La camiseta y la ética

La Camiseta de la Convicción


Hola, gente querida. Después de un largo tiempo, vengo con mis reflexiones desordenadas, siempre desde el periodismo de opinión y la Edu – comunicación, con los principios del Feminismo Artesanal y la Interculturalidad.


La chispa de una reflexión: Jennifer Pedraza y la convicción

Por ejemplo, digo abiertamente que la mujer que más me representa en este momento dentro del poder es la joven Jennifer Pedraza. Ella me dijo “amiga”, y supongo que desde el principio de la buena fe, que debemos cargar siempre en sus justas proporciones, abrí el corazón a mi simpatía con ella. Con Jennifer me he visto una sola vez en la vida, en una manifestación pública en contra de Hollman Morris hace ya bastante tiempo atrás.

Siempre le he mandado todas mis reflexiones desordenadas cada vez que puedo y la he invitado a tejer caminos juntas.

No hemos tenido la oportunidad, sin embargo, sospecho que lo vamos a hacer. Sus reflexiones me representan, su manera de hacer el partidismo me representa, y la gallardía con que asume su papel en el mundo me representa. Estoy esperando que esa oportunidad de vernos a los ojos y empezar a tejer una amistad puntada a puntada se dé. Ver si podemos juntas tejer y destejer el camino en acciones concretas.

Hoy quiero agradecerle todo lo que he aprendido de su juventud, de su templanza, de su berraquera.

Me gusta que tenga la capacidad de quitarse la camiseta por las razones correctas. Viendo su video, criticando al camaleónico Roy Barreras con toda la razón y explicando por qué “el chiste se cuenta solo” y lo detestable que es ver a ese hombre posar de independiente, empecé a reflexionar desordenadamente sobre todo esto.

Ella, jocosamente, dijo: “Uy amiga, estás para escribir una columna. Jajaja. Totalmente de acuerdo”.


Quitarse y Ponerse la Camiseta: Una Reflexión desde la Convicción Política

Recordemos que, desde este espacio, siempre defenderé la vida como un acto político. Hablo de la vida misma, con su plenitud, con cada instante. Cada posición que tomamos frente a las circunstancias dadas, cada acierto y desacierto.

Porque sin su existencia, todo se desvanece.

Estoy convencida de que No existe una vida apolítica.

Aunque se opte por el apartidismo o el abstencionismo, ese acto en sí mismo, per se, también es un acto político.

Es una elección, una declaración, un eco.

Es innegable que en el ámbito de la praxis partidista, la decisión de cambiar de adscripción puede manifestarse como un acto tanto honorable como estratégicamente necesario. Esto, siempre y cuando ocurra por razones constructivistas, éticas y argumentadas a favor de la justicia y la verdad. A favor de evitar el peor de los males.

Aquí surge la pregunta crucial:

¿Ponerse y quitarse la camiseta dentro del ejercicio partidista constituye una falta de ética?

Estoy firmemente convencida de que el partidismo es una construcción inherentemente coyuntural. Por ende, aquellos inmersos en este complejo entramado deben, en algún punto de su trayectoria, estar dispuestos a reconfigurar sus alineaciones.

Sin embargo, esta reconfiguración No debe bajo ninguna circunstancia responder a intereses subalternos o a una politiquería de corte egoísta. Mucho menos ha de instrumentalizarse como un vehículo para el tráfico de derechos humanos o la desatención de las necesidades ciudadana.


El Lenguaje de la Parafernalia y la Digna Cortesía

En ese lenguaje de la parafernalia diplomática y la decencia que nos piden: los entredichos, el “más o menos”, el “tal vez”, el No apostar, el dudarlo todo. Esa es la retórica del día a día dentro del partidismo. No por una duda honesta, sino por mera estrategia.

Un baile de intenciones veladas.

Por eso, a quienes hoy vemos abrazándose como amigos, mañana los vemos, quizás, desprestigiándose mutuamente. Mi propuesta es que podamos, con honestidad, reconocer un apretón de manos protocolario. Un abrazo de palmada que No transmite nada.

Una mera o incipiente cortesía.

No hay ningún problema en tomar café con el contrario político, en almorzar con el contradictor o en saludar por decencia.

Si estamos metidos en el Congreso, debemos dar luces de lo que es la decencia social.

No hay problema alguno en llevar la fiesta en paz, aun cuando tengamos que debatir fuertemente.

La cosa se pone densa cuando la regla No está clara. Cuando No podemos enfrentarnos y decirnos: “tú y yo No somos amigos, ni siquiera camaradas. Apenas somos compañeros”.

