Líneas de arena

Publicado el Dixon Acosta Medellín (@dixonmedellin)

ROGER MOORE: UN SANTO CON LICENCIA PARA MATAR

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Sir Roger Moore (1927 – 2017)

 

Con el fallecimiento del actor británico Roger Moore, ha muerto parte de la infancia de millones, al menos de quien esto escribe. Sir Roger Moore se convirtió durante la segunda mitad del siglo XX en uno de los rostros más vistos en la televisión y cine a nivel mundial. Una de las primeras estrellas multimedia, con éxito por igual en las dos pantallas del espectáculo. Roger Moore de 1950 a 1990, tuvo una presencia ininterrumpida, con personajes como Ivanhoe, Simon Templar, Brett Sinclair, Sherlock Holmes, James Bond.

Luego de prestar el servicio militar durante la II Guerra Mundial y de estudiar en la Real Academia de Arte Dramático, Moore estuvo combinando varios trabajos con el teatro. El londinense era un buen dibujante y estuvo vinculado a una compañía de dibujos animados, fue también modelo de fotografía, trabajo en el cual coincidió con quien sería una de sus mejores amigas, Audrey Hepburn.

Roger Moore se inició como galán de dramas históricos de la Metro Golden Meyer, compartiendo escenario con los grandes de aquella época, corrían los años cincuenta de la posguerra mundial. Películas como “La última vez que vi París” (1954), en donde compartió con Elizabeth Taylor. “Diana” (1955) con Lana Turner, “Melodía Interrumpida” (1955) en la cual interpretó un hermano de Eleanor Parker, a quien le vivía agradecido por sus lecciones de actuación.

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Con Lana Turner

Luego llegó la televisión y protagonizó “Ivanhoe” (1958), una serie en blanco y negro que algunos abuelos todavìa recuerdan, siendo su primer rol como héroe. Pero la película que sería en aquella época su tarjeta de presentación fue “The Miracle” (1959) conocida como “Promesa Rota”, una historia de amor imposible con Carroll Baker, un drama romántico que fue para muchos el “love story” de aquellos días.

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Protagonizó “Alaskans” e incluso llegó a reemplazar a James Garner en algunos capítulos de “Maverick”, hasta que llegaría su éxito mundial con “El Santo”, personaje que no se sabía si era detective, ladrón, espía, una combinación de todos, pero con una aureola de santo católico. Por aquella época, fue uno de los candidatos para interpretar en el cine al agente secreto James Bond, sin embargo, su rostro parecía ser demasiado juvenil y benigno, así que paradójicamente escogieron a un actor en apariencia más maduro, quizás por su alopecia incipiente, pero más joven, Sean Connery.

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Cuando Connery dejó el rol del espía con licencia para matar, tampoco hubo suerte, pues Moore había firmado para una serie en la que alternaría con Tony Curtis, “The Persuaders” (Dos tipos Audaces), pero el fracaso del australiano George Lazenby le permitió por fin encarnar al 007. Se esforzó por darle un matiz diferente al de Connery, con quien fueron buenos amigos.

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Los expertos en esta la saga, saben que la era Moore, se caracterizó por el buen humor y la serie debe agradecerle haber mantenido vigente al agente 007, en una época en que se consideraba a los espías como algo anticuado. Fueron siete películas y doce años, Incluso al momento de renunciar al papel en 1985, los productores de la serie tuvieron dificultades para su reemplazo, que sería Timothy Dalton, en paso fugaz, para dejarlo en manos de Pierce Brosnan, quien revitalizó al personaje. Antes de finalizar su experiencia como James Bond, Moore participó en comedias e interpretó a Sherlock Holmes, en una película en la que alternó con John Huston.

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Luego vino una misión que superó a todos los héroes y santos que el actor interpretó en el cine y la televisión, su gran amiga Audrey Hepburn le había propuesto que continuara con su labor como representante de UNICEF, convirtiéndose en Embajador de buena voluntad, para promover la defensa de la niñez en el mundo entero.

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Los interminables viajes, reuniones y compromisos, desplazaron su carrera cinematográfica, se entregó por completo a trabajar por los niños del mundo, su aparición en la pantalla fue cada vez más esporádica. Pero a pesar de haber dejado el mundo del espectáculo, su rostro seguía siendo uno de los más reconocibles, lo que redundó en mayores recursos para la infancia. Por su inagotable trabajo, así como por su trayectoria artística, la reina de Inglaterra le concedió el título de caballero.

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Roger Moore, fue mi gran ídolo de la niñez y la adolescencia por sus papeles, y una de las celebridades que más he admirado en mi época adulta por su trabajo desinteresado y voluntario, en una época que muchos de sus colegas sólo se preocupan por tonterías. En la última etapa de su vida, se convirtió en escritor y fue autor de tres libros, una biografía, uno dedicado a la historia de James Bond y otro sobre recuerdos de la época dorada de Hollywood, titulado The Last Man Standing (El Último Hombre de Pie).

Se preocupó además por sus seguidores y en su página oficial, mensualmente contestaba las consultas. Durante varios años, estuve enviando preguntas, que fueron generosamente respondidas, en algo que puede considerarse una larga entrevista a cuenta gotas, algunos extractos fueron publicados por la Revista Credencial en el 2012. Además en los últimos años, realizaba giras por diferentes teatros del Reino Unido, en donde se presentaba en una especie de confesión divertida, haciendo gala del buen humor que siempre le caracterizó. Tuve el inmenso honor de asistir a una de estas presentaciones y saludarlo.

Moore siempre hacía bromas sobre su capacidad actoral y quizás esa modestia extrema perjudicó su carrera, pero quienes duden de su trabajo como actor, les recomiendo que vean tres películas, “North Sea Hijack” (1980), “The Man Who Haunted Himself” (1970) y “Shout at the Devil” (1976), en donde compartió con Lee Marvin, quien siempre alabó su dedicación. De todas formas, él tuvo en su poder un premio Óscar, el que rechazó Marlon Brando en la ceremonia en la que él fue el presentador, decía que se lo había llevado a su casa.

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Roger Moore, dibujante, fotógrafo, modelo, locutor, actor, director (de varios episodios de sus series televisivas), productor (productor ejecutivo y en silencio de la premiada “A touch of Class” en 1973), fue una estrella que brilló en la pantalla chica y en la grande, en una época, en que se podía ir del cine a la televisión, pero resultaba imposible regresar con éxito. Su obituario mencionará todo eso, pero ojalá recuerde que ante todo fue un buen ser humano, con conciencia en temas como la infancia y los derechos de los animales.

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Hoy cuando se ha muerto una importante parte de nuestra juventud, lo extrañamos en este presente confuso y necesitado de humanidad. Sir Roger Moore, paz a su alma, su recuerdo siempre estará presente. Gracias por engalanar aquellas anodinas tardes de sábado, cuando el televisión blanco y negro de mi casa, parecía adquirir color, en el momento en que una aureola se posaba sobre su cabeza.

Dixon Acosta Medellín

En Twitter sigo a santos y espías como @dixonmedellin

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