El 19 de julio esperé con mucha emoción el estreno de la nueva temporada de “Betty la Fea”. Sin embargo, seis capítulos después, Betty va floja, muy floja. Numerosas críticas atribuyen el éxito de esta “tercera temporada” (porque ya hubo una segunda parte que fracasó) a la gran nostalgia que producen sus personajes y recordar el universo de Betty, así como captar nueva audiencia y nuevas generaciones hacia Betty.

En eso no estoy de acuerdo. Considero que el éxito continuo de “Betty la Fea” se debe a factores más profundos que la simple nostalgia. La telenovela original ya había conquistado a un público más amplio y muy diverso, sin necesidad de apelar a la nostalgia. Betty estuvo en Netflix largas temporadas y no salía del top 10 de las más vistas en distintos países, y exactamente igual pasó en Amazon. Esto demuestra que la telenovela en sí misma posee un atractivo perdurable. Y está en streaming para que la veas todas las veces que quieras.

¿Pero por qué Betty la Fea ha sido un rotundo éxito imparable desde 1999? No es un solo motivo, es una combinación de factores que mezclados dieron la receta perfecta de una producción de éxito global, cautivando países y culturas diferentes. Betty tiene una mezcla de factores culturales, narrativos y de producción únicos.

Betty la Fea” aborda temas universales y relevantes que personifican sentimientos, emociones y situaciones que las personas han sentido, vivido o presenciado. Para mí el primero es: la autoestima, el amor propio y la belleza interior.

La historia es disruptiva, porque su centro es una protagonista que no cumple con las normas estéticas tradicionales y desafía con miedo, pero con valor, los estándares convencionales de belleza. La telenovela muestra la hegemonía de la belleza tradicional como fuente de poder y privilegios, que oprime y explota a aquellos que no cumplen con esos estándares.

Y Fernando Gaitán fue capaz de decir esto de una manera sensible y humorística, a través de unos personajes complejos y maravillosos que encarnan las dos orillas del río: la belleza poderosa, arrogante y con el poder del menosprecio hacia los que habitan la otra orilla, la de los “no bellos” porque no lucen igual a los estándares de belleza establecidos. Cada uno de ellos representa una faceta de la sociedad y nos permite experimentar una amplia gama de emociones, desde el dolor de la exclusión hasta la alegría de la autoaceptación.

Encontramos personajes completos, son todo un mundo, ellos abordan todo esto y le hacen vivir al espectador el dolor de la autoestima, del sentirse menos, de la autoestima lastimada por ser considerados “feos”, pobres, mal vestidos, muy altos, gordos, negros, madres solteras, mujeres maduras… y durante la telenovela los vemos transitar por un camino de autoaceptación, un proceso que hacen de manera individual y también acompañados por amigos. Betty permite comprender un concepto diferente de belleza interior, el valor real que deben tener las cualidades y capacidades personales frente a la apariencia física, la ropa, la edad o el estrato social. El éxito de “Betty la Fea” se debe a su capacidad para conectar con la audiencia a un nivel emocional profundo.

Y esta nueva temporada de Betty no tiene nada de eso, pero ni una pizca, ni un recorte, ni una sola escena. (Alerta de spoiler) Hubo un seudo intento muy burdo y simplista cuando hicieron que Betty volviera a su look original. Una escena absolutamente floja y carente de profundidad narrativa, que fue salvada por la excelente actuación de Ana María Orozco.

El segundo tema universal es: el amor y las relaciones verdaderas, y no solamente el amor romántico y de pareja de Betty y Armando, sino también la telenovela profundiza en las amistades, las relaciones familiares y las dinámicas laborales.

Encontramos el desarrollo de la amistad en todos sus matices, con sus claroscuros, y sus días coloridos, para ello tenemos la amistad entre el cuartel de las feas, a Marcela y Patricia, Betty y Nicolás, Betty y doña Catalina. Son ejemplo perfecto de cómo la amistad puede ser compleja y multifacética. La incondicionalidad, la crítica, el egoísmo, los desacuerdos. Fernando Gaitán aborda todo, cada faceta de lo que significa ser amigos y de lo que también significa ser un falso amigo.