Compañeros de congreso, compañeros de partido o compañeros de lo que sea. Al final de la historia, nos estamos acompañando porque es nuestro oficio.

Vamos a trabajar juntos en lo que podamos.

Ojalá tengamos la decencia de separarnos con honor y confrontar las ideas y los hechos.

Sin mentiras. Sin exageraciones. Sin polémicas exhibicionistas al servicio de la sociedad del espectáculo.

Ojalá un día tengamos una vida partidista de esa altura intelectual, moral y ética.


Lealtades y Oportunidades: Una Postura Innegociable

Lo digo abiertamente: creo firmemente que hay que trabajar con la gente que nos inspira confianza, con nuestros amigos y aliados.

Es absolutamente estúpido pensar que podemos trabajar en actos tan sensibles con gente absolutamente desconocida. Eso No lo hace nadie. Es hipócrita criticar el compañerismo lógico de nuestra especie.

Históricamente, los seres humanos se han juntado en manadas, principalmente desde los intereses profundos, y a esto hay que agregarle confianza. Ninguna comunidad, ningún proceso germina desde la desconfianza. Se hace problemático cuando la manada es de corruptos, mentirosos, tramposos, egoístas y delirantes inútiles. Eso es distinto.

Dentro del partidismo, las cosas todo el tiempo cambian porque los lenguajes No son absolutamente transparentes y pocas veces realmente sabemos quién es quién. Lo que habla realmente del partidista es su capacidad de tomar decisiones. Soy partidaria del cambio de camiseta las veces que sean necesarias, por las razones correctas. Y crítica absoluta del cambio de camiseta por las razones incorrectas.


La Honestidad en el Cambio de Postura Política

Sin embargo, debo decir que el joven Polo Polo tiene un punto muy importante. Es el sentido de que muchas personas posan de independientes y lo que son es camaleónicas. Son personas que entraron al oficio de la política como una carrera profesional, sin ideas concretas, sin defensas propias, sin principios claros.

Yo No digo que un ser humano deba tener principios inamovibles; eso sería estúpido de mi parte. Lo que digo es que cuando un político decide cambiar de posición y decide pagar el costo de ese cambio de pensamiento, le debe explicación y argumento a la ciudadanía. Y esa acción de cambio de camiseta tiene que ser absolutamente justificada.

De lo contrario, se convierte en un acomodamiento.

No es lo mismo que yo decida quitarme la camiseta de un partido porque el partido está atentando contra los pactos y compromisos ideológicos y los acuerdos que se hicieron, y sobre todo atentando contra la ética. A que yo me cambie de camiseta porque necesito más poder para mí dentro de la jerarquía de la democracia, para ganar mejores sueldos, mejores estatus y vivir del poder político. Son cosas distintas.

En ese sentido, Polo Polo tiene razón en señalar a los acomodados.

En lo que No tiene razón es en afirmar que toda persona independiente No está pagando el precio de ser oposición en el país. ¡Claro que sí pagamos el precio por doble partida! En la derecha y en la izquierda extrema nos castigan. Ser liberal No debería ser una atadura en alguno de los extremos políticos.

El verdadero liberalismo es sobriedad política, son argumentos, son contextos, son coyunturas y, sobre todo, tiene que ser honestidad.


Compromisos Genuinos y Visión de País

Yo me comprometo genuinamente a No llamar amigo a quien No es mi amigo. Y darle el lugar de compañero, si es que lo es, o de camarada, en caso que así lo sea. También puede ser un ilustre desconocido con el que tengo simpatías. Deberíamos empezar por hacer eso: por apretar las manos, por dar abrazos de palmada.

Ojalá No nos diéramos abrazos de ese tipo y nos abrazáramos únicamente cuando realmente nos mueve una conexión profunda.

Yo No creo en la defensa de partidos políticos. Yo creo en la defensa de ideas, de personas, de seres humanos. De seres humanos ilustres, de seres humanos que están apostando algo. Y si hay alguien en este país que está apostando algo es aquella persona de ideas sobrias, de pensamientos honestos.

Personas que están dispuestas a perder la credibilidad de sus compañeros partidistas y soportar campañas de desprestigio si es necesario con tal de No apostarle a la farsa partidista.


