La feminista, la mamá mediocre, la sanadora y la sororidad

Exordio:

He tenido unos tiempos muy complicados en medio de grandes momentos.

Les cuento que la única forma que yo sé relacionarme con el mundo que me rodea es el deseo de la transformación social, el desarrollo humano y el ejercicio de la empatía.

Desde ahí, me hice periodista hace ya casi una década y por esa misma razón soy activista hace ya más de dos décadas.

Toda la resistencia social y las cosas que he ido tejiendo con el ánimo de dejar al mundo un poco mejor de lo que encontré o, al menos, dejar mejor el lugar que habito. Es ambicioso e idealista pensar que podemos cambiar el mundo en pleno.

Cada cosa ya sea para mi propia emancipación de un sistema de pensamiento líquido o el apoderamiento de mi realidad o, ya sea para ayudar a que otras logren tejer y destejer su existencia.

Cada cosa por grande o pequeña la he hecho desde la solidaridad y ante todo desde la sororidad como principio ético. Está tarea la llevo a cabo   de la mano de mi ejercicio de la maternidad, mi rol de ama de casa, mi faceta de pareja, y ahora desde mi posición de estudiante, de universitaria tardía. Desde mi realización profesional es decir como periodista.

Estoy orgullosa de todo lo que he logrado. Deseo ser franca conmigo misma y con ustedes.

Me siento muy cansada.

¡Realmente agotada!

 

La Feminista 

El activismo me ha brindado un lugar para habitar, un lugar desde donde enunciarme y sobre todo un lugar donde poder ser tan libre como me es posible.

También me ha quitado tiempo para disfrutar la existencia. Me ha llevado a caminar muchas millas extra y algunas veces sin beber agua en el camino.  No es una queja.

¡Por favor que nadie lo lea como queja!

No me gusta verme a mí misma como a una mártir.                                                                         Yo decidí ser “la mujer orquesta” porque de otro modo no lograría jamás estar a gusto con mi vida. La realidad de clase que me correspondió y mis aspiraciones existenciales así me lo exigieron.

La vida negada desde que nací me obligó a querer la vida digna y justa que el “sin lugar” me arrebató. Para mí la única opción era activarme, buscar mi lugar y desde allí restaurar mi historia para poder vivir contra todo pronóstico en libertad.

Desde mis búsquedas personales me nació querer ayudar a las otras que también venían “del sin lugar” – torpemente,sin educación, y como mujer neuro divergente hice todo lo que estuvo a mi alcance.

Tejía y destejía mi vida como cada día podía.

Mi único objetivo era vivir putamente libre  y motivar a otras a hacer la misma resistencia. No me arrepiento un solo día de mi vida de esa decisión.

Esa fue mi sentencia desde que nací : o encontraba mi lugar y el apoderamiento de mi vida o moriría en el intento.

En este trasegar decenas de mujeres me han acompañado.

He llorado su llanto como mío y he reído su risa de igual modo.

Ellas me han dado y quitado tanto como ha sido necesario para todos mis aprendizajes. Les he entregado voluntariamente “mis carnes” en todo el sentido desde la cocina hasta la academia.

Me han entregado voluntariamente lo que han podido.

Las he amado, las he odiado, las he extrañado.

A algunas, las he soltado y viceversa. Ellas han hecho exactamente lo mismo conmigo.

He tenido episodios oscuros dentro de mi ser en este Feminismo Artesanal porque desde mi juicio nada objetivo las mujeres donde más puse mi esperanza fueron el lugar donde yo más sufrí. Supongo que la decepción fue mutua.

Uno nunca quiere aceptar que también hirió y decepcionó. Uno, una siempre se ve a sí misma como quien dio lo mejor.

El duelo de amistad es siempre una verdad a medias. Es una mentira que se siente verdad. Trato de abrazar a la villana que todas las personas llevamos dentro mientras la regenero.

No voy a verme como a una pobre mujer defraudada, prefiero verme como quien defraudó y recibió de respuesta lo mismo. Bendigo a todas las mujeres que han hecho parte de mi proceso en las luces y en las sombras.

Feminismo es aceptar que las otras no son nosotras y que nosotras tampoco somos todas y aún así todas debemos luchar individualmente y resistir colectivamente.

