Hace unos días publiqué en mi Instagram @naniopina, la viñeta que acompaña este artículo. Recibí tanto por interno como en los comentarios abiertos la siguiente pregunta: ¿Qué tiene qué ver el machismo con la duda sobre quién es el hombre?
En mi viñeta hago referencia al matrimonio entre dos mujeres, debido a la noticia reciente de la boda de la alcaldesa de Bogotá Claudia López y su pareja la senadora Angélica Lozano, por cierto, felicidades a las dos.
Estamos acostumbrados a mirar la sociedad desde la óptica del machismo y no nos damos cuenta, las parejas según esos parámetros, deben estar constituidas por un hombre y una mujer, en dónde el hombre de acuerdo a nuestra cuadriculadas cabezas, es el dominante, el que manda, el macho. Por eso a la gente le parece normal preguntar ¿Quién es el hombre? al ver una pareja homosexual.
¿Y si las parejas, ya sean homosexuales o heterosexuales, no necesitaran de alguien dominante para funcionar? A lo mejor las parejas que van bien es porque se turnan el poder y a veces ella es el «hombre» y él es la «mujer».
No es tan difícil ver el mundo desde otros lentes que no sean los de las ideas caducadas, sin duda el machismo lo es; pensar que todo debe estar organizado desde el hombre: la pareja, la familia, la humanidad; es un concepto que está mandado a recoger hace años. La nueva sociedad se está basando en otras formas de parejas y de familias, y cuánto más tardemos en darnos cuenta más atrasados vamos a estar.
Algunas de mis viñetas más polémicas ni siquiera son mías, son frases que escucho en la calle, dichas por los ciudadanos de a pie, las tomo y las plasmo en el papel acompañadas de un dibujo porque escucharlas me chirría en los oídos y me parece imposible que amas de casa, señores y señoras «de bien» gente con estudios, puedan decir esas frases con tanta seguridad y quedarse tan tranquilos. Estoy segura que mucha gente al ver las fotos de la alcaldesa y su pareja se hicieron esa pregunta: ¿Quién es el hombre? Y no se dieron cuenta de lo machista que es eso.
Lo mismo pasó con la viñeta sobre inmigrantes por la que fui entutelada, plasmé una frase que escuché en las calles tanto de Colombia como de España y que hoy por hoy ha ido tomando más fuerza, porque «la culpa de todo la tiene los inmigrantes venezolanos».
No ser capaces de vernos identificados con lo que decimos y pensamos, es preocupante, se debe a la doble moral que manejamos a diario «una cosa es la que pienso y otra es la que digo» y todo para poder encajar en una sociedad que funciona a base de mentiras.
¿Qué tal si empezamos a ser coherentes? empecemos por darnos cuenta que somos machistas, homofóbicos, racistas, clasistas, intolerantes, arribistas, mentirosos, y además estamos fatal en comprensión de lectura, antes de hacer o decir algo que perpetúa esos comportamientos que tanto mal le hacen al conjunto de nuestra sociedad. Reflexionemos sobre lo que estamos transmitiendo y enseñando a las nuevas generaciones.
Afortunadamente, las nuevas generaciones son eso: NUEVAS, y vienen con ideas diferentes que están en contra de tanto absurdo; poco a poco votaremos mejor, seremos más tolerantes y más sensibles, para conseguir que Colombia no nos duela tanto ¡Carajo!