado Revista Vida, que distribuye información oficial en todo el país.
Este medio se ha convertido en una herramienta clave para promover las acciones del gobierno y consolidar su narrativa.
Nadie, absolutamente nadie en Colombia, puede controlar una narrativa negativa en contra de Petro lo suficientemente poderosa como para contrarrestar su influencia mediática.
Los medios “dominantes” hoy en día palidecen frente al poder mediático del actual presidente de la República.
Cuando Cecilia López preguntó: “¿Cuál es el pueblo válido ante el presidente?”, me llevó a reflexionar profundamente.
Pensé : Ni siquiera estamos hablando de que el pueblo válido sean los desaventajados, porque no son todos los desaventajados.
Petro no valida a todos aquellos que enfrentan desventajas sociales, económicas o políticas.
Solo valida a quienes le son útiles, a quienes se alinean con su narrativa y sus intereses.
Esto deja fuera a una gran parte de la población que, aunque desaventajada, no encaja en su estrategia política.
Es una visión utilitarista que reduce al pueblo a una herramienta más de su proyecto de poder.
Esta reflexión emergió de un ejercicio Edu – comunicativo que Cecilia López promovió en su plataforma X, donde le preguntó a un interlocutor sobre el concepto del pueblo válido.
Fue analizando estas interacciones que comprendí la profundidad de este problema, y cómo se refleja en la política de exclusión de voces que no le son funcionales al gobierno.
El Feminismo Artesanal, la Acrácia y la Minarquía: Una Resistencia Ética
Desde mi perspectiva, desde lo que hace mas de una década “invente” y conceptualicé como un Feminismo Artesanal, desde la Acrácia y la Minarquía encontramos principios fundamentales para reconstruir la resistencia.
El Feminismo Artesanal se basa en una lucha ética y autónoma, que rechaza la cooptación del poder y defiende los derechos desde la defensa de los derechos colectivos e individuales.
La Acrácia propone una sociedad organizada sin estructuras jerárquicas, donde la cooperación y la autonomía de las comunidades sean el eje central. Por su parte, la Minarquía aboga por un Estado mínimo que garantice derechos esenciales como Justicia, Seguridad y Libertades Individuales, dejando al pueblo el control sobre la mayor parte de sus decisiones y recursos.
Emma Goldman, en sus escritos sobre la libertad individual y la resistencia al autoritarismo, enfatizó que la verdadera emancipación no puede lograrse a través de líderes que buscan consolidar su poder a expensas de la autonomía de las personas. Su visión resuena en este contexto, donde la cooptación de movimientos sociales por parte de líderes políticos erosiona la capacidad de las comunidades para actuar de manera independiente.
Por otro lado, Hannah Arendt, en La Condición Humana, argumenta que la acción política auténtica surge de la reflexión colectiva y la capacidad de las personas para actuar juntas en el espacio público.
La instrumentalización de las marchas y la manipulación emocional contradicen esta idea, ya que reducen a las personas a simples instrumentos de propaganda, en lugar de agentes activos de cambio.
Finalmente, Silvia Rivera Cusicanqui, destaca cómo las estructuras de poder perpetúan la exclusión de las voces subalternas. Ella visibiliza cómo los políticos y las élites se apropian de las causas sociales, despojándolas de su esencia transformadora para convertirlas en herramientas de legitimación del poder. En línea con Cusicanqui, Gayatri Spivak, en su ensayo ¿Puede hablar el subalterno?, resalta cómo las estructuras de poder silencian a las voces marginales, negándoles la posibilidad de representarse a sí mismas. Estas ideas refuerzan la necesidad de cuestionar las narrativas oficiales y de construir espacios donde las voces subalternas puedan emerger con autonomía.
¿Lograremos salir de la era Petro y Uribe y encontrar un nuevo camino para este país?
Petro, quien alguna vez cuestionó y evidenció las fallas del Uribismo, ayudó a que Álvaro Uribe Vélez enfrentara procesos judiciales. Eso fue un logro importante, un mensaje claro de que nadie está por encima de la justicia.
Ahora, anhelo que, en su momento, Petro también sea cuestionado e investigado rigurosamente por la manera en que ha gobernado. La justicia debería ser imparcial y alcanzar a todos los líderes que han traicionado la confianza del pueblo.
Por otra parte, Luis Carlos Reyes, director de la DIAN, parece haber sido otra víctima más de la ilusión Petro.
Como muchos, creyó que su trabajo con los de siempre trataba de crear puentes en medio de los muros, y no de empoderarlos más.
Petro se ha convertido en un subpresidente o marioneta presidente, como se quiera entender, donde no es él quien gobierna del todo porque le debe favores a los políticos poderosos de siempre.
En el partidismo nada es gratuito, y aunque se sabe que estas son las reglas del juego, lo que perturba es cuando el juego es sucio.
Tanto que critican que los hijos de los políticos hagan política o que políticos y funcionarios favorezcan a quienes acompañaron sus campañas laboralmente.
A mí eso no me incomoda; me parece lógico.
Lo que me parece corrupto es trabajar con gente inepta, deficiente y, peor aún, hacer compromisos con corruptos.
Colofón
Muchos discursos sobre explotación laboral y justicia social se quedan cortos si no se abordan las realidades de quienes ni siquiera pueden decir “me explotan” porque están fuera del mercado laboral.
De qué manera van a aumentar las oportunidades concretas de trabajo remunerado incluso para quienes nunca han tenido la oportunidad.
La esperanza de cambio que alguna vez representó Gustavo Petro se ha desmoronado, revelando contradicciones insostenibles.
Este es el momento de liberar los derechos del secuestro partidista y oportunista del petrismo, de reclamar un liderazgo que construya un Estado eficiente y transparente, que trabaje por una ejecución efectiva e idónea de acciones concretas absolutamente claras.
Cómo y por qué, para qué se hacen las cosas, de dónde saldrán los recursos. Necesitamos un o una presidente capaz de trascender a los retos actuales.
El país está ardiendo, aunque nos vendan la paz total envasada y líquida.
La realidad es que no hay respuestas contundentes; no tenemos garantías de un futuro que no solamente pinte bien, sino que sea perdurable en el tiempo.
Gracias por llegar hasta aquí y por tomarte el tiempo de leer estas reflexiones. Como es habitual les dejo un abrazo virtual con la esperanza de que estas reflexiones no lleven a algo más.
Crecer a su lado es mi mayor revolución estaré atenta a sus voces de retroalimentación.