Las historias paralelas que Gaitán crea en varios personajes giran alrededor de las relaciones humanas auténticas entre amigos y colegas. Son historias tan sólidas, con personajes tan completos y complejos, situaciones tan reales y cotidianas que logran conectar con la historia a cualquier persona fuera de Colombia, no importa si son alemanes, turcos o chinos.

Y en “Betty la Fea, la historia continúa” no existe esto. No hay historias paralelas que cuenten otras realidades, ni se desarrollan situaciones y problemas reales que le suceden a cualquier ciudadano de a pie, sea de Vietnam o de España. Como, por ejemplo, uno simple que vimos muchas veces en Betty la Fea: no tener para el almuerzo y que sean los amigos los que te ayuden para que no te quedes sin comer.

En la nueva Betty no existe el desarrollo de la cotidianidad de los personajes, de esas cosas tan sencillas pero reales que logran conectar al espectador con la historia. Hasta ahora, en los seis capítulos que van emitidos, de los 20 que son, no nos han contado ni desarrollado ninguna historia de ningún personaje. No sabemos nada de lo que les sucedió en 20 años, más allá de lo que brevemente en diálogos fugaces pudieron mencionar de algunos y tampoco hay historias paralelas con los nuevos personajes.

Personajes como el cuartel de las feas (que hoy son dos), Patricia, Freddy, el papá de Betty, Nicolás y Hugo son casi que utilería, un comodín que utilizan dentro de los capítulos para generar situaciones o diálogos “chistosos”, como un detonante de humor vacío, carente de sentido y repetitivo. No hay desarrollo de historias en ellos, por lo menos hasta ahora en estos primeros seis capítulos.

Al papá de Betty lo convirtieron en un bufón que repite “el diablo es puerco” en diferentes escenarios y han intentado crearle algunas nuevas frases graciosas, cosa que no han alcanzado con éxito. Es una lástima esto, porque el personaje es maravilloso y el actor es genial. Y esto mismo está pasando con Freddy, con Patricia, con Nicolás y hasta con Hugo, se han convertido en caricaturas unidimensionales, carentes de la profundidad y complejidad que los caracterizaba en la telenovela original.

En cuanto a los nuevos personajes… ni qué decir, solo sabemos como se llaman y lo que fugazmente han dicho de ellos, son como un cuento mal contado.

Y todo lo anterior nos lleva a que ese es otro factor de éxito de Betty la Fea, el desarrollo de personajes complejos.

En “Betty la Fea” los personajes son multidimensionales, son humanamente tan complejos que van evolucionando mental y físicamente capítulo a capítulo. Desarrollan y muestran inteligencia, vulnerabilidad, ingenio, bondad, envidia, maldad; todas estas dimensiones y más se desarrollan en los personajes, y eso los hace reales, se van transformando en pantalla a medida que los golpea la realidad de su vivir y de sus decisiones. Algunos obtienen redención, otros se vuelven más sombríos, otros crecen y florecen. Y todo esto logra que el espectador se identifique no simplemente con el personaje, sino también con las decisiones que toma, en cómo afronta las consecuencias y qué emociones experimenta en cada situación.

Desde cómo se sintió Patricia la primera vez que se subió a un bus, hasta cómo afrontó Aura María el acoso del jefe. La multidimensión de cada personaje permite que la audiencia pueda identificarse con vivencias, emociones y decisiones, no simplemente con el personaje.

La riqueza de “Betty la Fea” no reside solamente en sus protagonistas “Betty y Armando”, sino también en sus personajes secundarios, cada uno con sus propias historias y matices. Desde el leal Nicolás Mora hasta los empleados de Ecomoda, cada personaje aporta una perspectiva única y enriquece la narrativa principal. Estos personajes no solo proporcionan el respiro cómico, sino que también abordan temas importantes, creando una trama multifacética y envolvente.

