Mujeres a través de la historia

Como escribidora valoro que lean todo el cuento es un ensayo de opinión acompañado con una entrevista . Reflexiones desordenadas 3.535 palabras, 19 minutos de tiempo de lectura.

Defensora de los derechos morales intelectuales

Permítanme, con una licencia un tanto peculiar, iniciar estas reflexiones refiriéndome a quien escribe en una tercera persona momentánea, una pequeña descortesía que pronto se disolverá en la inmediatez del “yo”.

Sepan, pues, que Mar Candela, la autora de estas líneas, se aventura a presentarles un panorama de perfiles profesionales antes de sumergirse en sus propias opiniones y reflexiones, que, advertimos de antemano, podrían danzar con cierta libertad en su orden.

Dicho esto, y una vez hecha esta singular presentación, prosigamos con la seriedad que el tema amerita.

Para comprender la profundidad de estas reflexiones y la importancia de dirigir nuestra atención a estas figuras desde nuestras propias perspectivas, es fundamental reconocer la trayectoria profesional y la envergadura del trabajo de estas mujeres.

Producto de un barrido básico en internet y herramientas de inteligencia artificial de uso común, presento la siguiente información sobre sus perfiles. En caso de que alguna considere que me he equivocado con la información proporcionada sobre su recorrido profesional, ofrezco mis sinceras disculpas y me dispongo a rectificar cualquier error con la información más detallada y verificada a la que me permitan acceder, más allá de estas fuentes introductorias.

Diana Uribe Forero: Filósofa e historiadora, con una reconocida trayectoria como divulgadora de la historia a través de diversos medios. Es especialmente conocida por sus podcasts y programas de radio donde narra la historia de una manera accesible y envolvente, construyendo una audiencia fiel a lo largo de más de 25 años. Su habilidad para conectar eventos históricos con el presente la ha convertido en una voz influyente en la opinión pública colombiana y latinoamericana.

Vanessa Gómez Pereira: Socióloga con una sólida formación académica que incluye una Maestría en Estudios de Género y un Doctorado en Ciencia Política de la Universidad Nacional de Colombia. Además, realizó estudios de Doctorado en Estudios Latinoamericanos en la Freie Universität Berlin, Alemania, entre 2014 y 2019. Su labor se ha extendido a la docencia universitaria, la investigación y la publicación de obras significativas como “Un Feminismo Artesanal: vida y obra de Magdalena León Gómez”. Su trabajo se centra en temas de feminismo, género y la academia, aportando análisis críticos y perspectivas desde la sociología.

La pluma en disputa Diana  Uribe y  el bonche

María Emilia Gouffray, alias “La Nerda”: Escritora, Historiadora y Politóloga. Fundadora y Directora de la Fundación Nerds de la Historia. Coautora del Libro “Mujeres a través de la Historia” (2025) con Diana Uribe e Investigadora del libro “Revoluciones” (2020) de Diana Uribe.

Este mismo año María Emilia publicará su libro de Historia de América Latina con la Editorial Planeta. Cocreadora del podcast “Por qué somos así” con la periodista María Paulina Baena (La Puya), uno de los TOP 100 podcasts de Colombia. Maestra en Políticas Públicas de la Universidad de Oxford, donde estudió como Becaria Chevening (2023). Alcanzó los primeros puestos del ranking en su doble titulación en Ciencia Política e Historia en la Universidad de los Andes. Paralelamente, se ha destacado por su activismo y su carrera en política feminista. Ha trabajado en la implementación de políticas que promueven la garantía de los derechos de las mujeres y la reducción de las brechas de género en Colombia (MinComercio, SDMujer, Procuraduría Delegada para el Seguimiento del Acuerdo de Paz). Ha velado por los derechos de las mujeres víctimas del conflicto armado, excombatientes, lideresas y defensoras de derechos humanos.

Y en este entramado de voces, se alza la de Mar Candela, una comunicadora y periodista en formación, cuya vocación por narrar y analizar la realidad se forjó mucho antes de su inmersión formal en la academia a los 40 años. Su trayectoria, aunque profesionalmente más reciente en el ámbito académico tradicional en comparación con las otras destacadas profesionales, no disminuye su mirada y compromiso con la justicia intelectual y la visibilización de las experiencias desde las bases. Con una experiencia de más de una década en periodismo ciudadano y de opinión, Mar Candela ha tejido historias y provocado reflexiones desde las entrañas de la sociedad. Su camino, ahora enriquecido por la rigurosidad de sus estudios como maestrante en Interculturalidad y Educación con énfasis en inclusión, además de su formación en comunicación y periodismo, le permite aportar una perspectiva única variopinta. Como escribidora, término que elige desde su lugar de disléxica , habitado la disgrafia entre otras realidades , en sus procesos de metacognición, Mar Candela se sitúa, con humildad sin embargo con firmeza, como la voz empírica en este diálogo. Mar Candela es activista por los derechos hace 25 años.

