Putamente libre - Feminismo Artesanal

Publicado el Mar Candela

La democracia participativa como una obligación: Es solo abuso de poder estatal.

 

Y aunque quería votar este año, no lo hice para conservar un poquito de dignidad política. Este tema lo he  hablado con varias personas de mi confianza que admiro y respeto profunda e intelectualmente.

Soy activista feminista y creo firmemente que somos putamente libres. De ninguna manera creo que mi posición frente a la vida me convertiría en menos ciudadana, por el hecho de no formar parte de las mayorías que están conformes con algunos temas.

El valor de un voto en nuestra “democracia participativa”

Mucho tiempo de mi vida lo he entregado a la participación política de manera voluntaria. Aún siendo una mujer de principios anarquistas, y respondiendo a la ignorancia atrevida, dejo claro que el anarquismo no es lo mismo que ser vándalo, delincuente o cualquier otra cosa similar. He votado desde que tengo cédula, aún con toda mi desconfianza.

Después, cuando el feminismo se volvió un principio ético en mi vida, le encontré sentido al voto por el precio tan alto que pagaron las mujeres para tener derecho a votar. Y he honrado ese derecho votando.

Sin embargo no puedo evitar sentir frustración porque no le creo al sistema. No pueden culparme. Entiendo que la Registraduría está corrupta y que  ahí  han arreglado votos a conveniencia de algunos políticos,  por no decir de  varios. Eso es  un secreto a voces , no creo en el sistema, porque en las mesas de votación existen personas saboteando el ejercicio y metiendo votos en las  urnas. También porque estoy aburrida de la apatía de la gente que, teniendo la posibilidad de votar terminan votando por delincuentes que no deberían tener ni siquiera la posibilidad de hacer una campaña política. En vez de generar una resistencia o un cambio simbólicamente votando por personas que de pronto podrían hacer mejor la realidad de este país.

El tiempo que pasa me resulta cada vez más decepcionante. Las mujeres a las que he apoyado en la política han terminado haciendo política tradicional. A los que he respaldado, de una manera o de otra, también me han decepcionado políticamente.

Tengo derecho a no creer en este sistema, aunque algunos amigos me recuerden que el privilegio de ser colombiana, de tener esta cédula y hacer uso de beneficios ciudadanos, me tiene que obligar a prestar un servicio a la democracia quiera o no.

Yo no pedí nacer en este país y pude haber nacido en cualquier otra parte del mundo. Ya sé que en todos los países nos cobran el derecho de haber nacido en esa tierra y eso es real. Sin  embargo, yo defiendo mi derecho a decidir y cuento con la tranquilidad de que  le he prestado un servicio a la democracia de manera voluntaria y con mucho gusto hace más de 20 años, desde la defensa de los derechos humanos, con énfasis en mujeres y niñas. También presto un servicio ciudadano desde mi cotidianidad ya que hago un periodismo reflexivo para el desarrollo humano y la transformación social. Tengo tejidas redes de apoyos para mujeres cabeza de hogar en condición de desprotección. Todo el trabajo que hago no recibe un solo sueldo, como el que sí reciben los políticos corruptos que pasan robándose los impuestos y que deberían estar pagando los rublos de alimentación, educación, salud y bienestar de la ciudadanía más vulnerada.

Imposición es dictatorial porqué hiere la democracia.

La democracia participativa, como una imposición estatal, es una contradicción perse. Si los políticos y los estados no logran seducir a las ciudadanías, para que ellas en libertad decidan regocijarse como jurados de votación y regocijarse votando, no es culpa de ninguna persona sino de los políticos y el establecimiento. Son ellos y ellas  quienes se han encargado  día tras día de decepcionar a todas las personas.

Fuí jurado de votación bajo chantaje.todas más personas del jurado de votaciones estamos bajo chantaje , Si no me presentaba me iban a imponer una multa de 10 salarios mínimos. Los beneficios que le entregan a los jurados, en mi caso  no son  ningún beneficio. Por ejemplo, un tiempo de descanso remunerado en el trabajo, no me aplica porque no tengo ningún trabajo. No soy contratada por ninguna empresa. La certificación de que fuiste jurado te sirve en descuento para cuando vayas a viajar. Sin embargo pertenezco a la mayoría colombiana que no puede darse el lujo de salir a viajar, por lo tanto los descuentos en viajes son algo que a mí tampoco me favorece. Hay un descuento  en la matrícula de la universidad, siempre y cuando la universidad sea distrital.

Gracias a esos » beneficios » a los jurados nos ponen a trabajar desde las 7 de la mañana hasta más allá de las 9 de la noche. En este “servicio” ni siquiera dan un vaso de agua, un  refrigerio y mucho menos el almuerzo. Me sentí abusada en todo sentido por el Estado, cuando los empleados de la Registraduría me decían que les pagaban por lo que hacían y que les hacía muy  felices este servicio de horas extensas y  me decían que era  mi deber y me obligación estar ahí sentí mucha impotencia al pensar que los  sueldos de esos empleados del estado son mucho más generosos que la mayoría de sueldos de los ciudadanos comunes.

Desde donde yo lo veo esto es un secuestro estatal o mínimo un chantaje estatal. Yo tenia toda la intención de votar por Francia Márquez y por Humberto de la calle. Aún no había decidido si participar o  no de la consulta pero, con todos estos atropellos lo único que sé me ocurrió para conservar un poquito de dignidad  política fue negarme rotundamente a votar.

