La Marcha por Miguel Uribe y la Memoria de Diana Turbay:
Es imperativo que la batalla política se libre en el campo de las ideas, y no se convierta en una batalla a muerte, como el mismo Petro convocaba en televisión nacional y en medios, quién sabe con qué ideas pacifistas en mente, al hablar de “guerra a muerte”. El ejercicio partidista no puede ser una…
El pasado domingo, Día del Padre, las calles de Colombia se llenaron de una inusual energía colectiva, marcada por la convocatoria de la Marcha del Silencio. Esta manifestación, más allá de la coyuntura, evocó un doloroso patrón histórico en nuestra Nación.
Por ello, mi presencia en esa marcha fue un firme testimonio a favor de los derechos políticos y la libertad de expresión. Nadie debería perder la vida por ejercer sus derechos, por expresar su opinión, por hacer resistencia.
Mi opinión pone el foco en ello: a pesar de su nombre, esta marcha no fue completamente silenciosa. Y aunque hubo personas reclamando que no hubo quietud absoluta, que esto no fue una réplica idéntica de la histórica marcha de Gaitán, la verdad es que hoy en día no es fácil guardar silencio por muchos factores.
Sin embargo, en mis más de 25 años conscientes de activismos y resistencias, asistiendo a manifestaciones, debo reconocer que jamás he presenciado una marcha 100% silenciosa en la práctica, a pesar de las intenciones de sus organizadores. La única verdadera experiencia de silencio coordinado y absoluto a la que he asistido fue una convocada por Héctor Buitrago de Aterciopelados, a través del movimiento Canto al agua.
El silencio en la marcha por Miguel fue, sin duda, simbólico. No hubo silencio absoluto, aunque sí una clara intención de lograrlo. Fue muy difícil de mantener porque la marcha necesitaba de sus manifiestos. Al ser interpartidista y multipartidista, había demasiados desafíos que no permitían el silencio absoluto.
En términos generales, la manifestación fue mayoritariamente pacífica, mayoritariamente cívica y, sí, mayoritariamente silente. Hay que decirlo. Excepto por unos casos aislados de bullicio y violencia que no debieron suceder, no podemos darle protagonismo a esos incidentes.
En algunos momentos, yo misma levanté levemente mi voz hablando de: “tenemos derecho a vivir sin miedo”, “tenemos derecho a ejercer los derechos políticos sin perder la vida por ello”. Lo dije porque el silencio no era viable en esos instantes, y quien critique eso es posible que no esté entendiendo la coyuntura en la que estamos.
También debo reconocer que me equivoqué llevada por pasiones. Aunque no hice nada extremo ni fui vehemente, si de alguna manera incumplí el silencio y fui contestataria (entre dientes), aún así no estuvo bien.
Honrando la vida de Miguel Uribe Turbay, la Marcha trajo a la memoria a su madre, Diana Turbay, una destacada periodista y figura pública cuyo compromiso con la Democracia le costó la vida a manos de la violencia. La situación de Miguel es un eco perturbador de esa misma violencia; resulta horrible que hoy su hijo esté padeciendo exactamente la misma violencia.
Nadie, absolutamente nadie, debería sufrir la violencia por su trabajo o sus convicciones. Es imperativo que la batalla política se libre en el campo de las ideas, y no se convierta en una batalla a muerte, como el mismo Petro convocaba en televisión nacional y en medios, quién sabe con qué ideas pacifistas en mente, al hablar de “guerra a muerte”. El ejercicio partidista no puede ser una guerra a muerte, sino una manera de convivir en la diferencia; nuestro país tiene que ser pluralista. Que el odio se dirija a las acciones injustas, no a las personas.
Los debates, las discusiones y las herramientas políticas legítimas son las únicas armas aceptables; los atentados, nunca.
Para ilustrar y argumentar mis decisiones políticas, recurro a los elementos del ejercicio de la autobiografía. Como bien lo expresó Paulo Freire, “autobiografiarse es un acto político”; esta columna es, pues, un reflejo de esa convicción, tejiendo mi vida misma con las posturas que defiendo.
Esta columna busca reflexionar sobre esa persistente herida histórica y el clamor que hoy se alza en la Nación.
El hombre de la camisa blanca, Carolina Soto, la Colombia que tiene futuro y Manuela
ya sabemos que ella es el amor de su vida
Decidí marchar de la mano de la fundación Colombia Tiene Futuro. En este andar, fui acompañada por Manuela Villamizar de la Torre, una joven estudiante de gastronomía de 22 años.
Su presencia fue profundamente significativa, pues ella es parte de la subcolectiva Feminismo Artesanal Neurodivergencia Sin Resistencias. Su juventud y su campo de estudio contrastan con la complejidad de la arena política, haciendo su compromiso aún más elocuente y esperanzador.