Vanessa Gómez Pereira y Diana Uribe, mujeres cumbre en la academia y el feminismo

¿Qué las une? El libro “Mujeres a través de la historia” y “Un Feminismo Artesanal: vida y obra de Magdalena León Gómez”, ¿Qué coordenadas temáticas las alinean hoy en mis reflexiones y opiniones? María Emilia Gouffray y yo, Mar Candela, ¿Qué espejos reflejan entre sí? Es la búsqueda de puntos en común la ausencia de puntos en común más bien.

Sin embargo, al observar con detenimiento, emerge un nexo innegable: el tejido del reproche.

Vanessa Gómez Pereira, socióloga con Maestría en Estudios de Género y Doctorado en Ciencia Política (Universidad Nacional de Colombia), y Diana Uribe Forero, filósofa, historiadora con estudios de posgrado en Historia Antigua (Universidad de Antioquia) y reconocida divulgadora de la historia, comparten la cima intelectual y el prestigio de una marca forjada con esfuerzo, valiosas en sus profesiones para el entramado intelectual, cultural e intercultural.

Mar Candela, comunicadora y periodista en formación, activista por los derechos hace 25 años, lleva a cabo este análisis de reflexiones desordenadas sobre cuya huella digital y conceptualización del “Feminismo Artesanal” se sitúa más allá de la ley formal de derechos de autor.

Aunque en teoría el punto que las une es que las tres son académicas, en realidad son puntos de desencuentro.

La pluma en disputa las conecta:

Diana Uribe, señalada de utilitarismo intelectual con su colega María Emilia Gouffray, escritora, historiadora, politóloga y Maestra en Políticas Públicas de la Universidad de Oxford, con una destacada trayectoria académica y profesional; y yo, modesta maestrante, teórica Feminismo Artesanal endógena, empírica desde las vísceras de la realidad, comunicadora y periodista en formación, Educomunicadora y periodista certificada, cursando una maestría en Interculturalidad y Educación con énfasis en inclusión.

La más humilde y seguramente la menos modesta de todas opina.

Fui pionera en teorizar Feminismo Artesanal, cuya huella digital comencé a tejer con absoluta dignidad desde el 2011 en diversas redes, intención que se certifica con un registro de derechos de autor en 2014 para impulsar mi biografía y obra inédita bajo ese nombre.

Este es el relato del género en disputa en el contexto del extractivismo intelectual, la levedad intelectual, los derechos morales, el choque entre la erudita y la empírica, la poderosa y la desconocida.

  • ¿Qué nos iguala?

Aparentemente, la distancia entre nosotras es abismal.

Ellas tres, figuras consagradas de la élite académica; yo, en cambio, navego entre el empirismo visceral y los senderos, aún en construcción, de la academia como maestrante.

Sin embargo, la impotencia, la rabia punzante y el dolor sordo ante la usurpación atraviesan esta aparente disparidad.

Mi activismo ferviente no bastó para proteger la gestación de Feminismo Artesanal; la ausencia de capital para un registro formal dejó mi creación vulnerable.

Solo la dignidad inalienable de la palabra persiste como mi escudo.

En este despojo, resuena la historia de las feministas de los ochenta, como Magdalena León narra que fue testigo directo , de quienes alzaron su voz ante la apropiación intelectual sufrida por mujeres sin el respaldo de la academia.

Hoy, me veo dolorosamente reflejada en ese precedente.

Mi huella digital, tejida durante más de una década de construcción conceptual, fue tomada y plasmada en una obra que me es ajena, sin que mediara protección legal.

La impunidad de este acto se suma a la negación de responsabilidad por parte de Vanessa, quien lo atribuye a una mera casualidad, una explicación que debo aceptar ante la ausencia de un delito formal.

No obstante, señalo vehementemente esta indelicadeza intelectual.

Resulta inconcebible que en su rigurosa maestría de Feminismos Interseccionales de la Universidad Nacional, nadie advirtiera la coincidencia del juego de palabras “Feminismo Artesanal” al explorarlo en un simple motor de búsqueda.

