Esto es un análisis subjetivo desde mi mirada. Al conocer este material como audiencia, lo que veo es que el objetivo ha sido demostrar lo que son las disidencias de las FARC.
Esto es un análisis subjetivo desde mi mirada. Al conocer este material como audiencia, lo que veo es que el objetivo ha sido demostrar lo que son las disidencias de las FARC.
Introducción
He pensado muchísimo si quiero o no exponerme con estas opiniones mías, si quiero o no que me despellejen virtualmente. Acá, en mis diversos espacios, he hablado desde el corazón con mujeres diversas y nunca he escondido la admiración que tengo por ellas, aunque no siempre esté de acuerdo con sus pensamientos. Por mencionar algunas, he dialogado con Piedad Córdoba, con Claudia Palacios, Margarita Rosa de Francisco, Diana Salinas, entre muchas más. Hoy quiero hablar sobre el trabajo periodístico de la reportera colombo-española Salud Hernández Mora, de su liderazgo en opinión. No para hacerle propaganda, porque no soy una propagandista, sino para reconocerla. Siento que el Feminismo Artesanal del que soy abanderada e iniciadora de manera endógena hace más de una década trata de eso, del reconocimiento desde la diferencia. Ella y yo tenemos en común el amor por el periodismo y la comunicación. Y la sensibilidad por búsqueda de la justicia y la verdad. Ya saben que vivo como estandarte político el día a día; entre más tengo el privilegio de estudiar, más me hago a la idea de que la gran mayoría de realidades personales son de injerencia política. Ya saben que soy el resultado de validar la primaria y el bachillerato y se los digo como parte de la introducción de hoy con el ánimo de que entiendan desde dónde analizo la reciente publicación de Salud que me conmovió hasta los tuétanos.
En el complejo y turbulento panorama colombiano, las disidencias de las FARC continúan siendo un actor relevante y controvertido.
Pese a los acuerdos de paz firmados en 2016, estos grupos disidentes han mantenido su presencia y actividades, generando desesperanza en diversas regiones del país.
En este contexto, la labor periodística de Salud Hernández-Mora, una reportera colombo-española conocida por sus posturas de derecha, ha sido tanto aclamada como criticada.
Su enfoque directo y la gallardía para internarse en territorios controlados por estos grupos armados le han permitido ofrecer una perspectiva única y, a menudo, polémica sobre la realidad que se vive en estas zonas.
Hace 25 años, algunos años más, yo estaba tratando de hacer una vida, queriendo aportar al mundo que me rodeaba desde todas las intersubjetividades y mi propia ignorancia, solamente desde el deseo
Por eso me hice activista.
Cuando Salud Hernández-Mora llegó a Colombia a empezar su historia como periodista, yo estaba asumiendo una cantidad de realidades que no vienen al caso.
Pasaron muchos años para que me enterara a profundidad de los detalles de fondo de este país que me supera, un país que cada vez me convenzo más que no cabe en la cabeza de alguien. Desde las intersubjetividades del mundo que habitaba en ese instante, un micro universo muy lejano a la realidad del país.
Hoy he llegado a la conclusión de que siempre creemos que lo que acontece a nuestro alrededor es suficiente para dimensionar “el mundo entero”, y solamente el privilegio de la educación, de esa educación a fuego lento que produce el conocimiento de calidad, nos permite ver más allá de “la punta de nuestra nariz”.
Me hice consciente de su existencia muchísimos años después y por ahí hay algunos trinos y mensajes míos pidiéndole a la extranjera que dejara de hablar sobre un país que no conocía.
Obviamente, sus posturas de derecha eran incompatibles con mis deseos y anhelos idealistas.
Así fue durante varios años hasta que cambié el tono de mi activismo, porque quise conocer las razones por las cuales las personas opuestas a mi sentir tenían ciertas posturas.
Aunque he leído durante años las columnas de Salud, hasta hace muy poco tuve la posibilidad de leer el libro “Sin Salida: Crónicas de la Guerra en Colombia” (2016), que aborda el conflicto armado en el país.
Nada de esto es un tema desconocido para mí.
Parte de mi infancia fue en medio de la desidia de este país.
Así que, un poco más de cerca que la mayoría, y no tan profundamente, conocí lo que hacía la violencia y el terror en los pueblos.
Crecí “contando muertos” no solamente en las noticias; ahí cerquita de donde vivía se contaban muertos todas las semanas… En los pueblos donde pasé la mayoría de mi infancia.
Los jóvenes en los colegios donde no aprendí nada debido a mis realidades psicosociales y falta de herramientas.
