Líneas de arena

Publicado el Dixon Acosta Medellín (@dixonmedellin)

LA ENTREVISTA DE TRABAJO (recuerdo de un 19 de junio de 1990)

Freddy Rincón José Clopatofsky
Freddy Rincón celebrando su inolvidable gol en Italia 90, fotografía de José Clopatofsky

El 19 de junio de 1990, nos llegó a los colombianos una alegría redonda desde Milán, lejana ciudad italiana, durante el mundial de fútbol que se celebraba en ese país. En el minuto noventa del partido entre Alemania y Colombia, Freddy Rincón marcó el gol de su vida, el gol más alegre de la historia del fútbol colombiano y uno de los mejor elaborados en mundial alguno. Era época de vacaciones de mitad de año en los centros educativos, yo estudiaba en la Universidad Nacional y buscaba aprovechar el descanso para lograr un ingreso extra, había encontrado en el periódico un aviso interesante, el cual prometía un buen empleo a un joven inteligente, elegante, con actitud positiva, potencial comercial y deseos de obtener un sueldo acorde con tales cualidades. Luego de llamar por teléfono, la empresa programó la entrevista a las tres de la tarde de ese 19 de junio, debía llegar con traje formal, vestido de paño y corbata.

Al finalizar el partido, Colombia era un solo monólogo, un grito de gol anidado en millones de gargantas, que luego se vistió de alegría y desenfreno en ciudades y pueblos. Aunque yo compartía la dicha, el carnaval espontáneo en las calles, atentaba contra mi propósito de llegar impoluto a la entrevista de trabajo. El agua y la maizena cayeron de los cielos, subieron desde los suelos, se mezclaron en el aire, formando una alegre neblina, una lluvia risueña. Me asomé con cuidado en las esquinas hasta que divisé el autobús que me sacaría del barrio y el cual me llevaría a la dirección de la empresa, pude sentarme y alcancé a cerrar a tiempo la ventana, mientras una bolsa de agua se estrellaba contra el vidrio, algunos de los pasajeros del autobús no habían tenido tanta suerte, pero aceptaban con resignación estar mojados o cubiertos de la harina blanca. El automotor logró evadir las peligrosas bombas húmedas, burló a los terroristas de la maizena, cruzó de sur a norte una Bogotá cubierta de banderas de Colombia, con el Himno Nacional sonando de fondo, las voces desgarradas de locutores deportivos, inventando metáforas y exagerados retruécanos. En medio del ambiente festivo, pude llegar al edificio.

Al ingresar a la portería, un vigilante que seguía con la mueca de la victoria petrificada en su rostro, me contestó que la oficina de bolsa de empleos (yo ignoraba que fuera una intermediaria, pensaba en una empresa directa), había cerrado esa tarde por el logro de la selección. Era día patriótico y a nadie se le ocurriría trabajar durante esa fecha, de nuestra gloria inmarcesible, nuestro júbilo inmortal!

Dixon Acosta Medellín

A ratos en Twitter: @dixonmedellin

Nota: En el año 2007, el Fondo de Promoción de la Cultura, en el marco de la celebración de Bogotá como capital mundial del libro, realizó una convocatoria a los bogotanos para que escribieran historias, con la condición que fueran ciertas. El jurado conformado por Andrea Echeverri Jaramillo, Juan Luis Isaza y Ricardo Silva Romero seleccionaron las narraciones que finalmente fueron compiladas en el libro “Bogotá por Bogotá. La verdad y solamente la verdad”. Tengo el privilegio que el presente texto fue uno de los escogidos y publicado con mis apellidos de pila. Hoy a 24 años de la gesta de la Selección Colombia en el mundial Italia 90, con el inolvidable gol de Freddy Rincón, registrado en fotografía insuperable por el periodista José Clopatofsky y cuando vemos una nueva generación mágica de futbolistas (incluyendo al eterno Mario Alberto Yepes, un corazón con piernas) llevados de la mano por un sabio director, comparto con gusto este testimonio.

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