Para esa comunidad académica, mi existencia parece invisible, a pesar de haber compartido incluso entrevistas con estudiantes y la emisora de su institución. Ante esta derrota anunciada, renuncio a la vía legal.

Solo la exigencia de una ética intelectual perdura como mi firme motivación.

Al buscar a María Emilia, inicialmente percibida desde la distancia de los privilegios académicos, descubrí un trasfondo de dolorosa secundarización y abuso intelectual.

La justicia, en su curso, dictaminará.

Su testimonio elocuente ilumina mi propia indignación.

Si esta vulneración ocurre a mujeres con herramientas y reconocimiento, ¿Qué destino enfrentan aquellas que se desenvuelven en los márgenes?

Busco una ética del cuidado intelectual como un imperativo, un resarcimiento público que trascienda las acciones legales, camino que María Emilia ha emprendido en los tribunales, y cuya voz resuena hoy con sus propias conclusiones.

Mi trinchera, mi labor indeclinable, reside en la Educomunicación tejida desde la interculturalidad y la esencia misma de Feminismo Artesanal.

Parte 2 : La Pluma en Disputa y la periodista para el desarrollo humano

¿Cuándo y cómo nació este proyecto?

M.E. Este proyecto nació en 2021, cuando Diana Uribe y su entonces editor de Penguin, Sebastián Sabogal, me citaron para proponerme que fuera la escritora del libro de mujeres, porque la autora de los libros anteriores, Alejandra Espinosa, no podía serlo en esta ocasión. Yo inmediatamente renuncié a mi cargo en la Secretaría de la Mujer, que era de tiempo completo, y empecé a profundizar en investigación. Esta era mi gran pasión y un tema personal de investigación desde años atrás. En 2022, junto con el equipo de trabajo de Diana, nos sentamos y acordamos la estructura de la obra. Durante dos años, escribí los capítulos, uno a uno, y cada entrega fue revisada y aprobada directamente por Uribe.

¿Tú hiciste una investigación o una obra?

M.E. Yo escribí una obra.

No se trató de una investigación para que alguien más escribiera: fue un proceso creativo, autoral y narrativo que desarrollé desde cero.

Todos los textos que entregué hacen parte de una obra de mi autoría.

¿Cuánto tiempo llevabas trabajando tú el tema de las mujeres en la historia?

M.E. Este ha sido un tema que investigo al menos desde 2015, cuando estaba apenas empezando la carrera universitaria.

A lo largo de los años he recopilado fuentes, leído biografías, armado cronologías y trabajado con archivos.

Incluso mucho antes de empezar a escribir el libro, ya había lanzado varios cursos de historia de las mujeres y de historia con perspectiva de género en el marco de mi fundación Nerds de la Historia.

Toda esa investigación, ese archivo acumulado, también fue aportado a este libro. Lo que hice fue poner en palabras toda esa experiencia y darle una forma comprensible y pedagógica, con una voz narrativa clara, que buscaba ajustarse también al estilo de Uribe.

Diana Uribe ha argumentado que fue un trabajo en equipo. ¿Cuál es tu respuesta a esa afirmación?

M.E. Sí, claro que fue un trabajo en equipo, en la medida en que Diana y el equipo de trabajo aportaron puntos de vista clave, revisaron mis textos, hicieron observaciones, problematizaron varios aspectos.

Además, como lo he dicho de manera reiterativa, los aportes de la investigadora Sybil Lorena fueron fundamentales.

Fue gracias a ella que llegué a conocer historiadoras fantásticas como Leila Ahmed, cuya obra fue fundamental para comprender la historia de las mujeres en el islam.

Ella hizo los cuadros de investigación que te mostré, y también me compartía citas y fuentes clave por WhatsApp.

Creo que fue un proceso muy bello, porque ambas somos historiadoras y feministas, y compartíamos con emoción muchas cosas.

Aquí también hubo una afectación, porque yo, como escritora de la obra, tenía que tomar decisiones: qué incluir en cada capítulo, cómo acomodar la información, etc., y la falta de claridad y de liderazgo en este proceso también terminó afectando mi relación con Sybil.

Además, cuando me salió la beca en Oxford y salí a estudiar allá, empecé a solicitar mayor apoyo en investigación para el último capítulo, y esto generó malestar.

¿Ellos también escribieron la obra contigo?

M.E. No. He ahí la diferencia:

si bien sus aportes fueron fundamentales, no fueron ellos quienes se sometieron a una agenda estricta para escribir la obra.

