Nota preliminar: Este artículo, en una primera versión, fue publicado en la Revista Semana, hace 20 años, con el nombre de pila de su autor. Se actualiza con motivo de los 25 años de fallecimiento de René Rebetez. Muchos colombianos ignoran quien fue René Rebetez, no sospechan su importancia en el mundo de la…
Nota preliminar: Este artículo, en una primera versión, fue publicado en la Revista Semana, hace 20 años, con el nombre de pila de su autor. Se actualiza con motivo de los 25 años de fallecimiento de René Rebetez.
Muchos colombianos ignoran quien fue René Rebetez, no sospechan su importancia en el mundo de la literatura, específicamente en el género de ciencia-ficción, el cual, extrañamente, no ha generado muchos adeptos en Colombia, a pesar de nuestra comprobada tendencia a lo fantástico.
El 30 de diciembre del presente año, se conmemora el vigésimo quinto aniversario de la desaparición corporal del escritor René Rebetez, aunque sus fieles lectores seguimos convocando a su genial espíritu cada vez que repasamos sus páginas. Esta breve nota intenta contribuir a que no se olvide su nombre.
René Rebetez, como buen colombiano, tuvo vocación de migrante, vocación de mundo. Por eso no es extraño encontrar reseñas biográficas que lo identifican con otras nacionalidades, especialmente la mexicana, pues allí desarrolló buena parte de su obra de ciencia-ficción.
A pesar que su vida le alcanzó para disfrutar sus dos grandes pasiones, los viajes y la literatura, -que en últimas son lo mismo- , nació y murió en tierra colombiana. Vio la luz en medio del frío y el paisaje verde de Subachoque, a 45 kilómetros de Bogotá en 1933, y dejó este mundo en la isla de Providencia el 30 de diciembre de 1999, a orillas del mar de los siete colores del Caribe.
Sus pies lo llevaron a Europa, buscando las raíces familiares, luego llegaría a Cuba, en donde se vinculó de manera comprometida con la revolución de Fidel Castro, y posteriormente a México en donde realizaría su propia revolución intelectual. Su imaginación lo llevaría a mundos nuevos, remotos parajes. Hasta el punto de ser destacado por escritores como John Upkide y aparecer en antologías mundiales de ciencia-ficción como “The World Treasury of Science Fiction”.
Sin lugar a dudas, Rebetez es el primer escritor colombiano de ciencia-ficción, en el entendido de ser el primero en dedicarse casi que exclusivamente a este género, pues previo al autor hubo algunas obras precursoras en Colombia. Pero sin duda, fue uno de los pioneros en América Latina de la ficción científica y fantástica, autor de libros como: “La Nueva Prehistoria”, “Ellos lo Llaman Amanecer y Otros Relatos”, “Cuentos de Amor, Terror y Otros Misterios”, entre otros.
Promotor incansable de la ciencia-ficción, en compañía del polifacético escritor, artista y realizador chileno Alejandro Jodorowsky fue editor de la primera revista especializada en México denominada “Crononauta“, en la década de los sesenta. Compilador y editor de “Contemporáneos del Porvenir: Primera Antología Colombiana de Ciencia Ficción“, editada por Espasa – Planeta en el año 2000. Incluso incursionó en el cine como actor en la película de corte fantástico llamada “Fando y Lis” (1967) dirigida por Jodorowsky, así como director de la cinta “La Magia” (1971).
Para terminar, bien vale la pena conocer la definición personal de Rebetez sobre ciencia-ficción. En la introducción de “Contemporáneos del Porvenir” escribió: “La Ciencia Ficción no es más que la búsqueda de respuesta a las preguntas perennes: ¿por qué?, ¿dónde? ¿cómo? A pesar de su nombre, es la menos precisa de todas las literaturas. Su destino es errar de una pregunta a otra y a veces, dar con la respuesta. Para acercarse a ella se requiere la certeza de que un poema oscuro dice mucho más que un discurso claro“.
Dixon Acosta Medellín
En lo que antes se llamaba Twitter, me encuentran a la hora del recreo como @dixonmedellin
Dixon Acosta Medellín (@dixonmedellin)
Advenedizo extraviado en la dimensión desconocida. Alguna vez aspirante a diletante cronopio y decantado en aceptable fama. De los pecados, errores y calamidades cotidianas me rescata Patricia, incondicional compañera. Cuando salgo del espejo de Alicia, me pongo corbata, apellidos de pila e intento aplicar lo aprendido en la Universidad Nacional de Colombia y otros gratos centros de estudio, en la diplomacia. Estuve en el desierto y ojalá pudiera dejar huella.
En horario no laboral me pueden ubicar en Twitter:
@dixonmedellin
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