El derecho a decidir si quiero ser jurado o no

Durante años salí a votar voluntariamente por las personas que consideré idóneas y que sí creía  firmemente que podían hacer algo positivo por este país. Sin embargo, teniendo en cuenta que ser jurado de votaciones es participación política, el Estado me quitó el derecho a decidir si quería o no servir como jurado de votación. El mismo Estado me obligó a regalar mi fuerza de trabajo y mis energías por un día entero, atrasándome en mi jornada académica, profesional y laboral. Fue ahí cuando tomé la decisión de no votar.

Mi  voto no iba a poner o quitar en la contienda electoral, pero, simbólicamente era trascendente. Ahora solamente tengo repulsión por la jornada electoral. Tengo dudas si valió en algo el trabajo de cientos de personas, no sólo no remuneradas, sino obligadas abusivamente sin ningún tipo de reconocimiento elemental a las necesidades mínimas, como lo debe ser  una botella de agua, cuando sabemos que aquí no hay garantías en los votos, porque existe la posibilidad de que directamente la registraduría pueda arreglar las votaciones.

Entonces me sentí vulnerable y abusada en todas mis estructuras  mentales, además de despojada de mis derechos políticos, por que estos derechos políticos no significan solamente hacer parte de la democracia participativa. También significa el no querer formar parte de esto por las razones que sea.

Ahora tengo menos razones para querer votar y me da dolor que no pueda ejercer la votación, en libertad y derecho, porque siento que la democracia participativa es una farsa en Colombia. Hay quienes dicen que ésto es necesario por ley. Y que en la constitución de 1991, firmando un pacto que justifica el abuso de poder estatal, se acordó que toda persona mayor de edad tenía que estar dispuesta a hacer este servicio obligatorio a la democracia.

Yo soy una mujer que está sumergida en cuatro jornadas, y como pocas lo estoy por gusto. No por qué tenga que esclavizarme a mí misma para sobrevivir. Afortunadamente puedo decir que las cuatro cosas que hago, con mi tiempo y que me mantienen arriada, las hago  porque las amo y quiero hacer. Quisiera tener más tiempo para descansar y estar en familia, pero no puedo porque eso significaría renunciar a tener poder sobre mí misma.

En defensa de la democracia

Mi posición política es defender la democracia y la libertad. Y no hay democracia si la participación en la misma es bajo chantaje. Yo estoy segura que ninguna persona, así tuviera más de diez millones de pesos para pagar una multa, estaría dispuesta a pagarla. Es por eso que esta forma de hacer democracia estimula la corrupción y la mediocridad.

No entiendo cómo pueden pretender que con un cursito previo a las elecciones ya todos los jurados queden expertos en conteos de votos y en el entendimiento político necesario para defender la democracia. Hablé con muchas personas que seguramente no voy a volver a ver y todas las personas estaban de acuerdo conmigo en que estábamos obligadas. Obligadas como soldados a prestar un servicio militar por un día, cosa con la que no estoy de acuerdo.

Estoy feliz por las buenas personas que llegaron al congreso pero me siento defraudada de todo lo que implica el ejercicio de la democracia participativa en este país. Yo no voté porque fue mi manera de conservar algo de democracia para mí .                            Yo tengo derecho a no participar, como cualquier ser humano tiene derecho a no creer en Dios o creer en el Dios que quiera.

Este año no voté y lo hice en rebeldía. Quiero volver a creer que vale la pena participar, pero esto tiene que ser bajo la seducción del estado a las ciudadanías y no bajo el abuso de poder estatal. Yo cumplo con todo lo que tiene que cumplir un ciudadano y como varias personas divergentes  hago, un poquito, más que el  promedio ciudadano. Puedo demostrar mi trabajo y puedo demostrar el amor que tengo por esta tierra y por la construcción social y el desarrollo humano Colombiano. Y siendo así nadie tiene derecho a cuestionar ese amor profundo que tengo por la libertad y la justicia social, solo porque la democracia participativa en este momento me resulta equivalente al vómito.

De nuevo celebro a las buenas personas que entraron al congreso. Celebro que habrá diversidad allí y celebro que aún podemos tener unos mínimos en la democracia participativa. Pero eso de ninguna manera me quita la tusa política y el dolor en el alma de sentir cómo el estado puede convertir algo tan maravilloso, como lo es la democracia participativa, en una dictadura.

¿Quieren hacer creer que son mejores los ciudadanos que votan, o son jurados de votación gratuitos y obligados por el Estado, que quienes voluntariamente prestan servicios humanitarios y sociales todos los divergentes días de su vida?

Tendrán que esforzarse más porque lo que yo veo es una profunda mediocridad para convencer a la gente de participar con un Estado que abusa de su poder para obligar a participar. Eso no es democracia. Hoy más que nunca, estoy decepcionada de la democracia participativa y el pasar de los días me va a dar la razón, cuando empiecen a destaparse todos los arreglos de conteo de votos, que ningún jurado de votación puede evitar en un país como este. Si la democracia no es un ejercicio libre y voluntario, lleno de convencimiento, entonces no es democracia y nosotros no tenemos ninguna autoridad moral ni política para cuestionar alguna dictadura en el mundo.

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