Ellos no se sentaron de lunes a viernes a escribir hasta la madrugada, ni sacrificaron fines de semana, cumpleaños y reuniones familiares para redactar la obra. Investigar no es lo mismo que escribir.

Yo he sido investigadora para otras obras, por ejemplo, para el libro ‘Revoluciones’, de Alejandra Espinosa, también publicado bajo el nombre de Diana Uribe.

Yo no me atrevería a decir que yo fui autora de ese libro porque entiendo perfectamente que el rol de autora fue de Alejandra: ella fue quien se sentó a escribir, quien tomó decisiones narrativas, quien dio forma al lenguaje, quien construyó una voz, quien usó toda su creatividad y su experiencia para construir un relato.

Una obra es una hija… Es una cosa muy diferente a una investigación.

M.E. Bueno pues como te comentaba, el pago fue apenas simbólico. Entonces yo tuve que seguirme desempeñando como funcionaria y trabajando en otros boleos para sostenerme. Por eso escribía de noche y en los días de descanso.

Este es el primer libro de Diana Uribe en el que los investigadores son reconocidos, sus perfiles incluidos en el libro y hasta sus fotos… ¿Cuál es la razón? ¿Tuvo algo que ver con tu proceso?

M.E. Sí, creemos que tuvo que ver directamente con todas las solicitudes que interpusimos con mi equipo legal ante la editorial.

Fuimos insistentes en el asunto del reconocimiento, y finalmente, ellos nos enviaron un mensaje en el que accedían, y mencionaban que incluirían tanto mi perfil como el de las otras personas del equipo.

Esto nos alegro mucho, pues es la primera vez que sucede algo así en un libro bajo el nombre de Diana Uribe.

Por ponerte un ejemplo, en Revoluciones, los investigadores aparecemos en letra minúscula… Y así en todos los otros casos.

Eso sí, nos entristece que no haya habido reconocimiento de otras personas que participaron en el proyecto, como la compositora musical y la editora de los audios.

No sé por qué no los incluyeron.

M.C. ¿Cuándo empezó la pluma en disputa?

M.E. En noviembre de 2023, cuando yo estaba terminando el último capítulo de acuerdo al esqueleto original de la obra.

Diana me informó que su hija, Alejandra Espinosa, se sumaría al proyecto.

En una reunión con todo el equipo, Espinosa manifestó que la obra le parecía atroz, aún cuando la nueva editora, Carolina López, ya la había aprobado y había diseñado un plan de trabajo para terminar de editar y publicar.

Total, una vez Espinosa sentó su posición y propuso la reestructuración de la obra bajo un formato de cuatro capítulos que rompía con toda la contextualización y la narrativa que yo había hilado, todo el equipo manifestó estar de acuerdo.

Tengo entendido que Diana afirmó que apagaste la cámara.

No tengo muy en claro, dónde hizo esa afirmación si eso es así.

¿Por qué lo hiciste?

M.E. Yo sentí que se reían en mi cara de todo mi trabajo y de todo mi sacrificio, que ellos conocían de primera mano.

¿Qué pasó después?

M.E. Pocos días después, la editorial me comunicó sin más que la obra sería restructurada, que esa era la orden de Diana Uribe.

¿Tú qué sentiste?

M.E. Yo me sentí aplastada, usada, abusada, desechada.

De niña fui objeto de diferentes formas de abuso y sentí que esto era un abuso más… Tenía pesadillas con las voces de las mujeres que había incluido en la obra. Ya no podía dormir en las noches.

Bueno, tú que has vivido cosas similares, sabes que cuando se apropian o destruyen un trabajo que has hecho con amor y años de dedicación, las consecuencias emocionales y mentales son graves.

¿Intentaste hacer algo para frenar la reestructuración de la obra? ¿Intentaste contactar a Diana?

M.E. Intenté comunicarme con Diana varias veces.

La llamé, le escribí, contacté incluso a su secretaria.

No obtuve respuesta.

Solo me respondió después de que envié una carta formal de protesta a la editorial, en la que proponía que al menos llegáramos a un punto medio entre la estructura original de la obra y la estructura planteada por Alejandra (propuesta que no fue acogida).

En esa llamada, Uribe me dijo que “las chicas” lanzaríamos juntas el libro.

Unos meses más tarde, cuando ya me disponía a viajar a Bogotá para la Feria del Libro, me avisaron que no me permitirían estar en el lanzamiento (que originalmente estaba pensado para la FILBO 2024).

