Cuando tenía 10 años (hace quince años), mi papá trabajaba en San Antero – Córdoba y mi mamá, mi hermana y yo vivíamos en Cartagena. Él viajaba todos los lunes en la mañana y regresaba a la casa todos los viernes en la tarde.
Nunca voy a olvidar uno de esos viernes porque a su regreso notamos que traía el carro marcado con tres letras gigantes escritas con spray: ELN. Recuerdo que nos explicó que no era tan grave, que los señores que lo habían hecho le dijeron que su única intención era que todos los colombianos supieran de ellos.
Otro de esos viernes, también al regreso de mi papá, nos contó que la guerrilla lo había parado en medio de la carretera junto a otras personas, los habían encerrado en un colegio cercano y a dedo escogían quiénes se quedaban y quiénes se iban. Milagrosamente a él no lo escogieron para quedarse.
Luego, cuando hice mi práctica en Cerrejón y viví seis meses en La Guajira, vi algunas veces las líneas del tren afectadas por atentados de las Farc.
Y bueno, eso es lo más cercana que he estado al conflicto armado que vive Colombia. Sé que comparado con lo que a otros les ha tocado vivir, lo mío es un arcoíris, pero no imaginan cuánto me marcaron esas situaciones, sobre todo esos viernes.
Hoy 23 de septiembre, el país ha dado un paso grande, qué digo grande, GIGANTE en esta lucha eterna contra la guerra. Es que lo pienso y ni siquiera me cabe en la cabeza porque sencillamente esta mujer que escribe aquí jamás ha conocido una Colombia en paz y jamás ha conocido una Colombia sin FARC.
Ahora, entendamos una cosa; esto no se trata de ser apolítico, o de Uribe, o de Santos, o del Polo, o liberal o conservador. Como yo lo veo, esto se trata de ser colombiano, de entender que hoy estamos más cerquita que nunca de conocer la paz, de pronunciar por fin esa palabra con propiedad.
Entiendo y respeto que algunos no estén de acuerdo, pero pido que respeten también la felicidad de los que estamos felices.
Hace rato no escribía y hoy lo hice porque como dice el título de esta entrada; estoy más corroncha que colombiano diciendo PAZ. Es que ni me imagino cómo estaré el día que firmen ese acuerdo, se me eriza la piel de solo pensarlo.
El 23 de septiembre será un día histórico en Colombia. El 23 de septiembre el grupo armado que tanto mal le ha hecho al país ha reconocido -por fin- que esta guerra de 50 años no ha sido sana, han reconocido -también por fin- que la paz es el camino.
Esta noche dormiré feliz, ni el más amargado de los amargados me puede quitar la alegría tan gigante que tengo adentro. Entiéndanme, desde que razono, he soñado con esto que está pasando y hoy por fin lo empiezo a ver como una realidad.
Otra cosa, antes de cualquier comentario, entendamos lo que se decidió hoy. Se los dejo de regalo:
“En declaraciones entregadas desde La Habana, el Jefe de Estado y el máximo cabecilla de las Farc se explicó que el componente de justicia prevé que a la terminación de las hostilidades, el Estado otorgará la amnistía más amplia posible por delitos políticos y conexos. Una ley de amnistía precisará el alcance de la conexidad. En todo caso no serán objeto amnistía o indulto las conductas tipificadas en la legislación nacional que correspondan con delitos de lesa humanidad, el genocidio y crímenes de guerra, como la toma de rehenes, secuestro, tortura desplazamiento forzado, desaparición forzada, ejecuciones extrajudiciales y violencia sexual.
La jurisdicción especial para la paz tendrá competencia para juzgar no solo a los miembros de la guerrilla sino a todos los agentes del Estado por los delitos cometidos en el contexto de la guerra y contempla dos tipos de procedimientos, uno para quienes reconocen verdad y responsabilidad y otro para quienes no lo hacen o lo hacen tardíamente.
Para quienes reconozcan delitos de lesa humanidad se establecen penas que van desde los 5 a los 8 años, de restricción efectiva de libertad en condiciones ordinarias. De querer acceder a una pena alternativa, el beneficiario deberá comprometerse con su resocialización a través del trabajo, capacitación o estudio durante el tiempo que permanezca privado de la libertad.
Quienes no reconozcan la responsabilidad en delitos graves y resulten culpables tras las investigaciones debidas incurrirán en una pena de prisión de hasta 20 años en condiciones ordinarias.
Fundamentalmente, el acuerdo señala que todo tratamiento especial está condicionado a la verdad plena, la reparación de las víctimas y la garantía de la no repetición de los delitos cometidos.
Se hace claridad de que la participación en ese sistema de justicia por parte de las Farc está sujeta a la dejación de las armas a más tardar a los60 días de la firma del acuerdo final.
Por último, se reconoce en la declaración conjunta del presidente Juan Manuel Santos y de alias ‘Timochenko’, que la transformación de las Farc en un movimiento político legal es un objetivo compartido y tendrá apoyo del Gobierno.” Noticia El Espectador