Garras de Oro (1926), es un verdadero clásico del cine colombiano silente, cuyos fragmentos han sido conservados y restaurados por la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano, una obra que a punto de cumplir cien años de su realización se revela como una brillante realización artística, que mezcla el documental con la ficción, anticipándose a la fusión de géneros.

Una película muy importante por su contenido histórico, político y social, pero además por su contribución artística. Dirigida por P. P. Jambrina (nombre apócrifo del director Alfonso Martínez Velasco) y producida por Cali Films. Desde temprana época, la ciudad de Cali se proyectaba como uno de los bastiones de la cinematografía colombiana. Resulta impresionante ver el despliegue de recursos utilizados en esta cinta, en un momento incipiente del cine colombiano.

Alfonso Martínez Velasco

Presentada en los créditos como “cine-novela”, sobre un episodio histórico, doloroso para los colombianos, la pérdida de Panamá en 1903, en acción promovida por el presidente Teodoro Roosevelt de Estados Unidos, país al que se denomina Yanquilandia en el filme. La cinta se filmó y exhibió de manera clandestina, pues se trata de un documento de denuncia, no solo hacia Estados Unidos, por su directa intervención en la separación panameña, sino hacia el gobierno colombiano, por su inacción y haber recibido la indemnización de 25 millones de dólares, años más tarde. Todos los que participaron lo hicieron con nombres supuestos y de la mayoría se desconoce cualquier dato biográfico. El director y productor, Alfonso Martínez Velasco fue un destacado empresario, político e intelectual caleño.

La película está divida en varias partes, la primera se inicia el 3 de noviembre de 1903 y muestra a un actor caracterizado como el personaje del Tío Sam (llamado en la película Tío Samuel, símbolo estadounidense), acercándose al mapa de Colombia, para apropiarse de Panamá. Luego los episodios que supuestamente ocurren en una ciudad estadounidense denominada Rasca-Cielo. Realmente es notable la puesta en escena, cualquiera puede pensar que se trata de un filme norteamericano de la época.

Como hecho destacado, aparece la primera escena en color de la historia del cine colombiano, pintada a mano, para resaltar la bandera colombiana. Considerando el año de producción, estamos hablando de un evento pionero en la cinematografía hispanoamericana.

Las partes finales transcurren en la capital colombiana, aquí designada como Santafé (recordar que su nombre colonial era Santafé de Bogotá) y en exteriores en el río Magdalena. Una de las escenas emblemáticas, es un número de danza oriental con unas bailarinas exóticas denominado el “trío de la serpiente”, que debió haber sufrido la censura de la época, pero al tiempo se convirtió en una de las imágenes promocionales de la película.

El alegato patriótico de la cinta se mezcla con una historia romántica, entre un joven estadounidense y una chica colombiana, hija de un funcionario consular, pero también con un thriller que involucra espías en el mundo diplomático. No sólo es un documento histórico importante, se trata de una película realmente muy entretenida. Una cinta que fue censurada y estuvo perdida durante sesenta años. Sea el momento de agradecer a la Fundación Patrimonio Fílmico por su trabajo, para recobrar esta joya del cine colombiano, una obra deslumbrante.

Sinceramente, muy recomendable, porque además se puede apreciar en Internet de manera gratuita, para todos los cinéfilos, en particular todos los colombianos, no sólo interesados en el cine, pero además en su historia, deberían verla. Hay varios sitios en donde puede verse, pero prefiero esta versión con la música para la versión restaurada:

https://www.youtube.com/watch?v=E26BzEI6BMg

Dixon Acosta Medellín

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