Politiqueros de oficio: Roy Barreras y Armando Benedetti

No podemos comparar el cambio de camiseta de personajes como Armando Benedetti o Roy Barreras. Son politiqueros de oficio. Viven y vivirán siempre del Estado, mientras tengan la manera de conseguir votos y hacer negociaciones coyunturales. Eso es todo. Son personajes que lo único que les interesa es vivir de la teta del Estado.

Y eso ha sido evidente en toda su trayectoria.


Alejandro Gaviria: Un cambio de camiseta que genera confianza política

En contraste, y a diferencia de los politiqueros de oficio, No lo podemos comparar con Alejandro Gaviria, un funcionario público al que le indican cualquier cantidad de errores e incluso quieren hacerlo ver como un personaje siniestro.

Quienes lo señalan lo hacen como si tuvieran las manos limpias, como si no tuvieran corrupción por la cual responder en su partido y en sus dinámicas de gobierno, y lo hacen sin una sola prueba contundente sobre lo que señalan.

No me refiero a los distintos errores y equívocos del exministro, sino a las insinuaciones de que él es un corrupto.

Nunca olvidaré a la mujer que en un almuerzo me dijo que él era un facilitador de la corrupción de las EPS.

Predican en contra de Alejandro Gaviria en los pasillos y en las redes sociales. Y lo único que yo veo es a un hombre que ha tenido la capacidad de reconocer sus errores, de dudar, de cuestionar. Yo lo he cuestionado en varias ocasiones; No tenemos pensamientos gemelos, todo lo contrario, en ocasiones disentimos. Lo que nos une es el deseo de querer un país con futuro, con posibilidad real de transformación.

Yo lo he seguido durante 6 años desde la primera vez que lo entrevisté. A fuego lento, desde mi lugar de enunciación que hoy es no solo desde el Feminismo Artesanal, sino desde la otredad mental. He experimentado su paciencia en medio de mi hiperactividad mental, mis reflexiones desordenadas, mis equívocos verbales y escriturales.

Lo he leído una y otra vez para cuestionar. Y siempre me he dado cuenta que me encuentro con un ser humano asumiendo sus posturas de frente y alguien a quien No le han podido demostrar corrupción.

Hoy me permito opinar abiertamente sobre la “cambiadera de camiseta” de Alejandro Gaviria, como algunos dicen. Nunca he visto que cambie de posición sin argumentos. Lo digo yo: esa cambiadera de camiseta ha sido totalmente justificada, aunque a veces parece difusa, cuando uno busca los argumentos encuentra las razones.

Mientras que Gustavo Petro se llena la boca diciendo que Alejandro es un traidor y que es la peor decisión que ha tomado en su gobierno a la hora de delegar ministerios, yo lo que veo es que Alejandro Gaviria le entregó su marca personal, su caudal político, su nombre propio al proyecto de Gustavo Petro. Le llaman a eso petrosantismo.

La ultraderecha quiere hacernos creer que existe tal cosa, y yo me permito dudar. Tal vez una línea de la posibilidad partidista sí se sienta a sí misma como petrosantista, eso No lo sé. Lo que sí sé es que si eso existe, Alejandro No forma parte de eso.

Porque si fuera así, estaría actualmente de ministro viviendo del salario y del prestigio que da el cargo.

La gente repite un millón de veces que a Alejandro lo echaron. Parece que No se escucharan a sí mismos, que No pensaran al hablar.

Un ser humano con una sola neurona sabe que si se enfrenta abiertamente a un presidente de la República será despedido.

Eso No ocurre solo en Colombia, máxime si te vas en contra de Gustavo Petro. Quienes trabajaron con Gustavo Petro en la alcaldía saben que es así. Gustavo jamás ha aceptado un contradictor.


Vocación Política: Un Compromiso con la Justicia y la Independencia

Yo estoy aquí para hablar desde la Edu – comnicación y el periodismo para el desarrollo humano con todos mis principios interculturales.

Como una persona que ha pagado el precio de la independencia y No ha traficado jamás con los derechos, No se ha enriquecido con sus causas sociales. He tenido una comunidad social absolutamente diversa en todos los pensamientos posibles.

Eso sí, con algo en común: el deseo de un país distinto, el deseo de herramientas, procesos y oportunidades reales.

En ese sentido, tengo toda la autoridad política para decirles que voy a defender la democracia de este país.

Y eso incluye la independencia, el pensamiento crítico, y por supuesto, que en el Congreso existan partidos independientes.

Defiendo el derecho a cambiarse de camiseta las veces que sea necesario por las razones correctas, por lo menos por razones de principios y de ética.