Manuela caminaba junto a mí portando un modesto cartel de cartulina. Con sencillez, declaraba algo elemental y potente: “Nadie debe morir por ejercer sus derechos políticos”.
Este mensaje resuena con la esencia de nuestro colectivo –la neurodivergencia que no encuentra resistencia en el reconocimiento de su valor y sus derechos–. Se convirtió en un manifiesto silencioso en medio de la marcha.
Fue un privilegio observar y narrar, desde mi rol como Educomunicadora y Periodista para el Desarrollo Humano, cómo estas voces diversas se unieron en un clamor por la Democracia y la vida.
Caminé junto a un hombre en camisa blanca, sin logos ni publicidad. No lo acompañaba una docena de gigantes velando por su seguridad.
Saludaba con amabilidad, ignoraba improperios; firme, sin hacer campaña ni espectáculo, defendió la Democracia, el pluralismo y la vida. Se unió a un País que clama por una transformación auténtica.
Mi presencia fue en nombre propio y, por supuesto, de quienes coincidían conmigo a pesar de no poder marchar a mi lado. Tuve clarísimo por qué él decidió marchar: vio en ese ejercicio una acción ciudadana a favor de la vida y la libertad política, en contra de la violencia partidista.
La Esperanza Encarnada en un Liderazgo
El futuro es hoy
Mi presencia en esta marcha, al lado de lo que algunos llamarían “las dos extremas” ala derecha y a la izquierda de este país, y mi postura ” la linea del medio”, requiere una explicación. Para ilustrar y argumentar mis convicciones, y para defender la búsqueda de una alternativa política sólida, eficiente y necesaria para pacificar a Colombia a través de políticas posibilistas, constructivistas y teórico-prácticas desde las ciencias diversas, es fundamental que comparta mi propio contexto político.
Ahora mismo, abiertamente, le creo a Alejandro Gaviria. No sé si asumirá el reto proselitista en 2026, si será presidente o senador, o si dejará pasar las elecciones.
Sin embargo, esta opinión mía, con todo el sesgo de confirmación y la subjetividad emocional, quiere dejar sobre la mesa que tuve el privilegio de ver a su esposa, Carolina Soto, y a uno de sus hijos, percibiendo una familia preciosa.
Alejandro podría ser una celebridad que agrega valor a la sociedad colombiana, sin necesidad real de buscar el partidismo para vivir de él. Es un economista con trayectoria, con una marca personal sólida. Podría dedicarse a la Academia, a ser un líder motivacional, o un escritor. Con eso, cumpliría su deber productivo en esta sociedad, sin la necesidad de exponer su vida en el partidismo, que es una complejidad.
Transparencia y Coherencia en mi Voz
Aun debatiéndose entre su faceta intelectual y su parte política, siempre se yergue para defender los principios democráticos y la libertad de conciencia, fundamentales para mí.
No puedo mentirles sobre mis líneas políticas ni mis posturas frente a la vida pública y social. No guardo secretos, guardo intimidad; es mi derecho. He sido un diario ambulante, un estandarte político, solamente para defender el derecho a vivir sin miedo, el derecho a ser una mujer putamente libre. En ese sentido, les digo que nunca les he mentido y no voy a empezar hoy.
Un Liderazgo Deseado para el País
Definitivamente, le creo a Alejandro Gaviria como ser humano.
Espero aprender mucho de él en los diferentes escenarios donde lo vea.
Llevo seis años analizando su línea de pensamiento. No siempre estoy de acuerdo.
Me agrada saber que es una persona de oídos abiertos con la que puedo disentir sin sentir que eso nos convierte en enemigos. Me gustaría algún día verlo como presidente de este País.
Confío en que en algún momento el País esté listo para un presidente sobrio y equilibrado, intelectual y académicamente preparado.
Que busque ser teórico-práctico, sin olvidar la solidaridad, la empatía, creyendo firmemente en las transformaciones sociales posibilistas, en el constructivismo, y valorando tanto lo cualitativo como lo cuantitativo.
Un Viaje de Convicciones y Decepciones: La Política como Trayectoria Personal
Las Raíces de mi Convicción y mi Mirada en la Marcha
Mi presencia en esa Marcha del Silencio no fue una mera coincidencia.
Como Feminista Artesanal y Activista forjada en la pobreza extrema, en la ausencia de verdaderas oportunidades y herramientas, mi sendero ha sido un constante ganar a pulso cada espacio. Hoy me encuentro radicalmente distanciada de ese punto de partida, gracias a un tejido social y colectivo que me ha sostenido.
Aquí estoy, fortalecida desde mis activismos, hablando abiertamente. Un testimonio vivo de esa transformación.
