Murmullo y exilio

Publicado el dlzitro

Todo tiempo pasado fue mejor, o no.

Ernesto Sábato apunta que “la frase ‘todo tiempo pasado fue mejor’ no indica que antes sucedieran menos cosas malas, sino que —felizmente— la gente las echa en el olvido”.

Yo puedo decir ahora, que estoy aburrido de Álvaro Uribe Vélez. Pero no solo de él, sino también de los medios de comunicación nacionales que son su fuente de vitalidad: todas las noticias son acerca de lo que él dijo y lo que dejó de decir. Con actitud de estrella hollywoodense busca cualquier oportunidad para figurar, pocas veces mide el tamaño de sus declaraciones o piensa antes de hablar. Sus comentarios resultan casi tan desacertados como la música de los CDs de Natalia París o las declaraciones de Andrés Jaramillo.

Pero no todo es su culpa. Si las noticias no son sobre él, son sobre sus hijos, sobre el logo de su campaña, sobre los escándalos de corrupción durante sus períodos de gobierno –Agro Ingreso Seguro, Falsos Positivos, Carimagua, las chuzadas del DAS- o cuando se nos acaba la indignación, su primo desaparecido. Absolutamente todo se relaciona con el señor EX presidente.

Aburrido estoy de su glorificación por parte de la sociedad colombiana; sus seguidores lo venden como el Redentor nacional, el único capaz de salvarnos del fracaso del Santismo a través de la continuación del conflicto. Esto último me parece uno de los desafíos más grandes, pues siendo el opositor más visible al proceso de paz, dedica su tiempo a criticar y carece hasta ahora de proposiciones novedosas y serias.  Se opone al proceso porque considera que este va a cederle espacio a la impunidad de los delitos cometidos por los miembros de las FARC, pero no recuerda que los líderes paramilitares que él desmovilizó, están pagando condenas de medio-pelo en cárceles en Estado Unidos y no en Colombia.

Me incomoda su falta de memoria, y la de todos nosotros. Uribe parece no recordar nada de lo qué sucedió en su período, y parece haber olvidado las diferentes propuestas legislativas aprobadas que impulsó durante su estadía en el Congreso. Esto, en un país en el que hasta García Márquez reconoce las memorias de sus putas tristes.  Criticó la Reforma a la Salud, y olvida que fue el autor de la Ley 100; criticó el manejo político y militar que Santos dio al paro agrario, pero olvidó que desde su mandato los campesinos venían exigiendo en marchas lo mismo: mejoras en las condiciones del agro, o ¿por qué creen los campesinos en Tunja lo abuchearon? Al EX presidente Uribe le cuesta recordar que fue él quien propuso la amnistía e indulto a los miembros del M-19 que participaron en la toma del Palacio de Justicia.

Finalmente, lo que más me aburre es que sus palabras no le aportan nada al país. Uribe vomita un discurso lleno de odio y violencia que sigue polarizando la ciudadanía, y nos alejará cada día más de una paz consensuada. Es claro que al señor EX presidente no le interesan ni una paz política ni una militar, su único interés es seguir figurando dentro de las esferas del poder, seguir siendo noticia y seguir sacando beneficios personales.

Estamos a puertas de un proceso electoral poco convencional, de decisiones fundamentales para la paz y de movimientos políticos dudosos (como los de  siempre en época de elecciones), y es el momento de decidir a qué se le va a apostar los próximos 4 años, a comenzar a oír las voces de los paperos en Tunja o los habitantes de Soacha reclamando por sus desaparecidos, o a creer ciegamente que antes estábamos mejor.

El aburrimiento debería ser nacional, los colombianos necesitamos otro tipo líderes. Los hechos de Tunja y Soacha son un buen síntoma, pero no son suficientes.

Daniel Peña O

Comentarios