En aquel colegio de ese pueblo donde estuve algunos años, los adolescentes y jóvenes por echar broma, decían “¿a quién mataron hoy?”, preguntaban eso de una forma tan normal entre risas, cuando al final del día teníamos miedo porque la cosa era en serio.
De allá proceden mis activismos, también desde otras realidades interconectadas con mi biografía y desde mi ignorancia. Para mí, Salud Hernández no era más que una española viviendo de la desgracia colombiana. Siento una enorme vergüenza al narrarles esto.
Un día, por razones de mi activismo, de este periodismo para el desarrollo humano y la Edu comunicación que me atraviesa, decidí hablar, decidí escucharla. La entrevisté dos veces y conectamos de una manera particular. Por ahí están los diálogos, incluso en la pandemia también hay un diálogo.
No vi todas las cosas horribles que las redes y la bulla de este internet hacían ver después de los diálogos.
Si omito alguna información, es porque esa información no es de interés público. Porque todas las personas, aunque no tengamos secretos, tenemos derecho a una vida privada.
No todo lo que pasa es de interés público, eso lo aprendemos en el periodismo serio. No todo lo que una persona de interés público hace en su cotidianidad es una noticia relevante.
Eso es todo.
Antes de que empiecen a decirme cosas horribles por resaltar desde mi lugar a esta reportera, entiendan que es hora de reconocer la razón en medio de las diferencias. Esa es otra manera de construir paz.
Dejándome llevar por la pasión política natural de los activismos, siempre contrariada, me parecía incomprensible que ella no respaldara ciertas ideas que a mi juicio en ese momento eran el camino, como si la realidad se cambiara con ideas y no con acciones concretas a partir de las mismas.
Desde donde yo la veo de una manera más amplia que la jauría de las redes, me fijo que la mujer es una reportera, una periodista y una ciudadana. Es una líder de opinión. ¿De dónde vienen sus opiniones? De su trasegar y, por supuesto, desde su mirada política que es de derecha.
Lo que más resalto de ella es que no se esconde, que no le da miedo decir cuáles son sus posturas frente a la vida.
Podemos estar de acuerdo o no con su trabajo
Lo que no debería pasar es que no sepamos separar sus opiniones políticas de su ejercicio periodístico. Que no nos demos cuenta de que cuando ella hace trabajo de campo y cuando entrevista, obviamente pregunta desde su lugar lo que considera que las audiencias deben saber.
Hasta ahora nadie ha podido tacharla de mentirosa con evidencia irrefutable. Sinceramente, me conflictúa poderosamente un país que habla de paz mientras no puede escuchar al otro y darle su lugar digno en respeto.
Análisis:
Esto es un análisis subjetivo desde mi mirada. Al conocer este material como audiencia, lo que veo es que el objetivo ha sido demostrar lo que son las disidencias de las FARC.
En este ejercicio, Salud logra desentrañar las motivaciones y las dinámicas internas de las disidencias de las FARC, un grupo que ha seguido con sus actividades bélicas a pesar de los acuerdos de paz firmados en 2016.
Durante años Hernández Mora ha expresado abiertamente su rechazo a las guerrillas colombianas la mujer Hernández-Mora siempre hace un análisis crítico de sus argumentos.
Cuestiona la legitimidad de sus reivindicaciones y pone en evidencia las contradicciones y los problemas éticos de continuar con la violencia. Además, la periodista destaca el impacto negativo que estas disidencias tienen en las comunidades locales, quienes sufren las consecuencias de la guerra y la falta de desarrollo.
Por eso impresiona que la periodista logra entrevistar a varios líderes de las disidencias, quienes explican sus razones para continuar al margen de la ley.
Estos líderes argumentan que el gobierno colombiano no ha cumplido con los compromisos del acuerdo de paz, lo que ha llevado a una desilusión y a la decisión de retomar las armas.
En su reciente publicación aborda temas como el reclutamiento de nuevos miembros, las estrategias militares y las relaciones con otras organizaciones criminales.
El reportaje ha generado diversas reacciones en la opinión pública.
Mientras que algunas personas, incluyéndome, aplaudimos la valentía de Hernández-Mora, otras critican su enfoque y la acusan de dar voz a grupos violentos
Me surgen varias preguntas.
