Nota preliminar: Este artículo coincide con la publicación del libro: “El mejor equipo del mundo” del periodista Mauricio Silva Guzmán. No estoy en Colombia, pero en cuanto pueda voy a adquirir la publicación que seguramente amplía y enriquece lo que aquí vamos a presentar de manera escueta. La historia de un equipo colombiano que fue…
Nota preliminar: Este artículo coincide con la publicación del libro: “El mejor equipo del mundo” del periodista Mauricio Silva Guzmán. No estoy en Colombia, pero en cuanto pueda voy a adquirir la publicación que seguramente amplía y enriquece lo que aquí vamos a presentar de manera escueta. La historia de un equipo colombiano que fue sin duda el mejor del mundo a inicios de la década del 50 del siglo pasado. Aquí un repaso general desde aquella época de gloria hasta el presente.
Mucho antes que en el fútbol internacional, los nombres del mejor equipo del mundo se lo disputaran los españoles Real Madrid y Barcelona, los Manchester ingleses o el Bayern alemán, hubo un club de fútbol colombiano que en 1950 recibió ese apelativo. Millonarios de Bogotá, aunque no fue galáctico, recibió otros honrosos nombres como “El Ballet Azul” y “Los Embajadores”. Aquella época, denominada “El Dorado” en Colombia, metáfora de la fabulosa ciudad de oro que diversos aventureros han buscado en el territorio colombiano, fue tan brillante para el club albiazul que pareciera ser de fábula.
En 1936, la FIFA reconoció oficialmente a la que era por entonces la Asociación Colombiana de Fútbol, esto promovió de manera formal la práctica de un deporte, que se había ejercitado de forma aficionada. Los primeros equipos en la capital surgieron, Santa Fe, Independiente, Unión Juventud que tuvo problemas económicos y se transformó en el “Deportivo Municipal”, el cual fue promovido por el Concejo de Bogotá, con el auspicio de fuertes capitalistas, esto generó críticas del director de deportes de El Tiempo, Luis Camacho Montoya, que apodó irónicamente al equipo llamándolo el de “los millonarios”.
El mote que inicialmente era despectivo, terminó germinando entre la propia afición del club y sus directivos. En 1945, Mauro Mortola y Alfonso Senior, propusieron el cambio oficial del nombre del equipo con la idea de fomentar un club profesional, organizado como sociedad anónima con socios y acciones. El 18 de junio de 1946 se inició el Club Deportivo de los Millonarios.
El equipo en la época de “El Dorado” jugó en el Estadio Alfonso López de la Universidad Nacional en Bogotá, que para esa época tenía mayor capacidad que el Estadio Nemesio Camacho “El Campín”. El nombre de “El Dorado” se produjo, cuando aprovechando problemas financieros en otros países, se importaron jugadores de potencias continentales como Argentina, Brasil, Uruguay.
De esa manera, nombres notables como Alfredo Di Stéfano, Adolfo Pedernera o Néstor Raúl Rossi llegaron al club azul. Fue el inicio de una racha de victorias en Colombia, América e incluso en Europa. El 31 de marzo de 1950 en Madrid, Millonarios derrotó al Real Madrid, por marcador de cuatro a dos. Luego Di Stéfano pasaría del equipo colombiano al español en donde llegó a convertirse en un emblema, algunos como el propio Diego Maradona, lo han considerado el mejor jugador de la historia. Aunque inicialmente Di Stéfano iba para el Barcelona, pero eso da para otra crónica.
Millonarios obtuvo grandes conquistas, como ser el primer equipo colombiano en obtener una copa en Europa, cuando ganó la de las Bodas de Oro del Real Madrid en 1952, al vencer al equipo merengue en su casa. De igual forma, ser el primer club colombiano en imponerse a uno argentino en tierras gauchas, en un juego de Copa Libertadores (con gol del colombiano Willington Ortiz, quien fue uno de los mejores jugadores de su tiempo, comparado con los brasileros del setenta).
Son quince campeonatos nacionales, un campeonato continental (la copa Merconorte) y como dato adicional, el único equipo colombiano en lograr un título mundial, obtenido en 1953 al obtener la llamada Pequeña Copa del Mundo, torneo celebrado durante varios años en el cual competían equipos de Europa y América, en lo que se considera la antecesora del Mundial de Clubes o en su momento Copa Intercontinental.
