“Si un mapache publica un meme en Internet y nadie lo comparte, ¿existe realmente?” se preguntaba Erwin Schrödinger mientras se rascaba la cabeza, muy confundido por la falta de “likes” en su última publicación de Instagram.

Entre los memes de mapaches bailarines y los acalorados debates científicos sobre si la pizza debe llevar piña o no, se encuentra una teoría revolucionaria que inventé después de profundos meses de estudio: la Teoría del Gato Cuántico. La teoría original es atribuida al renombrado físico Erwin Schrödinger. Mi variación de la teoría postula que, en el inmenso universo digital, la realidad de un meme, un post o cualquier otra forma de contenido en línea es incierta hasta que no recibe un par de “Me gusta” y es compartida al menos tres veces.

Supongamos que tienes un gato blanco con negro, de esos ordinarios que salen en el empaque de comida gatuna. Tu gato ordinario, que tiene una vida ordinaria, tiene como principal preocupación encontrar el lugar perfecto para dormir una de sus múltiples siestas (que usualmente es el teclado del compu mientras intentas trabajar). Un día, decides inmortalizar a tu perezoso michi en un meme. Tomas la foto más graciosa, le pones una frase divertida, le das un filtro sepia para darle ese toque vintage y lo subes a Facebook.

Aquí es donde la magia cuántica entra en juego. Hasta que alguien interactúe con ese meme, comentando, dando un “Me gusta” o compartiéndolo, el meme de tu gato está en un estado de superposición cuántica. En palabras simples, simultáneamente existe y no existe en el inconmensurable mar de contenido de la red. Si nadie lo ve, ¿realmente está ahí? ¿Realmente existe? Schrödinger, mi buen viejo Schrödinger, debe estar revolcándose en su tumba, o riéndose a carcajadas, nadie lo sabe.

Mi Teoría del Gato Cuántico sugiere que la realidad en línea es incierta hasta que se comparte. El concepto es simple: la realidad en línea necesita validación. En la era digital, si un contenido no tiene suficientes interacciones, es como si nunca hubiera existido. ¿Acaso no es la medida del éxito en redes sociales el número de corazones, pulgares arriba y repost que se acumulan? Si no lo comparten, tu meme y tu post no existe en esta realidad.

Entonces, imagina que tu meme gatuno recibe un “corazoncito” de la persona que te gusta y un compartido de tu ex compañero de colegio con el que nunca hablabas. De repente, el meme empieza a cobrar vida. No solo existe, sino que comienza a expandirse, a saltar de una red a otra, de un dispositivo a otro, trascendiendo las fronteras de lo cuántico para convertirse en una realidad digital palpable.

Pero, ¿y si nadie interactúa con tu michi meme? Aquí comienza la paradoja cuántica. Si nadie le da “me gusta”, lo comenta o lo comparte, tu meme se encuentra en un estado de limbo. Como el gato en la caja de Schrödinger, tu creación está en una superposición de estados: es simultáneamente visto y no visto, olvidado y recordado, apreciado y despreciado. Si nadie le da “me gusta” a tu meme ¿En realidad existe tu meme?

Está de más explicar que la Teoría del Gato Cuántico no solo aplica a los memes, sino a toda publicación en redes sociales. Cuando este post sea compartido en mis redes sociales entrará en la paradójica cuántica.

Ciertamente, las implicaciones de esta teoría son profundas. Cada “compartir”, cada “me gusta”, cada “jajajaja” colapsa la función de onda, revelando la realidad del meme o la publicación. Una publicación con muchos likes y compartidos es un gato vivo y que ronronea feliz, mientras que uno con pocos o ninguno, languidece como un gato en una caja sellada, su destino incierto.

Entonces en el universo digital cuántico, los memes y post son partículas subatómicas y los “compartir” son ecuaciones complejas, su existencia y las variaciones de ella dependen de la interacción del observante.

Mientras lees, en el invisible ciberespacio millones de memes de gatos y post de escritores esperan pacientemente, pero con un poco de angustia, a que alguien les dé un “Me gusta”. Cada clic puede alterar el curso de la historia digital y quizás la historia de la humanidad.

La Teoría del Gato Cuántico enseña una valiosa lección sobre la realidad digital: todo es incierto, la incertidumbre es la reina hasta que una publicación es validada con un “Me gusta”, un comentario y un compartido. La próxima vez que publiques algo en Internet, asegúrate de que al menos tres amigos le den su aprobación cuántica. De lo contrario, tu publicación existe y no existe, estarás tu y tú meme en una paradoja cuántica.

Espero que le des “like” a este post; ayúdame a que salga de la paradoja cuántica.

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