En ocasiones todo esto alcanza a deprimirme y romperme el corazón a razón de que muchas veces siento que el aporte qué hago es insignificante o qué he sido demasiado torpe a la hora de ejecutar ideas.

Últimamente lo que más estaba haciendo era sangrar como si cargara un vidrio en el corazón. Con un sentimiento de culpa por perder amigas que amé  al intentar colectivizar sin estar lista para lo que implica la vida en comunidad o manada.

Me culpo por darle prioridad a cosas que me hicieron perder demasiado tiempo y no dieron fruto dulce.

La mamá mediocre

 

Por sobre todo la mayor culpa que me estaba carcomiendo el alma. La culpa por mi maternidad. Ese vacío de no entenderme como madre. Y de justificarme en eso de que   nunca logré entenderme como hija y como no tuve madre entonces “soy fruto de eso”

Los pajazos mentales que sirven como placebo anestesian todos los dolores. El dolor más potente de todos es la culpa. Un suplicio que me recuerda los indescriptibles dolores de parto y la soledad que vivimos todas las madres en pareja o sin pareja en ese proceso de la maternidad. En el fondo siempre estamos solas   tratando de resolver esto de maternar sin morir en el intento. Ese dolor es la impotencia que he sentido frente a una maternidad que encuentro difusa, mediocre y mal lograda es decir mi propia maternidad.

Reconocer que fui más la cuidadora de un gato que la madre de una persona que hoy me demanda a los ojos justicia y reparación .Me acongoja no entender a ciencia cierta todos sus reproches.

“Mamá me hiciste sentir sola, odio que sepas comunicarte con miles de personas y no sepas como hacerlo con tu propia hija “- “has estado presente y como si no estuvieras me he sentido sola” -“estoy harta de compartirte con el mundo”

“Nunca seré feminista. No entiendo para que tanta lucha. Ya nacimos libres y lo que hagamos con esa libertad será lo que marque la diferencia en la historia de las mujeres”

Todas y cada una de esas palabras taladraban mi ser, ya sé que esas palabras fueron los vidrios que he sentido en el corazón en este último año de mi vida. Estoy totalmente decepcionada de mí. y solo resta encontrar el camino para resarcir

Esta angustia me llevó a recordar las esquinas de mi maternidad que he querido olvidar. La esquina donde juré que nunca sería madre porque me aterraba no sabría como ser una madre, nunca fui hija ni tuve madre.

La mujer que me engendró y yo hicimos maromas para recuperarnos, pero fracasamos. Logré ayudar a decenas de mujeres en mi trasegar mientras ella estaba viva y nunca pude hacer nada por ella porque apenas podía mantenerme a flote lidiando con todo lo divergente que soy.

El feminismo me permitió comprender su historia, pero no me alcanzó para sanar la historia.

La mística que llevo dentro me lleva a preguntarme: ¿Será que mi fracaso en mi rol de madre significa algún tipo de castigo divino o karma?

Sigo con mis esquinas del terror que tanto me he esforzado para olvidar

Quise abortar después de haberme tomado dos años para decidir si ser madre o no. Experimente una depresión muy fuerte preparto tenía mucha angustia me castigaba a diario por la decisión de hacerme madre sabiendo que yo no era una mujer sana.

Hay una esquina dulce en todo este proceso y es importante decirlo la esquina donde mi esposo que es el hombre más justo que conozco me acompañó en todo ese infierno.

La esquina donde quise tirarme de un balcón de un quinto piso con mi bebe solo para salvarnos de esta porquería de mundo y la magia de su sonrisita inocente que me decía que las dos podíamos hacer de este mundo un lugar mejor fue lo único que venció a estos demonios.

La mirada de fe de mi esposo sobre mi maternidad cuando yo no tenía ninguna esperanza. Recuerdo que le dije que rescatara porque yo sentía que representaba un peligro para ella .Su paternidad compensaba todo .

Me tomó de la mano y me ayudó a ver cuando estaba enceguecida del miedo. Su paternidad ha sido crucial en todo este proceso.

Miré a mi hija a los ojos le pedí perdón hace unas semanas  y me miró con sus ojos fulminantes que atraviesan todo  y me dijo :

“ deja el drama” “ solo te dije los errores para que se corrijan y no se repitan “ mi deber como hija es rescatarnos cada vez que sea necesario de todo lo que no funciona en esta relación” “ eres mi mamá y no quiero otra  no sabría como ser la hija de alguien más”

– Observe atónita  como quien ve al espejo  y  vi  todo mi carácter reflejado en ella  continuo su narrativa : “ No es suficiente el perdón hay que repararnos  estoy  bien contigo solo hay que actuar a tiempo para que no nos odiemos un día .