En Millonarios no sólo se destacaron jugadores extranjeros, algunos de los colombianos más brillantes de la historia redonda del balón, vistieron de azul y blanco, Delio “Maravilla” Gamboa, Francisco “Cobo” Zuluaga, Jaime Morón, Alejandro Brand, el siempre recordado Willington Ortiz. Incluso René Higuita, y el inmenso Carlos Valderrama integraron la nómina, aunque en su momento eran opacados por otras figuras.
Dentro de los goleadores históricos al lado del brasilero Eduardo Texeira Lima (1966), o argentinos como José María Ferrero (1967, 1969, 1969), Miguel Ángel Converti (1975, 1977), Juan José Irigoyen (1978,1979), Juan Gilberto Funes (1985), Oscar Juárez (1987), se destacaron los colombianos Arnoldo Iguarán (1984, 1986, 1991), quien pudo haber sido atleta de velocidad por su extraordinaria rapidez, Marino Klinger (1957), Carlos Enrique “Gambeta” Estrada (1988).
Sin embargo, el goleador por antonomasia fue el argentino Alfredo Castillo con un record desde 1948 con 133 goles. Pedro Cabillón (1949) otro argentino tiene la marca de mayor número de goles en una temporada con 43 tantos. Un caso a resaltar es el de Mario Vanemerak, un volante que convertía goles y además ha sido entrenador del club, del cual es un enamorado.
Millonarios lanzó al estrellato internacional a jugadores desconocidos en sus lugares de origen, como sucedió con el “Búfalo de San Luis”, Juan Gilberto Funes, un goleador de talento y fortaleza únicas, que lamentablemente falleció en plena actividad por una enfermedad cardiaca. De igual manera, rescató nombres olvidados como el del arquero Sergio Goycoechea, quien pasó de defender la portería del equipo bogotano a la selección de Argentina, en donde se consagraría en el mundial de Italia en 1990.
Es interesante observar los jugadores mundialistas o de selecciones nacionales que han vestido la camiseta de Millonarios, aparte de varios de los mencionados anteriormente, como el uruguayo Raúl Pini, el arquero paraguayo Pablo Centurión, Dragoslav Sekularac, jugador serbio, quien jugó en la selección de Yugoeslavia. José Luis Van Tuyn, defensa mundialista de Argentina. Valdemar Rodrigues Martins “Oreco”, brasilero campeón del mundo en 1958 con su equipo nacional. El arquero venezolano Rafael Dudamel, quien ha sido director técnico de Venezuela y de varios equipos profesionales.
Varios de los colombianos que tuvieron destacada actuación en el mundial de Chile de 1962 como Marino Klinger, el arquero y luego entrenador, Efraín “El Caimán” Sánchez, Delio “Maravilla” Gamboa, el entrenador fue Adolfo Pedernera, de grata recordación para los hinchas azules.
El caso de los arqueros es capítulo aparte, por lo cual me comprometo a escribir un artículo especial solo sobre este tema, porque han sido varios los que se quedaron en el corazón de los hinchas bogotanos, como los argentinos Amadeo Carrizo (1969), Julio Cozzi, Alberto Pedro Vivalda, Rubén Cousillas, los uruguayos Héctor Burguez y Nicolás Vikonis, los colombianos Senén Mosquera y Eduardo Niño, el paraguayo Roberto Riquelme, el colombo-argentino Luis Gerónimo López, Wuilker Fariñez el guardameta venezolano. El internacional colombiano Óscar Córdoba cerró su fulgurante carrera en el club. Esto solo para nombrar algunos.
En Millonarios se gestaron nombres, casi mitológicos, como el del Dr. Gabriel Ochoa Uribe, primero como arquero, luego como director técnico (obtuvo cinco campeonatos con el equipo) y Don Alfonso Senior quien ocupó el cargo de Presidente de la Federación Colombiana de Fútbol y consiguió la sede para Colombia del campeonato mundial de fútbol de 1986, la que lamentablemente se rechazaría a la postre por el gobierno de Belisario Betancur.
La historia del club, siempre ha estado ligada con el sentido económico de su nombre. En broma trágica del destino, en la década del ochenta, llegaron los llamados nuevos ricos, aquellos personajes que se lucraron con dineros provenientes del narcotráfico, contaminando el país, entre otros, los clubes de fútbol. El mafioso Gonzalo Rodríguez Gacha, adquirió buena parte de las acciones del equipo. A la postre, el Estado intervino los negocios, empresas y bienes del narcotraficante, dejando al club deportivo en un limbo jurídico y la insolvencia económica. Una situación cercana a la quiebra o a la desaparición.
