por Pablo Guerra (@polcomics)
El 30 de marzo de 1939 apareció Detective Comics #27, el comic-book donde Batman, tal vez el superhéroe más reconocido y rentable del mundo, hizo su primera aparición. En vista de que hoy se celebran 75 años de este hecho, me parece importante escribir sobre la gestación inicial del hombre murciélago, sobre lo que se esconde detrás del origen de este «adalid de la justicia». Esta es la historia de Bill Finger, el co-creador de Batman en la sombra.
Con muchos de los cómics populares de la primera mitad del siglo XX ocurre un fenómeno interesante. El nombre de cada serie importante estaba casi que mnemotécnicamente conectado al de su creador: después de decir Dick Tracy sonaba en la cabeza Chester Gould; de decir Steve Canyon, Milton Caniff; de Lorenzo y Pepita, Chic Young; de El Fantasma, Lee Falk; de Batman, Bob Kane. De hecho, por muchos años, estos nombres eran la única referencia que se hacía al personas que hacían estas historietas que circulaban por todo el mundo y eran leídas por millones de personas. Lo cierto es que durante este periodo son pocos los casos en los que una sola persona se encargaba de hacer todo un cómic. Por lo general, el creador de una tira estaba respaldado por uno o varios ayudantes.
El caso de los comic-books es todavía más claro pues siempre se produjeron a partir de un proceso colectivo. Así, de esta época: Superman fue creador por Jerry Siegel y Joe Shuster, Captain America por Joe Simon y Jack Kirby, Hawkman por Gardner Fox y Dennis Neville, Captain Marvel por Bill Parker y CC Beck, etc. Tal vez los únicos dos casos de créditos individuales en los primeros superhéroes son William Moulton Marston con Wonder Woman y Bob Kane con Batman. La razón de esta excepción es que ambos creadores fueron capaces de negociar mejores contratos que sus colegas. En caso particular de Bob Kane, DC Comics estaba en la obligación de incluir su nombre en todas las publicaciones del hombre murciélago.
El éxito de Batman hizo que el nombre de Bob Kane adquiriera características casi legendarias. Recuerdo que cuando leía las reimpresiones de los cómics clásicos del hombre murciélago en las revistas de Novaro, pensaba que Bob Kane había hecho los extraños dibujos que en realidad eran de Sheldon Moldoff y Dick Sprang. Años después, mientras investigaba para mi tesis de literatura, fui descubriendo la cantidad de autores que nunca recibieron crédito por su trabajo. Esto gracias en gran medida a que en los setentas y ochentas hubo un interés por reivindicar a esta generación de historietistas sobre todo a partir del caso de Shuster y Siegel quienes vivían una difícil situación económica mientras que su creación, Superman generaba millones luego del estreno de Superman: La película (1978) de Richard Donner.
A pesar de esto, la verdad sobre la creación de Batman solo vendría a conocerse públicamente años después y todavía sigue siendo un tema desconocido para muchos. En una larga entrevista con The Comics Journal en 2004, Jerry Robinson, un caricaturista muy reconocido, que había trabajado con Kane y Finger y que, de hecho,creó a The Joker junto a Finger, reveló que Batman había sido creador por ambas partes. Esto contradecía la historia oficial de DC Comics y la mismísima autobiografía de Bob Kane, donde incluso se ridiculizaba a Bill Finger. Como una forma de enmendar esta injusticia, desde 2005 se entrega el premio Bill Finger a la vida y obra de los mejores guionistas de cómics.
Ahora la historia es mucho más clara (gracias a gente como Jerry Robinson y Marc Tyler Nobleman): Bob Kane desarrolló el nombre y un concepto inicial del personaje de Batman y consultó a Bill Finger quien como guionista aportó algunas de las características más icónicas del hombre murciélago. Así, para Kane, el personaje tenía un traje rojo y alas inspiradas en los bocetos de Da Vinci. Por su parte, Finger ideó la identidad secreta, a Robin, la baticueva, el batimóvil, Ciudad Gótica, el comisionado Gordon Alfred el mayordomo, además de los principales villanos: Gatúbela, Joker (Guasón), Acertijo y el Espantapájaros. En realidad, Finger fue el primer arquitecto de mundo del murciélago pues fue uno de los primeros escritores de cómics que entendió la particularidad de la narrativa serial y sus posibilidades. Lo cierto es que buena parte del atractivo de Batman proviene de su relación con los villanos y de la realidad aislada de Ciudad Gótica, dos de los aportes clave de Finger.

Bill Finger asumió la escritura de comic-books con un profesionalismo inusual entre sus contemporáneos. Era unos de los pocos autores de la época que se tomaba el tiempo de pensar e investigar a sus personajes y sus historias. Desafortunadamente, esto era visto como un defecto por los editores pues lo que buscaban era rapidez por encima de calidad. En su paso por los cómics, Bill Finger fue objeto de constantes burlas y críticas despiadadas. De hecho, su retiro de las viñetas pasó sin pena ni gloria. Él murió en 1974 en el olvido.
Sin embargo, la reivindicación del guionista no debe caer en demeritar el trabajo de Bob Kane. Por el contrario, su caso resalta el hecho de que los comic-books son productos colaborativos y sus principales referentes o marcas son producto del trabajo de muchísimos creadores. Entre ese primer Batman de 1939 y el de hoy ha habido cientos de refundiciones y versiones que se han adaptado de una u otra manera a distintos contextos y necesidades. En realidad, los 75 años de Batman debe ser una oportunidad para celebrar el trabajo creativo de los editores, escritores y artistas que lo han moldeado, que se lo han apropiado por encima de las mezquindades coyunturales.