No le como a esos principios solapados de diplomacias que No son nada claras en las reglas del juego. Y espero que si algún día estoy lista para hacer partidismo, lo pueda hacer desde la independencia de pensamiento.

No quiero un país donde se diga que hay democracia participativa, que hay libertad, sí y solo sí el pensamiento es de extrema derecha o de extrema izquierda.

Hoy quería dejar estas reflexiones y pedirles, por favor, que se piensen muy bien sus postulados para la vida.

Que No coman cuentos de campañas artificiosas en contra de personas que ni siquiera conocemos.

Que nos demos las oportunidades que necesitamos de indagar: quién es el político, qué ha hecho y por qué lo ha hecho, cuándo lo hizo, antes de lanzar un juicio de valor.

Hacer partidismo en este país es muy difícil.

Hacer partidismo es muy complejo, sin perder la paz, sin perder la salud mental y, sobre todo, manteniendo los principios.

Por supuesto que sé que necesitamos estar en un partido muchísimas veces, porque No siempre se puede avanzar en la política a través de ejercicios de firmas y procesos democráticos totalmente independientes.

No toda persona puede hacer una carrera en el ejercicio de la política, dentro de las jerarquías de poder, sin el apoyo de un partido.

Honestamente, muy pocas marcas personales podrían hacer un ejercicio que les permitiera llegar al Congreso o a la Cámara o a cualquier cargo de elección popular, sin un partido y sin invertir plata de dudosa procedencia.

Así que, por supuesto, muchas veces toca estar en un partido y luego simplemente quitarse la camiseta por principios éticos. Así son las cosas.

El petrismo secuestró los derechos humanos en este país como causa. Al petrismo le sirve el feminismo de las mujeres serviles a sus beneficios, y las causas sociales también le sirven única y exclusivamente para generar votos.

No crean que para mí es fácil hoy escribir esta columna, cuando yo creí genuinamente en Gustavo Petro y le di el ícono de mi voz. Fue al primer político que le di mi eco públicamente.

Y la historia de cómo terminé a su lado No es una historia fantástica entre amigos, fue una historia de resistencia feminista.

Nunca olvidaré que subir al balcón a mí me costó una batalla seria desde el activismo, porque fue la primera vez que me “faltoneó”. Solo que No se lo permití. Hubo una pelea, y solo hay una testigo que ya No sé ni dónde está en este mismo instante.

A Gustavo Petro tuve que hacerle cumplir su palabra tres veces referente a las búsquedas que yo tenía con los activismos, y nunca tuvo que ver ni con plata, ni con venta de votos, ni con servilismo.

Eran cosas pequeñas, y si en lo poco No sabes cumplir, en lo mucho menos.

Si el defensor de las minorías le falla a una sola mujer, le fallará a un país entero. Esa fue mi lógica.

Hoy en estas reflexiones desordenadas manifiesto que estoy de acuerdo con que los activistas reciban apoyos y hagan alianzas estratégicas con los líderes políticos que consideran favorables a su causa.

Estoy de acuerdo con que logren espacios de poder y puedan conseguir trabajo, educación y mejorías para sus grupos y nichos de acción participativa. No lo considero corrupto.

Lo que No estoy de acuerdo es que esto se considere como una especie de matrimonio hasta la muerte.

Tenemos que tener la dignidad de quitarnos la camiseta las veces que sea necesaria y No sentirnos culpables.

Cualquier cosa que nos haya dado un político —un cupo para el colegio, una cancha en el parque, la posibilidad de un sueldo por un contrato de algún tema, cualquier cosa que hayamos ganado con nuestros talentos trabajando para ese político— fue algo que nos ganamos; No es caridad. Y tenemos derecho a renunciar, a alejarnos sin ser estigmatizados y sin ser castigados por hacerlo.

Yo estoy harta de que los activistas y todas las personas que hacemos trabajo social, seamos equivalentes a los payasos de restaurante que jalan a la gente para que vayan a almorzar.

Es decir, que “nos toque” buscarle votos a alguien para poder lograr alguna incidencia, porque No tenemos otro poder que No sea nuestra voz y tenemos que hacer alianzas con políticos partidistas que nos darán la oportunidad de ser escuchados y de formar parte de procesos de injerencia solo si logramos conseguir votos.

Y ahí empieza la batalla campal entre activismos.

Poco se habla de cómo los líderes sociales muchas veces están defendiendo a un político únicamente por el cupo universitario que le prometió a su hijo, o la cancha del barrio, o por el carguito —porque es eso, un cargo minúsculo— que le podrán inventar, o por las alianzas estratégicas que permitan que sus fundaciones puedan licitar con éxito.

