I. Acaso llegará un día
en que los hombres no seamos
más transeúntes y las calles o parques
sólo sean pobladas por estatuas.
Las ecuestres de militares,
Las de los políticos con sus gestos
combativos,
La contemplativa de algún místico
o poeta,
Los esqueletos de bronce o de piedra
de aquellos que combatieron contra otros
o simplemente contra sí mismos
la más cruenta batalla.
Entonces quizás lleguen visitantes
quienes con sus formas estrafalarias
salgan de sus astronaves y tomen fotografías
o intenten hacerles preguntas eternas.
Silenciosos continuarán su paseo
por el gran museo del mundo,
contemplando la perdida humanidad
de las estatuas.
II. De niño soñaba con que los hombres de ciencia
inventaran un televisor pequeñito
que pudiera esconder entre sábanas y cobijas
para ver películas y programas
no aptos para menores,
para no molestar además
el insomnio eterno de mi madre
Ahora un siglo después, el XXI
cuando ya existe aquel artilugio
requiero que los hombres de ciencia
inventen la máquina del tiempo
para disfrutar del pequeño televisor
para acompañar el duermevela de mi madre.
III. El robot modelo doméstico
destinado a los oficios caseros
no muy sofisticado pero de buena apariencia
se encuentra un día solo,
ocupado en limpiar los cuartos y la sala
mientras sus amos están fuera
cuando de repente se encuentra
frente a frente a un espejo.
Aunque miles de veces
ha limpiado el polvo imperceptible,
con su micro aspiradora ha succionado
las partículas, las boronas,
y de su dedo convertido en manguera
ha salido el chorro de agua,
mientras pule la bruñida faz
nunca se había observado a sí mismo.
Es cuando ocurre algo
que podría indicar un fallo
en su sistema eléctrico o computarizado,
toma el espejo y murmura una pregunta:
Soy o no soy?
Esa es la cuestión.
Dixon Acosta Medellín
En Twitter en ocasiones leo poemas de ciencia-ficción como @dixonmedellin