Psicoterapia y otras Posibilidades

Publicado el María Clara Ruiz

Amor… Compromiso y Realidad

Creemos conocer los códigos de la seducción, del enamoramiento, de la sexualidad e incluso del amor… hasta que, por A o por B, algo se rompe dando lugar al desengaño y hay que empezar de cero… Solos.

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«Me iba antes de tiempo porque no sabía que sólo era el principio»… ¿Te suena esta frase? La dicen muchas veces quienes se atreven a cuestionar su vida afectiva, cuando después de varios intentos se encuentran, una vez más, con la soledad no deseada.

Aún ahora, cuando se supone que hemos adelantado tanto, los recuerdos ancestrales, los fantasmas de hace tiempo siguen revoloteando por nuestras habitaciones, jugando con nuestros sentimientos muchas veces ignorados.

Ya sabemos que el amor de Cenicienta está muy lejos de ser real y, sobre todo, deseable. Y que Penélope hubiera podido hacer miles de cosas interesantes, en vez de pasarse años tejiendo y destejiendo mientras su querido Ulises decidía volver a casa. Y que las mujeres-madres han dejado de ser el prototipo de la pareja ideal para los hombres de hoy, que dicen —al menos algunos— sentirse más cómodos con compañeras en condiciones de igualdad.

Nos sentimos evolucionados/as y libres, dueños/as de nuestras decisiones. Creemos conocer los códigos de la seducción, del enamoramiento, de la sexualidad e incluso del amor… hasta que, por A o por B, algo se rompe dando lugar al desengaño y hay que empezar de cero… Solos.

Menos mal que ahora podemos echarnos para atrás cuando algo que nos encantaba no nos gusta ya. Que unirse y desunirse es algo tan cotidiano como cambiar de forma de pensar. Menos mal que no tenemos que aguantar relaciones insanas por miedo al «¿qué dirán?»    Y que nadie nos obliga a permanecer con una pareja, si no lo deseamos.

Menos mal, hasta que esa libertad se convierte en su contrario, cuando se entra en la espiral de un permanente comienzo, da igual con quién, que nunca llega a ser más que eso: Un comienzo.

Menos mal, pero triste, cuando al primer conflicto se sale huyendo de relaciones afectivas que sólo pueden crecer en la cercanía. Relaciones que no surgen de la nada, como en las películas, pero que tienen su encanto por la necesidad de completarse cada día. Relaciones que no prometen más que la posibilidad de una experiencia significativa. Relaciones reales, que duran lo que duran.

Cuando se entra en un sistema de usar y tirar a veces se incluyen las relaciones afectivas, como si también se pudieran dejar en un contenedor de basura. Tiene su gancho, porque una relación que se corta antes de empezar prácticamente, duele poco. El vínculo es tan débil, que el «te quiero» de ayer, hoy puede ser transferido a cualquier otra persona. No amenaza, no duele, no vuelve la vida un caos si se acaba.

Pero también tiene su trampa convertir el mundo emocional en un «hola» y un «adiós» permanente. Porque se puede olvidar que esto sólo era el principio.

Comprometerse con las relaciones no quiere decir jurar ante todos los santos amor eterno. Quiere decir apostar, porque se cree en algo. Unir lazos y fortalecerse juntos… o sea… vincularse.

Comprometerse también supone crear realidades en compañía y esto, a su vez, supone afrontar conflictos y aceptar que todos los días no son viernes.

Crear realidades supone encontrarse, amar, reír, disfrutar, pelear, enfadarse, temer, volver y a veces… sí, a veces llorar y otras veces acabar.

No quieras cambiar esa realidad por una carroza encantada, ni pretendas encontrar a una Penélope esperándote sentada, mientras teje nada. No quieras cambiar el riesgo del amor, por miles de intentos de encontrar príncipes o princesas sólo dignos de esos fantasmas que revolotean por tu habitación.


En las cosas del amor, la realidad también puede superar a la ficción.

María Clara Ruiz

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