Nota preliminar: Reproduzco en este blog, la nota que hoy aparece en el Sitio, publicación de ciencia-ficción española, que puede leerse aquí: https://www.ciencia-ficcion.com/varios/firmas/f20210110e.htm Gracias a la convocatoria del director del Sitio, Francisco José Suñer, para celebrar un nuevo aniversario, realizo un ejercicio de memoria que rescata un lejano recuerdo. Los primeros héroes de ficción…
Gracias a la convocatoria del director del Sitio, Francisco José Suñer, para celebrar un nuevo aniversario, realizo un ejercicio de memoria que rescata un lejano recuerdo. Los primeros héroes de ficción no me llegaron por el sentido de la vista, sino por el oído.
En los años setenta, en Colombia, la radio era todavía el medio de comunicación más importante y diversificado, la televisión no conocía el color y se reducía a dos canales comerciales y uno institucional, específicamente de orden cultural y educativo (el cual afortunadamente todavía se mantiene), aunque paradójicamente no necesitábamos más, comparados con los cientos que hoy nos rodean. La radio tampoco tenía color, pero contaba con un elemento fundamental, la imaginación del oyente.
La radio era el medio informativo y recreativo por excelencia, que funcionaba las 24 horas del día. Comenzaban a conformarse las grandes cadenas nacionales, con decenas de emisoras independientes que se resistían a desaparecer, cada uno de los mil municipios colombianos contaba con emisora local, pero muchas de ellas fueron uniéndose a conglomerados como CARACOL (Cadena Radial Colombiana), RCN (Radio Cadena Nacional) y TODELAR (acrónimo de los apellidos de sus fundadores Tobón de la Roche).
El impacto de la radio, era un fenómeno común a toda América Latina y dio origen a un género literario-auditivo, si pudiéramos llamarlo así, las radionovelas, iniciándose en Cuba, con argumentos melodramáticos, fueron ampliando el espectro, hasta llegar al universo de las aventuras, en donde aparecieron los primeros héroes ficticios de origen latinoamericano, algunos de los cuales fueron plasmados en historietas, producidas fundamentalmente en México y aparecieron editoriales especializadas en cómics como Editora Cinco en Colombia, que produjeron decenas de historietas para el público latinoamericano, en el caso de Editora Cinco, publicaba para el mercado de buena parte de América Latina. Una de mis historietas preferidas de la editorial, fue Starman, el Libertario, un héroe en el género de ciencia-ficción, pero de este hablaremos otro día.
Los que éramos niños latinoamericanos en los años setenta, no estuvimos tan influenciados por los súper-héroes estadounidenses, o al menos aquellos no eran los únicos. Superman, Batman y el Hombre Araña compartían escenario y en ocasiones francamente eran superados por exóticos colegas como Kalimán, el Hombre Increíble, Tamakún, el Intocable, Arandú, el príncipe de la selva, Juan Sin Miedo, José, el Valiente (en Venezuela, le conocían como Martín).
Muchas veces, en el caso colombiano, los libretos se compraban a Cuba o México y las historias se transmitían con producción y actores nacionales. Recuerdo claramente, que todos los días a las 5:00 pm, era religioso sintonizar a Kalimán, nadie se perdía sus aventuras. Mi tía Ana era fanática de la radio, así como de las novelas escritas, me gustaba acompañarla, mientras ella hacía sus labores domésticas, escuchando aquellos relatos fantásticos, luego leería sus novelas.
Un elemento interesante que tenían las historias de estos héroes, es que si bien sus autores eran latinoamericanos, los personajes provenían de sitios lejanos y exóticos, del Asia o del Medio Oriente, posiblemente así se evitaba caer en problemas con algunos gobiernos locales, pues una característica general era que estos héroes buscaban reivindicaciones sociales, luchaban por la libertad, la justicia social, en defensa de los “pobres y oprimidos”. Hablamos de una época, en que habían varias dictaduras gobernando en América Latina.
