En la celebración de la resurrección de Cristo, un ataque suicida contra los cristianos dejó más de 70 muertos. Los talibanes reconocieron la autoría del atentado, ocurrido el domingo 27 de marzo en Lahore (Pakistán), y explicaron que, precisamente, su objetivo eran las familias que celebraban la Pascua. La muerte de Dios fue decretada por algunos filósofos desde hace más de un siglo, así que parece inexplicable que en pleno 2016 ocurra un conflicto religioso. Esto es analizado por el profesor David Cornell Ph.D., quien empezó su carrera quemando biblias en sitios públicos y jalando burkas en Europa.
“Lo primero que debemos tener claro”, dice Cornell, “es que los talibanes no representan a todos los musulmanes. Ellos son una facción extremista, como la tienen la mayoría de las religiones”. El sentido de esta afirmación es evitar que siga creciendo el odio contra los islámicos, lo que podría encrudecer el conflicto, como ya sucede. Muchas personas, según el profesor, simplifican demasiado la situación, pues de entrada tachan cualquier creencia de absurda y a todo creyente, de imbécil: los antirreligiosos también se han vuelto fundamentalistas.
Es comprensible, destaca Cornell, que acontecimientos como el atentado de Lahore susciten preguntas metafísicas que suelen responderse con escepticismo absoluto: “¿por qué Dios permite hechos tan atroces, más aún, el día de su propia resurrección?” Pero decir, simplemente, “Dios no existe”, deja el problema intacto. Los conflictos religiosos nunca han sido sobre Dios, ni siquiera sobre la creencia. “Al principio, cuando hacíamos misas negras en las que matábamos pollos, insultábamos a los pastores a la salida del culto o fingíamos ser parapléjicos que volvían a caminar, confundíamos la fe y la política”, cuenta el profesor.
Una vez, le preguntaron a Cornell, a quien la gente toma por gurú: “¿cómo hacer para acabar con la violencia religiosa?”; y él respondió con tono solemne: “debemos entender que este es un problema tan antiguo como la humanidad. Muchas de las religiones han sido perseguidas en algún momento de la historia, así como muchas de ellas han protagonizado persecuciones contra otras. Hoy en día, existen religiones sin Dios, como la democracia o el ambientalismo, lo que demuestra, de nuevo, que los conflictos religiosos no tienen nada que ver con lo sagrado, son más bien asuntos políticos. Me tardé bastante en entender que no es cuestión de ateos o creyentes. Es posible que la violencia religiosa nunca deje de existir por completo, pero para mitigarla solo hay una alternativa: tomarse en serio la religión ”.
Cornell es bastante reacio a hablar de su pasado rebelde, pero la siguiente anécdota podría servir para ilustrar la situación. En cierta ocasión, el profesor estaba protagonizando una de sus acostumbradas quemas de libros religiosos, acompañado de algunos de sus discípulos, y llegó un joven a confrontarlos. “¿Por qué hacen esto?”, les preguntó. “Porque la religión es el opio del pueblo. Asesinan gente en nombre de Dios”. “Entonces se equivocan”, dijo el joven, “les aseguro que nadie que haya asesinado en nombre de Dios ha entendido lo que dicen estos libros y entre más quemen, menos lo harán”.
Lo más probable es que el profesor haya inventado la anécdota o exagerado su tono pastoral, pero no por eso puede descartarse. David Cornell, hoy en día profesor de prestigiosas universidades, abandonó actos como quemar un basurero dentro de una iglesia católica pretendiendo que era incienso, para dedicarse por completo al mundo académico. Los más ortodoxos consideran que no es más que un charlatán, por lo cual no ha obtenido el suficiente reconocimiento, pero ahora que los atentados extremistas han incrementado su frecuencia y alcance, posiciones inusuales, como la del profesor, empiezan a popularizarse.
PAC