En estos días, se conmemoró el centenario del nacimiento de Orlando Fals Borda en
Barranquilla, el 11 de Julio de 1925. Sin duda, uno de los más destacados científicos sociales de
Colombia y de América Latina. Fundador en 1959, en asocio con Camilo Torres, de la facultad
de Sociología de la Universidad Nacional, la primera en el país. Fue un destacado y original
investigador social, alma e impulsor de un análisis crítico de la realidad de la sociedad
colombiana y caribeña. Estructuró un proceso de producción de conocimiento de la realidad
social, articulado a una acción transformadora de esa realidad. La suya, no era una
investigación intelectualmente especulativa y “neutra”, limitada a generar un conocimiento
teórico – especulativo, sino incorporada, en su construcción y aplicación, a la solución de
problemas y desafíos concretos, de los cuales surge el conocimiento y a los cuales este regresa.
En ese escenario, el papel clave lo juegan los campesinos, como gestores sociales que, con sus
conocimientos y saberes propios, así como con su compromiso y participación en actividades
solidarias y cooperativas, de naturaleza comunitaria, especialmente en el ámbito de las
veredas, promueven ese cambio. Esta aproximación ya había dado un primer resultado en
1958, con la creación de las juntas de acción comunal, concebidas e impulsadas por Fals Borda,
las cuales se volverían una presa codiciada por los políticos, por ser articuladoras e impulsoras
de iniciativas y emprendimientos de las comunidades; las juntas fundamentan en los espacios
veredales, la voz y la presencia de esas comunidades, y que llegarían a las ciudades, a
hombros de las familias campesinas que se fueron desplazando de manera voluntaria o
forzada, asentándose en los bordes informales de las ciudades; urbanizándose en la
marginalidad.
Así, en los años setenta, nació y se desarrolló en varios países del trópico, el sistema de análisis
y acción, la investigación – acción participativa (IAP), que confronto la rutina académica
imperante. Es una síntesis de saberes académicos universales y de las experiencias de vida en
comunidades concretas, que generan un conocimiento arraigado en esas realidades, en sus
necesidades y posibilidades; un conocimiento construido en ese contexto social, alimentado
con la empatía y la simpatía hacia los demás, que permiten entender al otro; lo contrario de la
imposición académica. Es una aproximación sentipensante a la realidad, que combina corazón
y cabeza, con una actitud de observar y participar, no de imponer, a partir del respeto al otro,
dándole sentido a la participación en un proceso, donde confluyen la acción y la reflexión.
La IAP es un compromiso con el cambio social, no un simple mandato. Busca construir puentes
entre el conocimiento, las herramientas tecnológicas desarrolladas y la situación específica en
consideración. La comunidad y sus miembros y líderes, pasan de ser objetos de las políticas y
de las acciones, a ser sujetos de ellas, generando una relación entre iguales. Es el camino para
dejar atrás al viejo régimen, controlado por las clases aristocráticas; en adelante, será la
cultura popular la que gobierne. Además, implica pasar del campo de la técnica, al de las
vivencias, con su contexto social, lo que requiere la recuperación de la historia popular. Fals
desarrolla la tarea en su investigación de La historia doble de la Costa, reforzado por su
reclamo de aprender a pensar con independencia, necesario para sembrar las semillas del
cambio de la realidad vivida y de su comprensión.

Ese conocimiento de las realidades concretas no “se recoge” por medio de encuestas
cerradas, sino de entrevistas, de encuestas abiertas que orientan y organizan la conversación.
Y son los campesinos en tanto que gestores sociales, con sus conocimientos y saberes propios,
los promotores del cambio necesario para desarrollar actividades comunitarias, solidarias y
cooperativas.
Ese era el enfoque, la aproximación de Fals a la realidad de Colombia, fundamentada en su
mundo rural y en el campesinado como el centro que le da su sentido, su lógica de
estructuración y su dinámica social, con sus protagonistas y conflictos. En su análisis y en su
metodología investigativa, ese mundo rural es el centro, desde donde se comprende a
Colombia, y donde lo urbano es asumido desde esa perspectiva, de un mundo urbano
ruralizado por el proceso fundamental de la migración campesina, de desplazamientos
poblacionales continuados, por la violencia y por la pobreza.
Orlando Fals plantea la necesidad de una democracia radical, cimentada en los valores
fundantes de los pueblos originarios. No es importada o copiada, nace de nuestra entraña
social y cultural. La democracia solo es posible, si es socialista, ni marxista ni totalitaria; no
como copia de otros, sino como expresión de nuestra realidad. Es en los saberes campesinos,
donde subsisten esos valores fundantes, que alimentan la producción de los necesarios
conocimientos sociológicos y las soluciones a problemas concretos
La investigación – acción participativa (IAP) como acción transformadora de la realidad, se
basa en la organización de los esfuerzos de los sujetos sociales para constituirse en un poder
popular “de abajo hacia arriba”, que combina conocimientos y experiencia, en el marco de
una filosofía de participación, ni dogmática ni autoritaria, que origina un proceso de acción
transformadora y de auto organización, basada en el auto reconocimiento y en el
conocimiento intersubjetivo, que permite el avance social y la transformación cualitativa y
cuantitativa de las comunidades, donde todos sus miembros son sujetos, a partir de una
dinámica de acción y reflexión; su propósito, “actuar localmente, con mirada global y avanzar
hacia acciones globales, sin perder o anular lo local”.
Aborda el ordenamiento territorial, a partir de la región entendida como la formación social
surgida de un proceso que es histórico y natural, abordado en la perspectiva de una
concepción orgánica de la historia, que combina lo sociológico con lo geográfico, lo político y lo
histórico. Las regiones son la articulación histórica de provincias que manejan sus propios
recursos, para la satisfacción de sus necesidades básicas, neutralizando así la intervención
gamonalista, clientelista.
Propone la figura de un Pacto Social y Político sustento de una democracia integral, de base
territorial, a partir de priorizar las regiones y las provincias. Ese trabajo de construcción desde
la base, será la tarea de un movimiento ciudadano, no de un partido, que no sea impuesto
desde arriba, sino expresión política de una democracia radical y de un socialismo raizal y
ecológico. Una democracia que reconozca la existencia de regiones diversas con sus distintos
orígenes y sus geografías múltiples, para reconfigurar el país a partir de su reordenamiento
territorial y de la apropiación de sus territorios y riquezas, por parte de las comunidades
organizadas. Así se construye una democracia radical que permita “la apropiación colectiva del

poder del Estado por parte de la población organizada, donde el saber popular y las tradiciones
ancestrales sean reconocidas y valoradas” (Gerardo Ardila).

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