Siempre he defendido mi derecho a disentir, a cuestionar, a confrontar los hechos. Fue con esa perspectiva única que viví cada instante de la manifestación.
El Despertar Político y la Búsqueda de un Lugar
Durante años, reflexioné sobre mi lugar en el mundo. Descubrí que la inicial creencia de ser “apolitica” no era más que una ignorancia.
Como Carol Hanisch articuló fundamentalmente en 1970, “lo personal es político”. Cada aspecto de nuestra existencia está, en esencia, impregnado de esa dimensión ineludible. Me sumergí en el anarquismo y exploré diversos pensamientos políticos. Buscaba comprenderme. Buscaba mi lugar en el mundo con conciencia.
La Decepción Partidista y mi Emancipación
Mi trayectoria política ha sido singular. La decepción llegó al depositar mi confianza en el partidismo, incluso en el progresismo que, en el contexto colombiano, hallaba eco en el Petrismo.
Esta desilusión, que nunca he ocultado y por la que he sido vehemente y procaz, me llevó a desencuentros y pérdidas de amistades. Comprendí que muchas se aferraban a proyectos políticos más allá de la convicción. Mientras tanto, yo trabajaba por mi propia emancipación: intelectual, material, social y psicológica.
Hoy, con claridad, afirmo que ya no me identifico con esa vertiente. La esperanza que un día representó se ha disipado en la práctica partidista.
Alianzas Inesperadas y Preguntas Incómodas
Tuve la capacidad de marchar al lado de la Iglesia Católica y de miles de personas que no representan mi sistema de valores. Ese ejercicio me recuerda que lo primero, ante todo, es la vida y la existencia, que quiero una Colombia donde quepamos absolutamente todos. Aunque sea un desafío en medio de la criminalidad y de gente realmente malvada, guardo la esperanza de un mundo donde quepan todos los mundos, y empiezo trabajando por una Colombia donde aquellos seres oscuros se disipen con la luz de quienes decidimos brillar contra todo pronóstico, y podamos tener un país donde sea posible el pluralismo. Nuestras discusiones, virtuales y presenciales, fueron intensas. No pocas compañeras se opusieron a mi presencia en un evento con tales matices.
Si bien muchas decidieron no asistir por diversas razones, el miedo a un estallido social violento fue un factor latente. Afortunadamente, esa tensa expectativa no se materializó.
Surge entonces una pregunta fundamental, que resuena con fuerza en mi interior: ¿Por qué no marchamos todos los días por las cientos de vidas perdidas a causa de ejercer sus derechos políticos? ¿Por los líderes sociales que continuamente pierden su vida?
La respuesta es dolorosamente compleja. Sería imposible sostener una movilización diaria de tal magnitud. Lo queramos o no, hay ciertas coyunturas y ciertas marcas personales que marcan pautas mediáticas.
Y cuando digo “mediáticas”, no me refiero a la prensa en sí misma, pues la prensa no se manda sola. La prensa se mueve por la coyuntura que se crea hoy en día en medio de la internet. Es la gente la que tiene la capacidad de poner la agenda mediática a través de su performatividad.
Esto fue precisamente lo que pasó aquí. El partido, como era natural, convocó a favor de la vida de Miguel. Fue una movida política, espiritual y filosófica absolutamente lógica. Desgraciadamente, no todos los líderes sociales y no todos los políticos de este País tienen ese poder.
Me parece miserable que exista gente en redes sociales usando una obviedad para deslegitimiziar la marcha. Repiten incansablemente que la marcha fue convocada por la derecha. Evidentemente, la víctima fue una persona de derecha. Que la marcha fue hecha por el apellido y el linaje de la víctima. Tal vez haya algo de eso, y eso no le quita fuerza.
Estoy ya tan cansada de que todo, absolutamente todo, se trate de linaje y de clase. Por supuesto que tiene que ver, y muchísimo. El apellido, la cuna, tienen que ver. Eso es una realidad innegable.
Y en vez de revictimizar a Miguel por haber nacido en el hogar que no pidió, en la clase que no eligió, y por tener una mirada política que no es del agrado del petrismo y de quienes no nos identificamos con los valores de la ultraderecha, lo revictimizan por cualquier tema.
Sacan memes, lo señalan con odio como si lo conocieran, como si supieran quién es. Como si algún ser humano mereciera la pena de muerte por lo que dice, piensa y defiende al ejercer sus derechos políticos y ciudadanos.
Es asqueroso ver cómo tantas personas que se hacen llamar defensoras de derechos caricaturizan y deslegitiman esa manifestación. Eso sí, levantan la voz por los cientos de jóvenes víctimas de la violencia que no tienen eco mediático, que no tienen apellido, que no tienen linaje.
