Psicoterapia y otras Posibilidades

Publicado el María Clara Ruiz

La Tristeza no se piensa… Se llora

Estar triste o alegre es algo cotidiano. Depende de muchos factores que están a veces bajo nuestro control, otras totalmente fuera de este. Pero… ¿Cómo gestionamos los estados de ánimo?

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Nos hemos convertido en especialistas en la ejecución de tareas. Controlamos el tiempo, llegamos a hacer varias cosas a la vez y nos enorgullecemos de poder hacerlas. Equivocadamente creemos que con las emociones se puede hacer lo mismo. Y si, se puede. Lo que sucede es que no sirve para nada, así como tampoco sirve ir de aquí para allá como robots haciendo lo que aparece en la agenda que hay que hacer.

No sé de donde ha salido la idea de que las emociones se piensan y que basta con levantarse por la mañana pensando que todo está bien y acostarse por la noche pensando que mañana todo va a ir mejor que hoy. El secreto está en el pensamiento positivo, dicen algunos.

Por supuesto que es mejor pensar en positivo que pasarse los días convenciéndose de que todo va a ir mal. Pero a veces esto también se sale de nuestro control. No por casualidad algunos intentos acaban con fuertes dolores de cabeza, confusiones, sentimientos de culpa por no poder, sensación de no ser capaz.

Porque las emociones y los sentimientos no se piensan. Se sienten y a partir de la consciencia vienen también las diferentes alternativas para gestionarlos. 

Conocernos nos da otra importante información y es la de entender el papel que juega nuestro carácter en la manera como percibimos nuestras experiencias y las emociones que las acompañan.

Un mismo evento puede ser interpretado de manera diferente según el prisma con el que lo veamos. La lluvia puede ser una tragedia para quien deseaba un día de playa y una bendición para quien estaba a punto de perder sus cultivos. Una ruptura de pareja puede ser un drama o una excelente oportunidad para cambiar. Un duelo puede parecerse a la muerte o también a un verdadero despertar.

La vida puede ser una constante lucha entre pensamientos que se atropellan en nuestra mente o un fluir de sensaciones que acompañan los acontecimientos, unos felices y otros desdichados, en los que las emociones aparecen para ser vividas.

La tristeza no se piensa. Se llora. La alegría no se piensa. Se ríe. La vida no se piensa. Se vive.

María Clara Ruiz

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