Estando en una cena, uno de los invitados en mi mesa, quiso ponerme arroz en el plato.
_¿Quieres, querida?
A lo que contesté: no, gracias.
_¿No te gustan los hombres caballerosos?_ me preguntó.
_No me gusta el arroz_ le respondí.
En realidad me encantan los hombres caballerosos, que hacen las cosas naturalmente, no, los que lo hacen para recibir un aplauso, o para, en ocasiones hacer ver que las mujeres no somos capaces de algo.
Nos causó gracia la situación, porque en muchos países no tiene nada de extraordinario que un hombre sirva en la mesa cuando en el restaurante ponen platos para compartir, sin embargo, a muchos hombres y mujeres les parece, que hacen un esfuerzo extra sirviendo y que decir no quiero es de mala educación.
Si yo. realmente no quiero arroz, no tienen por qué ser un agravio para nadie, a pesar de eso, en otros sitios, las mujeres tendremos que aceptar arroz y otras cosas en el plato, aunque no nos guste, por puro protocolo.
Los hombres en todo el mundo pueden decir no quiero esto o lo otro, cuando una mujer sirve un plato, porque, todos tenemos interiorizado que es lo normal.
Ninguna mujer preguntaría: ¿No te gusta que te sirva una mujer? porque es una pregunta absurda en un mundo donde las mujeres siempre han servido a otros.
Personalmente me gustan los hombres caballerosos, pero que permiten que tú decidas y que puedas decir : NO.
Tantas cosas por desaprender, tantas defensas que bajar en temas de género.
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