Líneas de arena

Publicado el Dixon Acosta Medellín (@dixonmedellin)

La palabra más bella

feria del libro
Afiche conmemorativo de la Feria Internacional del Libro de Bogotá (2009)

A Patricia, con toda mi palabra.

Hace algunos años, el sitio literario Escuela de Escritores.com, decidió buscar la palabra más bella del amplio diccionario español. Por votación popular, ganó la palabra amor; era previsible, una acción políticamente correcta, difícilmente controvertible. Acaso, quién podría estar en contra del amor? Solo un sectario manifestaría su desacuerdo. Igual si hubiera ganado la palabra mamá. Alguien denigraría contra la figura de la madre? Quizás Adán desde su orfandad y ausencia de ombligo intentaría protestar, pero el primer hombre ya fue condenado por su pecado original.

Durante la elección las palabras más votadas fueron amor, libertad, paz, vida. Es evidente que los lectores y electores votaron más por el significado que por el significante. Quizás hacia futuro, se pueda proponer una elección por la palabra más sonora, no necesariamente por su significado. Así lo entendieron algunos de los votantes, quienes se apartaron de las preferencias por las utopías o sentimientos populares. Entre estas opciones, fueron destacadas palabras como azahar, libélula, susurro y  mandarina.

Hay palabras que inconscientemente repetimos varias veces al día, en costumbre que otros definen como muletillas, defectos heredados, modismos regionales o términos adoptados del estudio o del trabajo. Cada oficio tiene su propio lenguaje, el argot o jerga. Por ejemplo, si alguien afirma que nos encontramos en una “coyuntura”, seguramente es un sociólogo y no necesariamente un ortopedista. Pero aparte de esos vocablos, cada uno tiene sus palabras preferidas y como sucede en el arte, no hay consenso. En mi caso hay varias predilectas, malecón, azul, nostalgia, verso, crepúsculo, candileja, murciélago. Alguien podría razonar, que esas palabras también están marcadas por su significado.

En mi defensa, alegaría que en el caso de murciélago, el animalito en sí no me inspira admiración, por el contrario, confieso lamentablemente que me causa cierta repugnancia, pero le confiero a esa palabra una gran sonoridad, quizás porque aparecen todas las vocales. En cuanto a crepúsculo, difiero del escritor y periodista colombiano Daniel Samper Pizano, quien opina que dicha palabra podía designar una enfermedad eruptiva, mientras el término orzuelo, sería ideal para definir un atardecer sublime, según este académico de la lengua. Sin embargo, para evitar polémicas, quizás lo mejor sería decir que las palabras bellas, son las que tienen buena forma y contenido. Igual que un reinado de belleza, uno espera que la escogida, aparte de bonita sea inteligente.

De todas formas, como en cualquier especie, hay un ejemplar que lleva la delantera. Aquí rememoro al fallecido escritor y gestor cultural colombiano, Ignacio Ramírez, cuando afirmaba de manera reiterativa que “la palabra palabra es la palabra que prefiero entre todas las palabras”. En algunas comunidades indígenas de Colombia, existe uno de los mejores oficios del mundo, se trata del “palabrero”, el mediador en los conflictos familiares y vecinales, una persona dedicada a propiciar el diálogo, la comunicación.

La palabra, se convierte en la mejor vía, para llegar a los términos más votados, libertad, amistad, paz y claro, el infaltable amor.

Dixon Acosta Medellín

A ratos en Twitter bajo el disfraz de esta palabra: @dixonmedellin

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