Mi héroe favorito de la radio fue “Kadir, el árabe”, lo interesante es que yo desconocía su origen colombiano. Se trataba de un “pirata bueno”, cuyas aventuras transcurrían en el Mar Caribe, especialmente en Cartagena de Indias, ciudad soñada por novelistas y cineastas, por tantos relatos heroicos, condimentados por la piratería, la inquisición, la lucha por la independencia.
Kadir era un misterioso justiciero que combatía a Gonzalo De Monteverde, un gobernador corrupto y despótico, quien con un esbirro temible por su crueldad, Álvaro De Almagro, jefe de la guarnición militar, abusaban de la población, la historia de aventuras, tenía un componente romántico, pues Kadir estaba enamorado de Yolanda De Monteverde, hija del gobernador, lo cual complicaba y al mismo tiempo, enriquecía el argumento.
Mucho tiempo después supe que Kadir era la creación del escritor colombiano Fulvio González Caicedo, quien fue destacado guionista para la radio, especialmente para Todelar, la primera cadena nacional, aunque sus dueños rechazaron esa identificación, denominándola Circuito Radial, nacida en los años sesenta, gracias a los hermanos Jaime y Bernardo Tobón de la Roche, quienes iniciaron con una pequeña emisora en Cali, hasta llegar a tener más de cuarenta frecuencias en todo el país.
Todelar se preocupó por ser un medio de comunicación serio, creíble en materia de noticias, pero también creativo e imaginativo, en donde primaba el talento de quienes llegaban a trabajar allí. Todelar era la cadena rebelde, siempre tuvo su sede central en Cali, mientras que Caracol y RCN, se situaron en Bogotá, lamentablemente problemas internos y presiones externas, fueron afectando la empresa, muchos de aquellos profesionales radiales, formados en Todelar, fueron a la competencia y la televisión que desde los años cincuenta, venía extendiéndose, terminó por dar un golpe fundamental, la calidad fue despareciendo, hasta llegar a un triste declive. Es preferible, recordar cuando Todelar reinaba y Kadir, el árabe, cabalgaba en las salas de los hogares.
Fulvio González Caicedo, no solo era guionista de diversos seriados radiales, también fue actor radial y llegó a protagonizar varias de sus obras, siendo muy cercano a Bernardo Tobón de la Roche, dueño de Todelar, ayudó en el diseño gráfico del logo de la compañía, un lorito con audífonos, imagen que acompaña este artículo. Sea el momento de hacer un homenaje a esos escritores radiales, que fueron desapareciendo silenciosamente, a medida que surgían otros medios de comunicación consagrados a lo visual.
Kadir, me dio una satisfacción posterior, pues inspirado en el personaje, hace muchos años, escribí un breve relato que recibió una mención en un concurso de cuentos sobre el tema de la radio. Lo titulé “El Eco” (para los interesados lo pueden leer aquí, en publicación de Letralia, sitio especializado en letras hispanoamericanas: https://letralia.com/110/articulo01.htm ).
La verdad, como plasmé en el relato, hay ocasiones, en la cual sigo escuchando el eco de las historias de los héroes de la radio, los primeros que conocí. En el caso de Kadir, el árabe, gracias a que nunca tuvo versión en el cómic, cine o televisión, lo sigo viendo e interpretando en el teatro de la imaginación.
Dixon Acosta Medellín
En Twitter todavía escucho ecos de la radio como @dixonmedellin
Dixon Acosta Medellín (@dixonmedellin)
Advenedizo extraviado en la dimensión desconocida. Alguna vez aspirante a diletante cronopio y decantado en aceptable fama. De los pecados, errores y calamidades cotidianas me rescata Patricia, incondicional compañera. Cuando salgo del espejo de Alicia, me pongo corbata, apellidos de pila e intento aplicar lo aprendido en la Universidad Nacional de Colombia y otros gratos centros de estudio, en la diplomacia. Estuve en el desierto y ojalá pudiera dejar huella.
En horario no laboral me pueden ubicar en Twitter:
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