Murmullo y exilio

Publicado el dlzitro

Los abandonados

Hace una semana este titular captó mi atención: Dos bebés abandonados en Bogotá, fueron hallados en la calle. Autoridades buscan a los responsables. Y esta semana volvió a ocurrir algo con un artículo semejante: Hallan a bebé recién nacida entre la basura en Bogotá. La cantidad de veces que oímos este tipo de historias y leemos sobre estos casos en Colombia es tal que, aún pensando que los autores de los hechos son unos monstruos, reconocemos su existencia como parte integral de nuestro entorno.   

Desde mi punto de vista, existe una conexión directa entre los temas de educación sexual y violencia contra la niñez. Evidentemente, no en todos los casos que son vulnerados bajo criterios de agresión y abandono, estamos hablando de un problema de educación sexual de fondo, pero si debemos reconocer la incidencia de la educación en el asunto. Uno de los temas más importantes es que tenemos que dejar de pensar que educación sexual es simplemente hablar de relaciones seguras, el virus del papiloma humano y usar condón.

Este tipo de educación debe plantearse de modo que se puedan prevenir situaciones como los de los dos titulares mencionados anteriormente. Es que, ¿a quién se le ocurre botar a su hijo en la basura? Los cuestionamientos para exigir medidas que busquen prevenir este tipo de hechos no son efectivos porque dejamos de escandalizarnos con esto, como lo dejamos de hacer con los habitantes de las calles y las familias de desplazados en los semáforos.

Así es como nos hemos acostumbrado a pensar y actuar: exigimos cárcel contra los perpetradores de este tipo de crímenes, y pedimos cadena perpetua para las personas que vulneren los Derechos Humanos de los Niños, y nos indignamos con las historias de Garavito o cualquier otro hampón de la misma calaña, y nos escandalizamos hablando del tema y los repudiamos -sobre todo porque ellos son “el futuro del país”-; pero no dedicamos ese mismo ímpetu a prevenir que este tipo de cosas pasen, a evitar el problema en vez de resolverlo. Según está establecido en la ley, la madre que no quiera asumir la responsabilidad puede entregar su hijo a parte de su familia extensa o darlo en adopción. Esto no conlleva a una sanción penal. El delito imputable ocurre cuando un ser humano con pocos días de nacido es abandonado en un espacio público y en condiciones precarias.

La sanción es un escarmiento, y es importante en una sociedad cuyo accionar funciona con premios y castigos, pero puede no ser el mecanismo preventivo más recomendable. Es decir, una pena “ejemplar” contra una madre que decide abortar, no va a impedir que otras mujeres tomen la misma decisión, de la misma forma que las sanciones por incumplir la Ley Seca no impide que la gente salga a la calle borracha a celebrar después del partido. Esas sanciones son típicas de un estado policial, y lejos de generar conductas más amables, desencadenan en políticas de represión y una incesante búsqueda de quebrar la Ley.

Según cifras del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF, a 30 de junio de este ano, 12 recién nacidos han sido abandonados en Bogotá. A 2013, 27 infantes fueron abandonados en el Distrito Capital pero, ¿quién es capaz de abandonar un bebé en el espacio público?

La necesidad de está educación es cada día más visible y más urgente. Situaciones como la de los recién nacidos botados en basuras o la pareja que realizaba abortos a domicilios, son las que se deben prevenir a través de la educación. Una educación sexual apartada de prejuicios y religiones. Una educación sexual preventiva que promueva una las relaciones sexuales conscientes entre individuos. Asimismo una educación que resalte el valor de la vida humana, que enseñe que la decisión de ser padres debe ser basada en lo que pueden ofrecerle a otra vida humana. Tal vez así encontraremos menos bebés en la basura.

-Daniel Peña Ortiz                                                                              

@Daniel_ftls

 

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