¿Quién entiende a las audiencias? La han acusado por años de ser parcializada por sus ideas de derecha y, cuando se asume como una reportera que quiere conocer la verdad y darle a la ciudadanía información de primera mano, cuando habla directamente con las fuentes sin importar las consecuencias, ahora resulta que la vocera de la derecha, a quien muchos denominan enemiga de los derechos humanos y un montón de cosas, cuando cara a cara con los guerrilleros hace preguntas sobre lo que necesitamos saber. Sobre las razones por las cuales están alzados en armas en pleno proceso de paz, en una paz que aspira a ser total.
Cuando ella hace este ejercicio, ahora hay quienes le acusan de ser vocera de los guerrilleros.
Esto es una de las cosas más difíciles del periodismo: entrevistamos a quienes necesitamos entrevistar y no puede ser que, a estas alturas del camino, a los periodistas nos señalen de servilismo cada vez que entrevistamos a alguien que algunas personas no quisieran escuchar.
Parte 2: Periodismo en Línea de Fuego
Traigo sobre la mesa algunas preguntas para que cada uno de ustedes, desde su lugar, problematice el país conmigo.
Revisemos los hechos: actualmente tenemos un gobierno y un presidente que hacen campaña por una paz total en medio de unas disidencias de las FARC que siguen alzados en armas y matando gente inocente, incluyendo el reclutamiento y adoctrinamiento de menores en extrema pobreza. Porque hay que decirlo, son unos adoctrinadores.
En el video vemos a los jovencitos diciendo que la única alternativa que tuvieron para ser alguien en la vida fue unirse a esa causa, según ellos, una causa justa. La única forma de familia que han tenido es el régimen de la milicia delincuencial. Porque esos son unos delincuentes.
No me refiero a los jóvenes y niños que, por las razones que sean, están ahí. Debemos decir que algunos están ahí en contra de su voluntad.
Se les dio la “oportunidad” de contar su historia. A mí, ¿quién me dice si esos jóvenes están hablando voluntariamente o por miedo a perder la vida? Claro que podríamos pensar que esto es una propaganda, no de la reportera, sino de quienes escogen a los jóvenes que tienen la autorización para hablarle al país. Por supuesto que van a escoger a los jóvenes más adoctrinados.
Uso la palabra “oportunidad” entre comillas porque ningún derecho debería contarse como oportunidad en este mundo que habitamos. Cualquier derecho que logramos es una oportunidad. Por supuesto que para muchos jóvenes les da más esperanza la idea de una causa y participar en ese infierno que la vida que les tocó.
A mí me partió el alma porque conozco la pobreza desde la primera infancia, porque entiendo la angustia que se siente habitar este mundo desde el “sin lugar”. Duele que la guerrilla logre brindarles más esperanza a algunos jóvenes participando de ese infierno que aceptando el hambre, la miseria y la ignorancia que se nos impuso desde un sistema injusto con falta de oportunidades reales para quienes no tienen apellido abolengo, como dicen las abuelitas.
El Estado no da herramientas a los jóvenes que nacen en el “sin lugar” y es así como los charlatanes de la guerrilla logran discipular con éxito.
¿Creeremos que esos jóvenes que no han tenido una “oportunidad” de una vida digna, con herramientas y una educación a fuego lento para construir su carácter y criterio, están hablando libremente al país sobre las maravillas de la insurgencia?
¿Qué se puede construir la paz en medio de traficantes de derechos que nos prometieron profundizar en la educación, la salud, la economía y, sobre todo, que iban a convencer a los guerrilleros de desarmarse y formar parte de las transformaciones después de una confesión genuina?
Durante todos estos años de construcción yo hice parte de la búsqueda de esa paz, búsqueda que, por cierto, le dio a Juan Manuel Santos varios réditos en todos los sentidos, un Nobel de Paz en medio de una guerra que no ha cesado. ¿Seguiremos creyendo en que vamos a lograr una paz total en medio del hambre y la miseria, mientras que los políticos del cambio siguen haciendo la política idéntica, sigue la misma corrupción y los discursos llenos de humo?
¿Vamos a construir la paz total en medio de actividades políticas, por ejemplo, como hace poco en San Andrés, con un presidente hablando de un montón de cosas ajenas a las necesidades urgentes de esa comunidad?
¿Vamos a seguir creyendo en todas las formas de paz imaginarias sin ver acciones concretas?
Creí en ese proceso y le di el eco de mi voz.
Jamás seré de derecha.
No pretendo que la respuesta a la desilusión sea el camino sea darnos plomo las 24 horas del día y el derramamiento de sangre en cada esquina y barrio de las ciudades y calles colombianas.
Eso es una caricatura.