No crean que soy ciega también a los entramados corruptos que ocurren desde los activismos barriales.

Sé de qué les hablo y también sé que es muy difícil No caer en tentación cuando en casa hay hambre y hay miseria, y se tiene un corazón con ganas de hacer cosas por el barrio, por la comunidad, sin un solo peso.

Es que corrupción No es solamente eso de llevar carros llenos de dinero para repartir plata por votos.

Los votos también se transan con alianzas estratégicas: el líder comunitario que apoya a un edil, o a alguien más poderoso, para que le permita algún día avanzar en la enorme cadena de la jerarquía partidista.

El edil que aspira a estar en la Cámara o en el Concejo, y claro, este concejal o representante de cámara que aspira a más, también tiene alianzas en otro lado y así sucesivamente.

Esto en sí mismo No sería despreciable si se trabajara con rectitud.

Yo tuve el privilegio de ser un activista independiente.

El precio lo he pagado en mi propia carne y en mi propia piel.

Tengo 46 años, voy apenas a terminar una maestría, validé primaria y bachillerato y he vivido de la solidaridad del tejido social y de la contención de la familia que construí.

Y sí, sigo siendo un ama de casa, para muchas feministas algo casi que despreciable.

Hice de mi sociedad conyugal el hilo que sostuvo mi tejido para convertirme en la mujer que soy.

Millones de mujeres No tienen la posibilidad de un hogar donde su compañero pueda contenerles financieramente, moral y socialmente mientras que hacen su activismo.

Esa es la única razón por la cual yo he podido revelarme una y otra vez del oportunismo de los machos en el poder y de algunas feministas que se vendieron a la farsa del partidismo del cambio actual.

Cuenten conmigo para rescatar las causas sociales del secuestro ideológico en que muchos y muchas activistas se encuentran.

Mi sueño era superarme, estudiar, algún día ser trascendente.

Compartir los aprendizajes con el ánimo de que esto sea semilla y afecte positivamente a cualquier persona que me lea o escuche. Y sobre todo, vivir de mi trabajo social, de mis talentos, de mis estudios en algún momento.

No puede ser que aspiremos a vivir de lo que somos y hacemos sea cuestionado.

Y No puede ser que les parezca normal que muchas personas vivan de la trampa politiquera e injusto que un activista, de su trabajo social.

Cada vez que pido pruebas y evidencias de la corrupción de Alejandro Gaviria, nadie da razón.

Lo único que tienen es un montón de frases artificiosas en contra suya. Hay que ver qué dice el tiempo.

Lo cierto es que aquí quien está cuestionado por corrupción es el gobierno de Petro, y quien tiene que rendir cuentas en este instante es el presidente y todo su equipo de trabajo durante la campaña y durante el gobierno.

En cuanto a Alejandro, si alguien llega a demostrar que realmente es un corrupto, juro que haré una columna al respecto. Por ahora, él tiene mi voto de confianza, desde el principio de la buena fe.

No por apasionamientos, sino porque he tenido la oportunidad de estudiar sus pasos, de cuestionarlo e incluso de confrontarlo y aprender sobre su línea de pensamiento.

No voy a esconder nunca mis experiencias humanas porque creo firmemente que las experiencias humanas también constituyen un aporte político para la vida.

Si en algún momento de la historia de Colombia llegan a demostrar que Jennifer Pedraza o Alejandro Gaviria son seres despreciables, como lo es Gustavo Petro y lo han sido tantos políticos en este país, tengan la seguridad que No escatimaré en palabras para opinar dentro de esa coyuntura.

Por el momento, estoy muy agradecida con la vida de que este par estén haciendo su aporte al país desde su lugar, poniéndose y quitándose la camiseta por las razones correctas, No como lo hace Roy Barreras, Benedetti, entre otros.

Colofón:

Mis textos, desde hace un tiempo, son el resultado de una colaboración intrínseca con la inteligencia artificial. Sin embargo, es mi intelecto el ojo rector, asegurándome de que cada componente de esta composición represente con absoluta fidelidad lo que deseo expresar y, sobre todo, cómo lo concibo, minimizando así cualquier posible desliz a razón de la dislexia. Como siempre, les recuerdo: soy escribidora, No escritora.

Muchas gracias por llegar hasta el final de esta lectura, como siempre valoro su tiempo, compañeras y compañeros, y de alguna manera, amistades invisibles.

Avatar de Mar Candela

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