Mujer y caricaturista

Publicado el Nani

De dónde salen las ideas.

 

Mucha gente me pregunta de dónde saco las ideas para las tiras, y la verdad es que no las busco, me llueven encima y a veces amenazan con asfixiarme.

Por ejemplo, con mi pasado artículo sobre Diomedes Díaz me llegaron promesas de sexo inolvidable, correctores de estilo, religiosos ofendidos, jueces sin título, sexistas disfrazados de tipos cultos, expertos en música, y gente con verdaderos problemas en comprensión de lectura.

 

Aprendo mucho de todos los comentarios, es una manera de tomarle el pulso al país, y de recordar que somos incapaces de comunicarnos si no media un madrazo. Esa es mi Colombia querida, la que tanto me inspira, por la que hago «muñequitos de mierda» como los llaman algunos, con la esperanza de que me vaya llorando al baño y desaparezca del panorama. Ellos no tienen la culpa, todos hemos crecido en la cultura del miedo, de la amenaza y de las desapariciones forzadas, y por eso nos parece normal amedrentar, asustar y criticar salvajemente nombrado los órganos sexuales de la victima, si es necesario.

 

Debo tener “síndrome de Estocolmo”, porque hasta les tengo cariño, aprendo, corrijo y sigo adelante. De mirar en las profundidades de estas amenazas salen muchas ideas, preguntas que me asaltan y que encuentran respuestas en mis “muñequitos de mierda”. Espero esos comentarios con anhelo, porque eso quiere decir que me leen, aunque entiendan todo lo contrario, eso también aporta, me regala puntos de vista insospechados y alguna sonrisa.

 

 

Cuando me propusieron hacer el blog en el Espectador sabía que me enfrentaría a esta horda de vikingos que habitan las páginas de comentarios, ya seguía algunos ataques que se producen, por ejemplo cuando el diario saca un artículo sobre Shakira, el debate costeños contra cachacos se enciende y explota dejando un olor a mortecino que perfuma y salpica los artículos aledaños. Y sobre esa sensación hice varias tiras.

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Lo que no sabía, es que la gente menosprecia tanto el valor de un dibujo o de una caricatura y le da tanto peso a la palabra escrita. Esta, está siendo una experiencia muy enriquecedora que toca las fibras de algunos que saltan como maíz pira, que sienten invadido un espacio que creen escriturado a su nombre, que hondean la bandera de la dignidad y la cultura a punta de hijueputazos, que critican a los “traquetos” pero que hablan como sicarios.

 

Gente que como el señor Urbina quiere dar lecciones de escritura y terminan haciendo sonrojar al más vulgar de los piratas. No siento vergüenza por olvidarme de poner una H en Aruacos, siento vergüenza ajena y cito textualmente, por textos como este del señor Urbina (este es decente):

 

“En mi mensaje hay un error gramatical gravísmo, serías capaz de encontrarlo? No vaginalmente, por supuesto, racionalmente quiero decir….”

 

¿Qué me habrá querido decir? Este ser, quiere comunicarme algo de su más profunda entraña, quiere hacerme sentir su odio por las vaginas y transmitir sus traumas en una frase totalmente incoherente a punta de insultos ginecológicos. Este señor quiere enseñarme ortografía y no abre el signo de interrogación, quiere enseñarme ortografía y se come las letras, pero lo que es peor, quiere enseñarme ortografía haciéndome sentir culpable por ser mujer. ¡Qué ternurita! ¿Es o no fascinante?.

 

Y para los que tienen problemas de comprensión de lectura, con mucha pereza tengo que explicarles, que lejos de hacer un pedestal para el señor Diomedes Díaz, a quién dediqué muchas tiras por las letras machistas de sus canciones, o lejos de bajarlo al fango por su vida privada, lo que intento en mi nota, es hacer un análisis de la sociedad colombiana y de sus ídolos que no son los míos. El resultado ha sido mucho más profundo de lo que esperaba, casi obstétrico.

 

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¿Miedo? No, no tengo miedo, tengo curiosidad de lo que sigue.

 

 

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