El corazón seguía doliendo después del perdón y yo estaba anestesiada con trabajo para no pensar. No sabía ya qué decir o hacer y mi mediocridad como madre se desnudó delante de mí cuando  me pregunté qué debía hacer y no lo sabía.

 

La sanadora 

Hace aproximadamente seis años en mi rol de periodista tuve la oportunidad de conocer a Cecilia Navia, tuvimos en ese periodo tres diálogos de reflexión en el marco del periodismo para el desarrollo humano entre diálogo y diálogo siempre pasaba bastante tiempo.  El más reciente encuentro me permitió conectar con ella de una manera muy especial, ella sin saber lo que yo estaba padeciendo me dio el momento más trascendente en mi existencia actual.

Ella no podía sospechar que en el fondo de mi corazón existía esta crisis de maternidad y esa búsqueda por encontrar respuestas. Me invitó junto con mi hija a su casa para que dialogáramos. Me sentí honrada y privilegiada.

Lo vi como una oportunidad para oxigenarme un poco y tratar de acercarme a mi hija en un espacio diferente.

Lo que no imaginé era lo mucho que mi hija iba a conectar con ella y la manera en que mi hija abrió su corazón y expresó muchas cosas que yo ignoraba fue un momento mágico.

Cecilia empezó a hacer preguntas y las respuestas fluían entre un diálogo y otro.

Almorzamos ,merendamos tomamos vino y ella narró cosas que no pienso prudente  contarles porque fue un espacio personal  y no una entrevista. Estoy completamente segura que ella no sabía que al compartir diferentes situaciones de su vida cotidiana y laboral estaba sacándome los vidrios del corazón.

Para mí su hogar resultó ser como un hospital de almas y ella una sanadora.

Su mirada despejada y  su transparencia me llevó a contarle cosas de mi vida que muy pocas personas saben Y eso permitió un momento que yo estaba necesitando. Me sentí abrazada y acogida por una fuerza superior que no podría describirles no quiero ponerme catequizante porque soy respetuosa de todos los credos y yo tengo una espiritualidad promiscua, pero es preciso contarles que ese día lo que sea que sea Dios en el credo que sea ese día Cecilia fue Dios para mi vida.

¡Tenía que contarles!

 

 

La sororidad

Es imposible terminar este cuento sin hablarles de la sororidad. La fuerza sanadora y el poder de la sororidad la vivo en cada capítulo de mi existencia. Actualmente una mujer está pagando mi educación superior, el pregrado y la especialización . Hace unos días dos mujeres me sacaron de un aprieto que puedo considerar una calamidad. Tengo muchas historias de sororidad que si las nombro una a una nunca acabaría de escribir esta historia.  La experiencia con Cecilia fue pura sororidad, días después una mujer que me presentaron y no sabía nada de mí me invitó a pasar semana santa en su hotel en Neiva. Dé ella les hablaré más adelante es una líder colombiana ,abogada  su nombre es Paola Pineda yo tenía seis años sin salir con mi hija a alguna parte .

La semilla de la sororidad siempre da frutos dulces. Algunas veces sentimos que no fue buena idea ser sororal  con algunas mujeres que nos lastimaron y seguramente hemos lastimado, pero es allí donde recuerdo que somos mujeres semilla y que la sororidad es la más poderosa de todas las semillas, dar es sanador. Darse es emancipador.

No importa cuantas veces sienta que he perdido el tiempo porque soy semilla. Soy tierra, soy sol, soy agua . Soy fertilidad y no es un asunto exclusivo todas podemos ser un mar de frutos dulces si tomamos la decisión de tejer y destejer las realidades, aunque muchas veces nos sintamos como fieras heridas al final del día la empatía y la sororidad que sembramos viene de vuelta .Es posible que no venga de las mismas manos que un día recibieron de ti. Pero ten la seguridad que  vuelve de modos misteriosos. me regocijo en eso, me despido de ti que lees con gratitud por tu tiempo invertido en esta lectura.

 

Avatar de Mar Candela

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