Lo que digo es que las cosas no se están haciendo efectivas, que las guerrillas nos vieron la cara, que están mintiendo de un modo u otro, tanto políticos descarados como guerrilleros mafiosos, todos los factores activos de la guerra tienen voceros mentirosos.
Ver a estos niños adoctrinados defendiendo la guerrilla simplemente porque vienen de la extrema pobreza y de la falta de oportunidades nos tiene que llevar a reflexionar y a pensarnos la paz desde una construcción realista, hablando desde la diferencia, sacando la caricatura del proselitismo y empezando a ser parte de esto desde nuestro lugar.
Desde que tengo conciencia, mi país es un país en guerra y lo que más indigna es ver cómo utilizan los políticos esa guerra para sus intereses mezquinos.
¿Cómo estamos construyendo la paz en medio de la guerra que ha marcado a Colombia desde el inicio de la guerrilla en 1964? A lo largo de los años, hemos visto cómo las guerrillas han burlado repetidamente los procesos de paz, incluyendo el más reciente acuerdo firmado en 2016.
Estos incidentes nos obligan a cuestionar la sinceridad de los actores involucrados y la viabilidad de una paz duradera.
¿Cómo pretendemos construir la paz en medio de la guerra y por qué seguimos haciendo las mismas cosas que históricamente no han funcionado para construir la paz? Necesitamos urgentemente un país que genere herramientas, procesos y oportunidades a todas las familias, un país donde reclutar menores para cualquier actividad bélica sea sancionado como un delito de lesa humanidad.
El objetivo de las mentiras políticas.
Hannah Arendt, en su ensayo “Verdad y política”, explica que el objetivo de mentir en política no es que creamos en la mentira, sino que dejemos de creer en cualquier cosa. Según Arendt, la mentira en política busca erosionar la confianza en la verdad misma, creando un ambiente donde la distinción entre verdad y falsedad se vuelve irrelevante.
Porque bien lo dijo una de las entrevistadas: “Ahí hay unas normas y esas normas son como la Biblia y hay que cumplirlas”. Evidentemente, quienes tuvieron el micrófono y hablaron frente a cámaras fueron únicamente a quienes les permitieron y les autorizaron hablar, y por tanto es obvio que escogieron a los discípulos más adoctrinados.
Por eso no podemos simplemente creer en tanta dicha. Yo sigo pensando en las niñas, mujeres y niños abusados, quienes tuvieron que pasar por todo tipo de violencias y la intervención del embarazo obligadas. Nadie me saca de la cabeza eso, ni siquiera los testimonios de sus discípulos.
Colofón, Nota Final y Agradecimiento
En medio de la complejidad de la guerra y la búsqueda de paz en Colombia, es crucial recordar que la verdadera transformación requiere más que promesas vacías y discursos políticos. Necesitamos un compromiso genuino con la justicia, la educación y las oportunidades para todas las personas. Y eso debe ocurrir desde la primera infancia también. La paz no se construye con mentiras ni con la explotación de los más vulnerables, sino con acciones concretas que promuevan la dignidad y el bienestar de cada ciudadano. Solo así podremos romper el ciclo de violencia y construir un futuro donde la esperanza supere al miedo.
Ya les he dicho de muchas maneras y lo seguiré diciendo: soy disléxica con disgrafía, una escribidora del tiempo actual.
Así que, si pasan por el probador de inteligencia artificial este texto, van a poder pensar que está hecho 100% por la inteligencia artificial.
Claro, si se ponen a mirar un programa que cuenta caracteres y explica de dónde viene el texto sin analizar que estos textos constituyen dos y tres horas de diálogos con la inteligencia artificial para asegurarme de que todo lo que se escribe sea exactamente lo que quiero decir, entonces obvio van a pensar que yo chasqueo los dedos y público. Así que antes de que los odiadores empiecen a pasar mis columnas por el probador de inteligencia artificial, sépanlo bien:
yo hablo por horas con la inteligencia artificial para traer estos textos y por supuesto que el resultado pareciera 100% trabajo de la IA. Hoy, por ejemplo, estuve tres horas dialogando con esta herramienta y me siento feliz de ser mujer de este tiempo
. Tener una voz propia con esta herramienta ha sido un bálsamo en la vida e invito a todas las personas con problemas para la lectoescritura y procesos cognitivos diferentes a usar las herramientas que esta modernidad tardía nos brinda para que nadie nos excluya del territorio político que constituye la letra.
Como siempre, mi gratitud absoluta con todas y cada una de las personas que invierten su tiempo en mis letras.
Me encantará leer sus opiniones y comentarios.
Un abrazo.
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