Fotografía Andrés Reina

Un aire coyuntural en la política, ahora con la audacia de un nuevo camino

Por Mar Candela

Mistes Taxes y El día en que nos encontramos

Por lo que vemos, por lo que sentimos en el ambiente, Luis Carlos Reyes es una anomalía en nuestra política.

No es el político que se desgañita en debates estériles o el que persigue un titular a cualquier costo.

Es un economista, un profesor, un historiador de voz tranquila y ética innegociable. Y, sin embargo, su vocación pública ha tomado un rumbo que sacude el statu quo: aunque el anuncio oficial aún no ha llegado, sus movimientos con seguidoras y seguidores demuestran que está explorando la posibilidad real de una precandidatura presidencial.

El hombre calmado ha decidido entrar al ojo del huracán.

Se formó en Estados Unidos y, al volver a Colombia, fundó el Observatorio Fiscal de la Javeriana. Su trabajo no fue el de un teórico encerrado, sino el de un vigilante implacable.

Se dedicó a desenterrar las verdades incómodas de las finanzas públicas, a desenmascarar la falta de claridad en los presupuestos y a traducir la jerga económica en un lenguaje que todas las personas pudieran entender.

Esa obsesión le valió el apodo de “Mr. Taxes”, el reconocimiento de su firmeza al enseñarnos de dónde viene y a dónde va el dinero de la gente.

Durante el gobierno de Gustavo Petro, asumió la Dirección de la DIAN con una misión titánica.

Lo hizo sin escándalos, con una firmeza que desarma, y su salida fue un acto de coherencia. Testificó y entregó pruebas con una calma que descolocó al sensacionalismo político.

No obstante, las últimas semanas han sido un terremoto. Su postura se ha vuelto una denuncia frontal, un choque de trenes que lo llevó a anunciar que lo denunciará por injuria. “Presidente, es infame la forma en que politiza usted el genocidio en Gaza solo por estar en desacuerdo con mi candidatura presidencial”, sentenció. No es el político tradicional, es un hombre que habla sin filtros y sin miedo.

Aunque está cuestionado, porque en las redes sociales la gente se debate entre creerle o no. Y es que resulta que Luis Carlos, después de que ocupó el cargo con un sueldo cuantioso, decidió contarle al país todo el entramado de corrupción que había detrás, toda esa gente que lo estaba acosando y asediando para intereses no legales. Él argumenta que guardó silencio porque en un principio el presidente Gustavo Petro lo respaldó y de repente dejó de hacerlo.


Esta columna se basa en la primera entrevista de la nueva temporada de “Mujer y Sociedad”, uno de mis espacios, junto con “Sin Ataques”, que me empeño en mediatizar en medio del incesante vaivén de la vida. Mi compromiso profesional de casi dos décadas es siempre el mismo: nunca ocultar mi relación con mis fuentes y, como educomunicadora, revelarles desde qué lugar les hablo.

Todo lo que están leyendo es el resultado de mi análisis como Educomunicadora y de mi mirada como activista desde feminismo artesanal y periodista para el desarrollo humano.

Por alguna razón, mi equipo y yo no sabíamos que Luis Carlos Reyes era un hombre cristiano protestante. Ese detalle, tan personal y profundo, se convirtió en la llave que abrió una conversación extraordinaria sobre la libertad de credo y la relación entre el Estado y la Iglesia. Fue impactante el hecho de que una persona con esos valores haya creído en la línea de pensamiento de Gustavo Petro. Al final, esa conexión entre fe y política me dejó totalmente enganchada. Pude concluir que su manera de confrontar al presidente tiene mucho que ver con su sistema de valores, un código de principios bíblicos que rige su actuar.

Y como colombiana, tengo que defender la libertad de pensamiento, de conciencia y de afiliación. Por eso he sido tan crítica con la inquisición moderna, esa que practican quienes alguna vez fueron perseguidos por sus creencias y hoy intentan someter a las minorías sexuales o a las personas no creyentes. Me revuelve el alma ver cómo las iglesias, que siempre hacen partidismo, se dividen por temas espirituales, mientras que se unen para negarle derechos a quienes no piensan como ellas.

Este pregrabado a mi juicio es una joya.

Es un documento valiosísimo que nos permite ver la cara más profunda de los principios y lineamientos de Luis Carlos Reyes.


Esta entrevista fue pregrabada hace más de dos semanas, antes de que el país supiera de sus intenciones. Aunque mi cuestionario estaba listo para abordar las denuncias, el miedo por su seguridad y la angustia por las finanzas de Colombia, lo que realmente sobresalió fue la esencia de su pensamiento. En ese momento, le dije sin rodeos que, en la coyuntura actual, no consideraba que él pudiera ganar la presidencia de la República. Su respuesta fue más que especial, fue una muestra de su carácter.

La reciente movilización de sus seguidores, que lo llevó a preguntarles en redes sociales “¿Qué quieren que hagamos?”, no es un juego.

Es un llamado a la acción. Su posible candidatura es una apuesta de altísimo riesgo, una prueba de si la coherencia y la ética pueden, de verdad, incomodar lo suficiente para sacudir las estructuras del poder.

Es la historia de un hombre que decidió dejar la comodidad de su atalaya para saltar al ruedo, y solo el tiempo dirá si la gente está lista para un político que se parece más a un profesor de ética que a un showman.


Finalmente, un agradecimiento muy especial a mi maquilladora y asesora de imagen Vanessa Barberi, al fotógrafo y videógrafo colombiano Andrés Reina y a la fundación Bio Entorno a cargo de Silvana Mojica, quien dedica su vida al cuidado del planeta desde Colombia, por hacer posible un espacio tan agradable para la grabación.


Juzguen ustedes mismos esta conversación. Les invito a ver un diálogo de largo aliento, que supera una hora, de reflexión sincera entre Luis Carlos y yo. Aquí el link:

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