Edu comunicación desde Bio entorno

Por Mar Candela

La Encrucijada de la Gran Aceleración

En medio de la encrucijada definitoria de nuestro tiempo, donde el “gran escape” de la humanidad de la pobreza choca frontalmente con la “gran aceleración” de la crisis ambiental, las voces que logran articular esta tensión con claridad son invaluables. Alejandro Gaviria, en su reciente intervención, no solo diagnosticó la enfermedad de nuestra era, sino que ofreció un marco conceptual robusto que debe ser adoptado por instituciones como la Fundación Bioentorno.

Más Allá de la Solución Tecnológica

Esta fundación lleva 17 años educando y comunicando desde el trabajo directo con mujeres y jóvenes en asuntos ambientales. Para mí, haber compartido un semestre de cerca con esta labor ha sido un honor. Agradezco profundamente a Alejandro por aportar su sabiduría, su mirada crítica y su sensibilidad a un tema urgente y fundamental: el de cuidar nuestra casa común. Al final, si no hay planeta, no tenemos nada.

Gaviria nos confronta con la incertidumbre inherente a este momento. No podemos ignorar la narrativa liberal que confía ciegamente en la innovación económica para salvarnos, ni desoír la advertencia más dura: que el capitalismo, tal como lo conocemos, es fundamentalmente insostenible. Su aporte reside precisamente en obligarnos a transitar entre estas dos visiones extremas, manteniendo la lucidez y la esperanza.

La Ética del Cuidado en lo Cotidiano

Uno de los aportes más potentes de su intervención fue el llamado a un cambio profundo en la conciencia y el comportamiento humano. No bastan las soluciones tecnológicas: necesitamos una transformación ética que nos devuelva la capacidad de sentirnos parte de la naturaleza. Esta urgencia no nace del romanticismo, sino de la supervivencia. En este sentido, la educación ambiental no puede limitarse a la transmisión de datos, sino que debe cultivar una conexión emocional con la biodiversidad. Solo así será posible sostener una ética del cuidado que no se agote en el discurso.

Su análisis sobre la tragedia de los comunes y la necesidad de ingeniería de normas sociales para proteger lo colectivo es especialmente relevante para organizaciones como Bioentorno. Si algo ha demostrado esta fundación es que las transformaciones estructurales comienzan en lo cotidiano: en la forma como nos relacionamos con el agua, con el suelo, con los otros seres vivos y entre nosotras mismas.

Para Bioentorno, y para quienes trabajamos en la intersección entre innovación, educación y ecología, el llamado de Gaviria es inequívoco: urge un cambio antropológico y político. La tecnología no es suficiente; necesitamos una reorientación ética sobre nuestro lugar en el mundo. Su visión, anclada en un humanismo positivo, nos recuerda que la aventura humana no debe darse a costa del planeta.

Su conclusión, inspirada en Gary Snyder —”mantenerse juntos, aprender flores y caminar ligero”—, es más que una metáfora: es un horizonte ético. Un mantra que debe guiar nuestra labor cotidiana, desde la ciencia hasta la poesía, desde la política hasta la educación ambiental.

El aporte de Alejandro Gaviria no es solo un discurso; es una brújula intelectual que ilumina el camino hacia una sostenibilidad genuina. Es hora de que las fundaciones, los liderazgos comunitarios y los movimientos ambientales integren esta lucidez en cada estrategia, asegurando que el progreso económico no sea la lápida del futuro ecológico.

Te invito a ver la ponencia completa de Alejandro Gaviria en el marco del aniversario de Bioentorno. Vale cada minuto.

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