Hace unos días me llegó un video de una amiga, sobre cómo se ven a sí mismo los italianos, y recibí muchos comentarios en Facebook de compatriotas colombianos sorprendidos por la baja autoestima de los ciudadanos de «la bota».
En el video que comparto más abajo, ellos se sienten de lo peor de Europa, hacen una auto crítica muy fuerte, de hechos que en Colombia pueden parecer triviales si los comparamos con nuestro día a día.
Este video según palabras de ellos mismos, también es aplicable a España o Portugal, pero posiblemente un poco menos para Alemania, donde la población es muy seria y poco sociable.
Para muchos latinoamericanos la vida en Europa o en Estados Unidos es un ejemplo a seguir, se añora, se desea, se envidia. Y al final terminamos viviendo amargados por no estar en X sitio.
Pero cuando se bucea en profundidad, descubre uno que todos odian algo de sus circunstancias y de su vida diaria, incluso algunos odian su nacionalidad, se sienten los más feos, los más pobres, los más desorganizados, los menos originales, los menos inteligentes, los más hipócritas, chismosos, chapuceros, idiotas…
Pero, ¿sí todos piensan eso sobre sí mismos, en menor o mayor grado? , entonces, ¿qué es ser un país desarrollado? Todos viven cierto grado de inconformidad, todos se critican y piensan que podrían estar mejor, y eso que a pesar de la crisis económica, viven en niveles que en Colombia sólo tienen los estratos más altos. No disfrutan de las cosas sencillas y espontáneas, no hay un techo de satisfacción al cual llegar, siempre hay algo que falla, que los avergüenza frente a su país vecino y que los hace sentir inferiores o poco «europeos», es el precio que se paga por intentar ser mejores.
A veces nosotros también quisiéramos ser menos colombianos, nos avergonzamos de la violencia generalizada, la inseguridad y de nuestro comportamiento desordenado. Algunos tenemos muy claro en la mente el esquema de lo que es un «comportamiento colombiano» y lo detectamos enseguida y quisiéramos quitarnos ese pedacito que nos une con la persona que mete la pata.
Esa auto crítica es dura y se repite en todos los sitios, en todos los países y a todos los niveles, la diferencia con Colombia es que no hacemos nada por mejorar, nos parece divertido, nos da la risa y aplaudimos al que se cuela porque es más listo que todos, al que hace un «torcido» (un engaño) porque tiene dinero fácil, al que compra y vende sin pagar impuestos, al político que defrauda, al amigo que se cae de la borrachera cada fin de semana o más seguido, al que adelanta peligrosamente en la carretera, al que usa repuestos de dudosa calidad y no le importa arriesgar la vida de los usuarios, y así mil ejemplos más.
Sí, los colombianos somos uno de los pueblos más felices del planeta, porque nos reímos de nuestro día a día, hemos interiorizado demasiado esa forma de darle esquinazo a los problemas, a todo le sacamos chiste, nada nos parece reprochable y vivimos haciendo la vista gorda; vivimos el momento, disfrutamos de las cosas como vengan sin pensar a largo plazo, acumulamos pequeños momentos felices, aunque nuestra realidad sea demoledora.
Tal vez deberíamos ser un poco más «amargados» por el bien de las futuras generaciones, tomarnos más en serio nuestro comportamiento; cómo se hacen las cosas, dejar de lado la resignación y actuar empezando por cosas pequeñas de nosotros mismos, de nuestros hijos y de nuestro entorno más cercano.
Colombia tiene un potencial enorme totalmente desperdiciado, y sin embargo vivimos admirando el ombligo de otros países que no tienen música propia y son potencia musical, en los que sólo tienen tres meses de calor y viven del turismo de sus playas, en los que sus tierras son inertes, por lo que importan todos sus alimentos pero viven de la gastronomía. La diferencia está en que ellos son críticos pero creen en su gente, se molestan con sus comportamientos y los cambian, se enojan con la corrupción y se reinventan.
Nosotros los colombianos no somos solidarios con nuestros talentos, si alguien de nuestro entorno canta, la primera reacción es reírnos, ser incrédulos y tomarnos todo a broma.
Si alguien es emprendedor, su entorno lo pone en duda, el gobierno no tiene ayudas para apoyarlo, y si lo consigue con las uñas, todavía dudaremos de dónde sacó el dinero o a quién le copió la idea.
Que no nos tiemble la voz para decir: Qué idea más buena, ¡te admiro mucho!, ¡esto se puede mejorar así…!, ¡no deberíamos permitirlo!
Y denunciar hechos tan degradantes de nuestra sociedad como el maltrato y el trabajo infantil, el comportamiento obsceno y bajo de algunos hombres para con las mujeres que puede ser sus empleadas, amigas o compañeras.
No festejar los hechos delictivos, no permitirlos, no patrocinarlos.
Cambiar nuestra conducta ciudadana, respetar los semáforos, los carriles en la carretera, los límites de velocidad, no tirar basura, no tomar el camino del medio cuando sabemos la ruta correcta para hacer las cosas.
Ser un poco menos colombianos nos ayudaría mucho a progresar, ¡empecemos ya!
Para ver el video: https://www.facebook.com/video.php?v=10154222780545657&set=vb.126658415656&type=2&theater
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