Diana ha argumentado que las cosas se podían haber solucionado conversando, con un café … ¿Tú buscaste contactarla?

M.E. Sí, cuando la editorial me comunicó que yo no podía participar en el lanzamiento del libro, llamé a Diana.

Nunca contestó.

Le envié mensajes de WhatsApp.

Sus respuestas fueron cortantes y en últimas, cuando le manifesté mi dolor y que consideraba que esto era injusto, me ignoró.

Además, yo inicialmente copiaba a Diana en los correos con la editorial, para que todo fuera transparente.

La editorial me pidió que dejara de incluirla.

Esa exclusión lo dice todo.

Yo era absolutamente insignificante.

Había sido usada y desechada.

Penguin Random House ha mencionado que tú firmaste un contrato de obra por encargo ¿es cierto?

M.E. Sí, firmé un contrato de obra por encargo con Penguin Random House, lo que implica, entre otras cosas, que no gano regalías.

¿Y por qué entonces tu nombre aparece en portada y copyright?

M.E. Porque llegamos a ese acuerdo, el cual también quedó estipulado en el contrato.

¿Eso es legal en Colombia?

M.E. Jum no sé… No sé si ilegal, sino inadecuado.

Funciona muy bien para las editoriales porque así evitan pagar regalías, lo que sí tendrían que hacer con un contrato de coautoría normal.

¿Cuánto te pagaron?

M.E. No puedo mencionar el monto porque el contrato tiene una cláusula de confidencialidad que me lo prohíbe.

Invito a los medios y al público a que le pregunten directamente a la editorial, que ha dicho públicamente que “cumplió con el pago”.

¿Cuánto pagaron por años de investigación, escritura, sacrificio personal? Con ello quedará demostrado que mi único incentivo para participar en este proyecto, era mi autoría… Claro está, no esperaba que hasta eso fuera vulnerado.

¿Qué son exactamente los derechos morales de autor y por qué son relevantes en este caso?

M.E. Los derechos morales son la esencia de la protección a la autoría. En Colombia, están protegidos por la Ley 23 de 1982, que dice que el autor tiene derecho a:

  • Ser reconocido como autor.
  • Oponerse a toda deformación o modificación de su obra.
  • Exigir el respeto a la integridad de su creación.

Estos derechos son irrenunciables, intransferibles y perpetuos.

Eso significa que ni siquiera un contrato puede anularlos.

Para que se entienda por qué son importantes, pensemos en este ejemplo: imaginen que un autor escribe una obra por encargo para niños y luego, sin su permiso, la editorial la convierte en pornografía infantil.

Eso sería una violación clarísima de derechos morales, porque atenta contra la integridad de la obra y la reputación del autor.

No estoy diciendo que eso haya pasado aquí, el principio es el mismo: nadie puede modificar tu obra sin tu autorización y mucho menos hacerlo en tu nombre.

Diana Uribe dice que tú lo estás buscando es fama… ¿Cuál es tu respuesta a esa afirmación?

M.E. Ja! Por favor… Si por fama se refiere a odio, hostigamiento y matoneo, entonces sí. Lo único que esto ha despertado es odio pues ¡me digné a denunciar a la mujer más amada y venerada del país! ¡Al ídolo de muchas generaciones! Total, sería una estrategia bastante contraproducente ¿no crees? Además, si yo estuviera buscando fama en vez de proteger mi integridad como historiadora y reclamar justicia y resarcimiento, ¿por qué me habría desgastado un año entero en conversaciones con la editorial y con mi equipo legal para tratar de solucionar esto antes de que el libro fuera publicado?

¿Cuál es tu propósito al hacer esta denuncia?

M.E. Busco que se diga la verdad. Que se reconozca la autoría real. Que se respete la integridad del trabajo de quienes escribimos. Porque esto no me pasó solo a mí: esto es algo que le pasa todos los días a muchas personas, especialmente a mujeres jóvenes, cuando entran a espacios dominados por figuras con poder simbólico. Yo no iba a ser una cómplice más. Va en contra de mi naturaleza, de mis principios más profundos. Si este caso sirve para abrir una conversación nacional sobre derechos de autor, me doy por satisfecha.

¿Qué recomendación das a otros autores que pueden estar enfrentando algo similar?

M.E. Que no se queden callados.

Que documenten todo, que busquen asesoría legal, que se rodeen de comunidad.

El silencio solo perpetúa el abuso.

El trabajo intelectual vale, y debe ser protegido.

La historia, además, no puede contarse a costa de borrar a quienes la escriben.

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