¿Quién se inventó festejar el cumpleaños con una torta? ¿Por qué tenemos que comer un pastel con velas y pedir un deseo cada vez que cumplimos un año más de vida? ¿Qué tiene que ver la torta con el paso del tiempo? Estas son preguntas que seguramente muchos nos hemos hecho alguna vez, sobre todo cuando estamos a punto de soplar las velas y pedir un deseo. ¿De dónde viene esta tradición tan dulce y deliciosa? ¿Qué significado tiene? ¿Y por qué siempre hay que ponerle una vela por cada año de vida?

¿Qué les parece si hacemos un viaje en el tiempo para descubrir por qué festejamos nuestro cumpleaños con una torta?

En las lejanas tierras del Nilo, en Egipto, veneraban a los faraones como auténticos dioses, y creían que al ser coronados, estos se convertían en deidades. Y en ese momento se celebra su “nacimiento como dios”, entonces organizaban una tremenda fiesta, pues claro, cuando te conviertes en un dios, ¡necesitas celebrar con estilo! Tirar la pirámide por la ventana. Y eso fue lo que ocurrió en el tercer milenio a.C., cuando Menes, el fundador de Menfis y uno de los primeros faraones egipcios celebró su nacimiento como dios. Fue en su época cuando se tiene registro del primer cumpleaños celebrado en la historia ¿Pueden imaginar la magnitud de esta fiesta? Hasta los esclavos eran libres ese día y Egipto se emparrandaba por todo lo alto.

Y la celebración incluía un gran pastel. Puedo imaginar a Menes sentado en su trono, con una gran corona y la super torta frente a él. Se dice que la forma redonda del pastel y las velas que lo adornaban simbolizaban la luna llena.

Abandonemos la arena del Sahara y viajemos a la majestuosa Grecia, donde también se conoce la segunda torta de cumpleaños más antigua que data del siglo IV a.C. y fue elaborada por los antiguos griegos en honor al cumpleaños de la diosa Artemisa, la protectora de la naturaleza y la caza. Los griegos preparaban las obelinas, unos panes redondos con miel y frutos secos, que también simbolizaban la luna llena, y los adornaban con velas encendidas, que representaban la luz divina. Los fieles llevaban estas ofrendas al templo de Artemisa y las compartían entre ellos después de hacer sus plegarias. Y esta historia me encanta porque Artemisa es mi deidad griega favorita, ella es toda empoderada, rebelde, es la diosa feminista del panteón griego.

Ahora volemos en un Pegaso griego hasta Roma, donde también se celebraban los cumpleaños con tortas, pero sólo se festejaba el natalicio de los hombres (el patriarcado en todo su esplendor) ya que las mujeres no tenían derecho a este festejo sino hasta el siglo XII d.C.

Los romanos hacían unas tortas saladas con harina, queso y huevos, y las servían en las fiestas familiares o públicas. Algunos emperadores, como Augusto o Nerón, recibían tortas gigantescas con su efigie o con escenas de sus hazañas. Pero resulta que, en la Roma antigua, solo los hombres realmente importantes y de rango alto tenían el privilegio de celebrar su cumpleaños. Los pobres sólo conmemoraban el aniversario de la muerte del patriarca en una festividad póstuma conocida como “Genesia”.

Adelantamos nuestra maquina pastelera del tiempo y llegamos a la Edad Media en Alemania. Surgía una tradición que sentaría las bases de los pasteles modernos, los panaderos alemanes crearon un pan redondo con miel y frutos secos llamado “Geburtstagorten”, que significa “pastel de cumpleaños”. Lo interesante es que este pan se horneaba en un molde especial con un agujero en el centro. ¿Sabes por qué? ¡Porque al sacarlo se podía insertar una vela encendida que representaba la luz de la vida! Una hermosa manera de representar el paso del tiempo y la celebración de un nuevo año de vida.

La costumbre de poner una vela por cada año de vida también tiene su origen en Alemania, donde se creía que los espíritus malignos acechaban a las personas en su día de cumpleaños. Para protegerse de ellos, se encendían velas que simbolizaban la fuerza y el poder del cumpleañero, y se le pedía que soplara con fuerza para alejar a los malos espíritus. Además, se le concedía un deseo que debía guardar en secreto para que se cumpliera. Le debemos a los alemanes el deseo del cumpleaños.

Tres tortas de miel después, ya en el siglo XVII, los pasteles comenzaron a tener múltiples capas, glaseado y decoraciones elaboradas ¡Se hizo realidad el sueño de todos los adictos de los pudines!

Pero había un pequeño problema: solo las personas adineradas podían permitirse semejante exquisitez. ¿Puedes imaginar a la gente común mirando a través de las vitrinas de las panaderías y diciendo: “Algún día, mi querido pastel de cumpleaños, algún día mi paladar te probará”?

En la Edad Media, la torta de cumpleaños se convirtió en un símbolo de la nobleza y el poder. Los reyes y los nobles encargaban a los pasteleros unas tortas elaboradas con ingredientes exóticos y caros, como el azúcar, las especias, las frutas confitadas o el chocolate. Estas tortas se decoraban con oro, plata, joyas o escudos heráldicos, y se exhibían en las cortes como muestra de riqueza y prestigio.

Nos subimos en un saco de harina volador y aterrizamos en el siglo XVIII cuando la torta de cumpleaños se popularizó. Por suerte, llegó la revolución industrial y con ella la democratización de los pasteles de cumpleaños. La Revolución Industrial generó un abaratamiento de los ingredientes. Los obreros y los campesinos empezaron a hacer sus propias tortas caseras con harina, mantequilla, huevos y azúcar, y las adornaban con velas según el número de años que cumplían. ¡Vualá! Ahora todos podían tener su porción de felicidad azucarada en su día especial. Y así, el pastel de cumpleaños se convirtió en una tradición extendida por todo el mundo.

Con el paso del tiempo, la torta de cumpleaños fue evolucionando y adquiriendo diferentes formas, sabores y decoraciones, según la cultura y el gusto de cada país.

Así que ya sabes, la próxima vez que te inviten a un cumpleaños o que celebres el tuyo, no olvides agradecer al faraón Menes y a los alemanes por haber inventado esta maravillosa costumbre que nos permite disfrutar de un momento dulce y divertido. Y recuerda pedir un deseo antes de soplar las velas ¡Tal vez se te cumpla!

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