En los años noventa, Millonarios sufrió la peor crisis de su historia, tanto deportiva como económica. El nombre parecía una cruel ironía, pues resultaba lejana la época de los millonarios, tanto de los tradicionales que fundaron la institución como la de los mafiosos que contribuyeron a su decadencia. Se pasó a una pobreza franciscana, en parte a unas desastrosas administraciones que parecían decididas a terminar con el gran club. Aunque curiosamente en lo deportivo hubo momentos para celebrar, como haber estado en 1997 en el segundo lugar del ranking mundial de clubes, superado sólo por la Juventus italiana, cuando el técnico del equipo era el bogotano Luis Augusto “Chiqui” García.
Millonarios subsistió en parte a la gran mística y compromiso de su hinchada, es lo más destacable. En algún momento estuvo a punto del descenso de categoría, pero fue salvado de la catástrofe por un grupo de veteranos leales y de gran corazón pero también por jóvenes que surgieron de las escuelas y líneas inferiores, una de las pocas cosas rescatables de aquellas administraciones. Fue necesaria toda una reingeniería tanto en lo administrativo como en lo deportivo para volver a sonreír.
Sin embargo, a pesar de las crisis, el orgullo por los colores azul y blanco se ha mantenido. Aparte de los nombres que he mencionado, llegan a la memoria otros como Bonner Mosquera, Alonso “El Pocillo” López, Jorge Abraham “El Turco” Amado, Arturo Segovia, Julio Edgar “Chonto” Gaviria, Alejandro Barberón, Carlos Ángel López, Eduardo Pimentel, Miguel Augusto Prince, Ricardo Lunari, Germán Gutiérrez de Piñeres. Acualmente hay una brillante generación, que demuestra lo importante de sembrar y cuidar las divisiones menores del club, que nos dio una reciente alegría con la “Copa Colombia” obtenida en 2022.
Lo positivo de la última época ha sido valorar la humildad, pues la hinchada de Millonarios, tradicionalmente ha sido demasiado exigente, el deseo de ser campeones a toda costa, ganar siempre, no conformarse con nada diferente. Ahora creo que sabemos manejar mejor tanto las derrotas como las victorias. Es importante tener la medida exacta de las cosas, sin caer en lo excesivo. Celebrar con cautela, sin olvidar que el fracaso, siempre es buena escuela.
Un valor importante del club es promover a los jugadores bogotanos, desde Víctor Manuel Fandiño, único bogotano en la era de El Dorado, así como en fechas más recientes entre otros a Ricardo “El Gato” Pérez, Rafael Robayo, Pedro Franco, David Macalister Silva y los siempre recordados John Mario Ramírez y Andrés Chitiva, quien pasó del cuadro Embajador para consagrarse en México en una destacada carrera, especialmente en el equipo Pachuca.
El equipo comienza a disfrutar una nueva era de excelencia deportiva, se percibe compromiso y deseos de retornar a los puestos de gloria, gracias a los recientes técnicos, el argentino Miguel Ángel Russo y los colombianos Jorge Luis Pinto y Alberto Gamero. Volvemos a mirar al firmamento, en estos más de setenta años, los fieles hinchas hemos visto de cerca las estrellas (llevamos 15), pero también los agujeros negros, para valorar las victorias y soportar los malos momentos. Podemos celebrar el presente y no sólo recordar los buenos tiempos, cuando Millonarios fue el mejor equipo del mundo.
Dixon Acosta Medellín
En Twitter visto la camiseta de Millos como @dixonmedellin
Dixon Acosta Medellín (@dixonmedellin)
Advenedizo extraviado en la dimensión desconocida. Alguna vez aspirante a diletante cronopio y decantado en aceptable fama. De los pecados, errores y calamidades cotidianas me rescata Patricia, incondicional compañera. Cuando salgo del espejo de Alicia, me pongo corbata, apellidos de pila e intento aplicar lo aprendido en la Universidad Nacional de Colombia y otros gratos centros de estudio, en la diplomacia. Estuve en el desierto y ojalá pudiera dejar huella.
En horario no laboral me pueden ubicar en Twitter:
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