Encuentros en el Camino y el Resurgir de una Convicción Liberal
Desafíos y Autorregulación en el Recorrido
Al llegar a la Plaza de Bolívar, nuestra colectiva decidió alejarse. No queríamos ser parte de ninguna manifestación extremista.
Nuestro corazón acompaña firmemente la vida de Miguel y la vida de todas las personas demócratas, que se atreven a expresar su opinión. Me aterra ver cómo la imagen de Miguel puede ser instrumentalizada por diferentes partidos.
A pesar de mi promesa de no reaccionar, de no prestar atención a ningún agresor verbal, en el cierre de la travesía respondí a una ofensa con una exclamación popular: “¡Gente boba!”. Un hombre me llamó la atención, y le di toda la razón. Racionalicé y comprendí que mi reacción incitaba a más violencia.
Sin embargo, me cuestioné: ¿Por qué debemos guardar silencio frente a la agresión política de otros, solo por pensar y expresarnos distinto?
Una Nueva Identidad Política: El Liberalismo
Lo cierto es que nuestra marcha fue absolutamente limpia de oportunismo político. Quienes estuvimos allí lo hicimos de corazón, sin camisetas publicitarias; fue precioso.
Fui testigo de que logramos marchar en la diversidad, con autorregulación, a pesar de los pocos violentos. Para mí, es inaceptable la manera en que abuchearon y maltrataron a Claudia López. Marchábamos justamente para intentar integrarnos en la diferencia.
Tuvimos que soportar que nos gritaran “petristas” a quienes alguna vez habíamos respaldado a Gustavo Petro y nos habíamos arrepentido. El partidismo es muy difícil. Hoy, con absoluta franqueza, puedo decir que soy una mujer Liberal de convicción, hoy más que nunca.
El Liberalismo también me ha decepcionado, sí; no obstante, me representa en la mayoría de sus valores. Quizá algo de mí es progresista, aunque estoy decepcionada del progresismo colombiano, y estoy dispuesta a tender puentes en medio de los muros.
Sembrando Esperanza en la Diversidad Democrática
El Futuro Electoral y mis Banderas
Ya se los digo: voy a poner mi voz y mi criterio a favor de la línea de pensamiento de Alejandro Gaviria, simplemente porque le creo. El día que le deje de creer, se los haré saber, como siempre, transparentemente.
No es cierto lo que dijo un medio de comunicación alternativo. Es un disparate que ahora en bloque me afilié o afilié los lineamientos de este Feminismo Artesanal a la derecha. Eso es falso, irresponsable y también violencia política. Lo que sí voy a hacer es dar eco a mi voz en la línea de pensamiento de Alejandro Gaviria porque me representa.
Y, por supuesto, si él decide hacer proselitismo, contará conmigo; seré divulgadora de sus propuestas. El día de hoy lo considero un referente de política equilibrada. No creo las acusaciones de corrupción sin evidencias sólidas, y lo creo muy superior a muchos de los funcionarios que han defendido a este gobierno.
Para mí, la Democracia es un ejercicio de conciencia; es el derecho a elegir sin que ello implique una condena perpetua con un político que, en el camino, dejó de representarnos.
Un Clamor por la Vida y la Democracia
Esta marcha fue un clamor por la vida de Miguel Uribe Turbay y un acto de solidaridad con su familia. Así mismo, fue un tributo a la icónica Diana Turbay.
Esta solidaridad también es política: un apoyo irrestricto a una mujer que perdió la vida ejerciendo sus derechos políticos y ciudadanos, en defensa de la Democracia.
Deseo de todo corazón que Miguel venza a la muerte, que nos motive a seguir viviendo en un País democrático.
Espero poder tener diálogos educomunicativos con él algún día. Por lo demás, en el 2026 voy a votar en contra de Gustavo Petro a la presidencia, sin respaldar ningún liderazgo ungido por él. Buscaré una persona para el senado a la que pueda depositarle mi esperanza, para defender las causas que me atraviesan: el Feminismo, los niños, los jóvenes y las Neurodivergencias.
Necesito tener esperanza a pesar de la desesperanza. Escuchar los podcasts de Alejandro, leer sus libros y dialogar con él me dio esperanza. No tengo por qué esconderlo; en un País democrático, tengo derecho a vivir sin miedo, a ejercer mis derechos políticos sin perder mi integridad.
Como siempre, mi gratitud. Cada palabra entregada va acompañada de mi más profundo aprecio por el tiempo que cada lector ha invertido en estas publicaciones.
Mar Candela
Periodista Para el desarrollo humano – Comunicadora para la vida y las resistencias. Edu comunicadora , Escribidora, disléxica , neuro divergente, Autista. madre. esposa ,Ama de casa . Ácrata
Quién propuso la iniciativa de Feminismo Artesanal – Expositora de opinión y este es un espacio de reflexiones desordenada con textos largos.
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