Nota preliminar: Hace unos días fue publicada una carta firmada por la Bruja contra el Príncipe Azul, que puede leerse en:
https://blogs.elespectador.com/solterasdebotas/2014/05/18/carta-de-una-bruja-al-principe-azul/
En primicia, dejo la respuesta por parte del heredero a la corona.
Querida Bruja: De manera atenta, acuso recibo de su amable carta abierta enviada a este despacho palaciego y publicada en un importante diario del Reino. Me complace saber que existe el famoso correo de brujas, pues siempre creí que era un rumor, un cuento fantástico. Aprovecho entonces para dar respuesta a su misiva.
Ante todo y con el debido respeto que me merece, ante su afirmación que soy un personaje ficticio, debo decir que sí existo, soy real – Real. Así lo comprueban las fotos que cada semana se aprecian en la revista de actividades sociales del Reino. Siempre aparezco en los eventos de caridad, en las premiaciones de festivales de cine, finales de campeonatos deportivos y especialmente me invitan a las fiestas de quince años, para que baile el vals con la festejada.
Intento en lo posible compenetrarme con mi pueblo, ahora bien, esta sana intención no debe confundirse con las calumnias que me han lanzado sobre el derecho de pernada que dicen que cobro, especialmente en los matrimonios. Nada de eso, diferente es el modesto porcentaje que mi manager debe cobrar por aquello del uso de mi imagen pública, pero es algo modesto y solamente para cubrir costos de desplazamiento y logística.
Mi vida no ha sido el cuento de hadas que los malquerientes de nuestro sistema monárquico viven repitiendo. Se la relataré brevemente. Es cierto que nací en cuna de oro, pero usted no sabe lo difícil que es conciliar el sueño cuando todo brilla a su alrededor, hasta hoy día sufro de insomnio cuando me visten de dorado (es cierto, me visten, pues no pretenderá que me agache a hacer el nudo de las zapatillas. Eso de los nudos es una de las materias más complicadas de mi formación en palacio, pero creo que este año me especializo en el de la corbata).
El día de mi nacimiento, mi padre el Rey convocó a todos los personajes ilustres de este y demás reinos circundantes. Mi madrina fue Helada. Mientras otros príncipes tuvieron el Hada madrina, a mí me tocó de madrina a Helada, la Reina del Polo Norte, creo que por eso me achacan la fama de frío y distante.
Cuando era niño, cierta tarde me caí sangrando profusamente de una rodilla, tuve la decepción de mi vida, mi sangre no era azul, sino terriblemente roja como la de los siervos y ciervos que salgo a cazar con mi padre el Rey. Cazábamos -aclaro, pues ahora somos la imagen oficial de una campaña de protección de especies amenazadas. Como lo pueden atestiguar mis compañeros de Academia, mi gran preocupación ha sido el ambiente, no se imagina el ambiente de nuestras fiestas en el grupo de estudiantes de príncipes e infantas, algunas de las cuales no lo eran tanto.
Aprovecho para aclarar los chismes que andan esparciendo los enemigos de la monarquía. No es cierto que yo haya agredido a una plebeya que se coló en una recepción oficial. La verdad como puede verse en una película, muy publicitada por un documentalista de apellido Disney, amablemente estuve bailando con la señorita y la verdad no musité palabra. Ahora bien, a pesar de los años en clases de danza, la verdad no soy muy buen bailarín y accidentalmente pisé a la muchacha.
Todo fue una tragedia, cómo iba a saber que esa persona llevaba zapatillas de cristal y que lógicamente el frágil calzado se volviera trizas bajo mi peso regio. Así que los gritos de dolor, el escándalo y los rastros de sangre, se debieron sólo a eso, yo intenté alcanzarla pero la muchacha salió vociferando en contra mía. No se de dónde han sacado el cuento que tuvimos un romance o algo parecido, en nuestro Reino no censuramos la prensa, menos la rosa, pero los periodistas deberían tener más responsabilidad social.
A pesar del contenido de su carta, su estilo me ha encantado, su manera de escribir es simplemente hechizante. Espero que sea producto del bienaventurado arte de la escritura y no un secreto conjuro de las palabras.
Llego a un punto en que debo hacer una confesión, quien escribe no es el Príncipe Azul sino su amanuense. El escribiente, quien hace los discursos del heredero en las ceremonias reales. Conforme a los comentarios creo que gracias a mis palabras el mediocre delfín no tiene la imagen que debería corresponderle, pues la verdad sin tener la ventaja de leer en el telepromter es difícil que pueda improvisar una frase medianamente coherente.
Al final espero que no me convierta en sapo, al considerar que me he comportado como tal. Remito mi hoja de vida, puedo desempeñarme en trabajos varios y en su caso creo que le hace falta un asesor en imagen, para que el público no la siga asociando con temas negativos. Aclaro que mi interés en usted es eminentemente profesional, pues desde hace varios años me casé con mi princesa (estoy azul… a su lado) y jamás abdicaré de nuestro matrimonio. Tengo la esperanza que usted no sea maléfica sino un alma devota.
Para que este cuento no tenga fin, me puede conseguir a ratos en el Reino de Twitter: @dixonmedellin
Dixon Acosta Medellín