En “Betty la Fea, la historia continúa” esto no ocurre, porque no sucede nada, no hay situaciones cotidianas, no hay problemas diarios por resolver, no hay historias paralelas, no hay nada, dejando un vacío narrativo que impide que los espectadores se involucren emocionalmente con los personajes. La cotidianidad, tan presente en la telenovela original, también está ausente en la nueva versión. Los personajes parecen flotar en un vacío, sin problemas personales ni desafíos reales que los afecten en su día a día. La falta de desarrollo de los personajes y de las relaciones entre ellos hace que la historia se sienta plana y poco interesante.

Y esto último es uno de los éxitos de “Betty La Fea“, la capacidad de Gaitán de llevar la cotidianidad a la pantalla de manera tan entretenida y realista. Esa narrativa maravillosa de cada subtrama que es interesante y humorística, sin caer en el ridículo. Cada personaje contribuye al desarrollo de la trama principal y refuerza los temas universales de la serie. Esto es algo de lo que carece por completo esta “nueva” Betty.

La sentencia para mí es clara: “Betty la Fea” es un éxito por un guion y una dirección sólidos y de calidad. Bajo la dirección de Mario Ribero y el brillante guion de Fernando Gaitán, “Betty la Fea” tiene un equilibrio perfecto entre comedia, drama y romance. La narrativa de la telenovela es coherente y mantiene a la audiencia enganchada con sus giros sorprendentes y momentos muy emotivos.

Las actuaciones de los personajes originales son maravillosas, es su calidad actoral lo que salva esta nueva historia de Betty. Los actores luchan por darle vida a personajes unidimensionales y a historias poco desarrolladas, hacen lo mejor que pueden con esos guiones e historias flojas, con el paupérrimo desarrollo de la historia de cada personaje.

Por ejemplo, Betty ya no es Betty, ya no es la brillante economista que con su inteligencia, creatividad y audacia encontraba soluciones para superar los problemas empresariales. La Betty de ahora es una mujer muerta del susto que no es capaz de crear soluciones, necesita un abogado que la ayude a encontrar caminos y hable por ella. La Betty de antes era empoderada y casi autosuficiente.

Y aunque Betty sufría de burlas constantes, jamás se dejó intimidar, enfrentaba y superaba los prejuicios sociales y las burlas. Como dicen coloquialmente, “no se dejaba de nadie”. La Betty de hoy no habla, se deja gritar, no impone su criterio, no calma crisis, no dice nada.

Fernando Gaitán investigó a fondo para crear un mundo empresarial realista en ‘Betty la Fea‘. Los problemas de Ecomoda son los reales que le suceden a una empresa y que sucedían en esa época en muchas empresas de Colombia. Cada cosa que hicieron Armando, Mario, Betty y Nicolás puede suceder en la realidad colombiana dentro de una empresa.

En la Betty de hoy no hay eso (alerta de spoiler). En Colombia a nadie meten preso por no pagar las cesantías a sus empleados y no existe eso de pagar una fianza para salir de la cárcel, como ocurre en Estados Unidos. En Colombia, para salir de la cárcel, Armando habría tenido que esperar vencimiento de términos.

En ‘Betty la Fea, la historia continúa‘ hay muchas situaciones absurdas, sin ningún sustento real dentro del entorno empresarial y legal de Colombia. El esfuerzo de Gaitán por lograr llevar a pantalla una realidad empresarial se esfumó en esta nueva versión de Betty.

Voy a terminar de ver esta nueva Betty, para seguir dándole la oportunidad a cada uno de esos maravillosos personajes, que hasta ahora en esta nueva versión los usan como utilería para generar el “momento cómico”.

En definitiva, “Betty la Fea, la historia continúa” se siente como un café de 20 días de preparado, recalentado y sin cafeína: su esencia fue deliciosa, pero ya no es lo mismo y es poco probable que sea consumible, por lo menos con gusto. En vez de esa mezcla perfecta de humor y profundidad que nos ofrecía la Betty original, esta nueva versión es una parodia sin sustancia, como si le quitaran al Carnaval de Barranquilla todas las comparsas. Al final, lo que realmente extraño no es solamente a la Betty osada e inteligente, sino a esa narrativa de la vida misma, compleja, divertida y conmovedora.

Tal vez todavía haya esperanza en esos episodios restantes, y con suerte, quizás el guionista encontró el camino de regreso al corazón de Ecomoda.

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