JULIO VERNE Y SUS VIAJES EXTRAORDINARIOS A COLOMBIA.
Hace 20 años publiqué en la Revista Semana, un artículo firmado con mi nombre de pila (Dixon Moya) que mencionaba algunas referencias de Colombia en obras de Julio Verne, a propósito de los 100 años del fallecimiento del genial escritor francés, algo que ya había iniciado Daniel Samper Pizano años atrás en su columna Reloj en El Tiempo. Posteriormente…
Nota preliminar: Hace 20 años publiqué en la Revista Semana, un artículo firmado con mi nombre de pila (Dixon Moya), en el cual mencionaba algunas referencias de Colombia en obras de Julio Verne, a propósito de los 100 años del fallecimiento del genial escritor francés, algo que ya había iniciado Daniel Samper Pizano años atrás en su columna Reloj en El Tiempo. Posteriormente en 2021 lo reproduje en este mismo blog. Hoy lo presento actualizado y con sorpresas.
El 24 de marzo se conmemoraron ciento veinte años del último viaje de Julio Verne (1828 – 1905), el que seguramente le llenó de más emoción, porque su alma inquisidora debía estar ansiosa por descubrir el ignoto puerto de destino. Hablamos del hombre de los viajes extraordinarios (como bautizó su editor Hetzel aquellas aventuras literarias del autor francés), el mismo muchacho que aspiraba a ser marinero mientras su testarudo padre le imponía ser abogado, padre al cual le hizo la promesa luego de un fallido escape, que sólo viajaría con su imaginación.
Por cuenta de ese compromiso, Verne nos terminó llevando a todos en sus increíbles recorridos a través de la geografía universal, lo que ayudó a que algunos pensaran que era un viajero del tiempo, quien se desplazó desde el futuro para descrestar a los ingenuos hombres contemporáneos, un extraterrestre con adelantados conocimientos o simplemente un escritor tan imaginativo como disciplinado.
Julio Verne ha sido pilar de un género muy exitoso en el cine, pero injustamente desprestigiado en lo literario, la ciencia-ficción. Verne es uno de los escritores más editados en la historia y uno de los más interpretados en las pantallas, desde que su paisano Georges Méliès, realizó Le voyage dans la Lune, la primera manifestación en imágenes de las obras de Verne, versiones que en cine y televisión sobrepasan el centenar.
Algunos lectores colombianos seguimos sorprendiéndonos con las novelas de Julio Verne, por su capacidad de anticipación e investigación que exhiben, pero también nos emocionamos, porque Colombia es mencionada en diversas obras del francés, aquí van algunas de ellas. Nos centraremos en los trabajos de ficción, aunque debe destacarse que Verne también fue divulgador histórico y autor de libros como Los grandes navegantes del Siglo XVIII, en donde hay varias menciones del país.
Hay referencia de Colombia en el cuento Un drama en México (1851) cuando Verne compara las llanuras mexicanas con las de la Nueva Granada, nombre colonial del actual territorio colombiano.
En el cuento largo o novela corta Martín Paz (1852), hay dos menciones. Esta historia transcurre en el Perú y se compara el clima de Lima con ciudades como Cartagena o Bahía, alabando el de la capital peruana (seguro a Verne no le tocó, como a mí, algo que los queridos amigos peruanos llaman la garúa, una especie de lluvia detenida en el aire). La segunda referencia es cuando Verne alude a “las tropas de Colombia que Bolívar puso a las órdenes del general Santa Cruz.”
En Viaje al Centro de la Tierra (1864), Verne habla de la visita que realizó Alexander von Humboldt a la gruta de Guáchara en Colombia, que interpretamos es la cueva de los Guácharos, hoy parque nacional en el Departamento del Huila.
De la Tierra a la Luna (1865). Aquí Verne describe cómo desde Colombia se remitieron a los Estados Unidos 300.000 pesos para ayudar en esa especie de crowdfunding internacional (vaca le llamamos en colombiano) que organizó el Gun Club para enviar un cohete a nuestro satélite.
Un Capitán de quince años (1878). En esta novela, hay dos menciones de Colombia por parte del protagonista, el joven Dick Sand, un grumete que termina convertido en capitán de un barco ballenero. Como en este diálogo:
“Dick Sand preguntó a Harris los nombres de aquellas diversas especies, pero el aludido, antes de contestar, interrogó a su vez:
¿No ha estado usted nunca en el litoral de América del Sur? ¿No conoce las costas de Colombia, de Chile o las de la Patagonia?”
La Jangada: 800 leguas por el Amazonas (1881), aventura que se desarrolla en la selva amazónica. En esta novela, Verne no sólo menciona el nombre de Colombia sino también el antiguo de Nueva Granada, y hay varias referencias a sitios como Popayán y ríos como el Magdalena, el Caquetá o el Putumayo.
Escuela de Robinsones (1882). Se menciona una compañía naviera llamada Panamá to Colombia. Recordemos que para la época, Panamá era todavía una provincia colombiana y tendrá una repercusión insospechada en la siguiente obra.
La isla de Hélice (1895). En esta novela, hay un verdadero descubrimiento histórico literario, Verne anticipa ocho años atrás la toma del canal de Panamá por los Estados Unidos, en un párrafo que adquiere una inquietante vigencia, al mencionar a Canadá y las posesiones polares, en estos tiempos del Sr. Trump:
“…los Estados Unidos han doblado el número de las estrellas del pabellón federativo. Están en el mayor vigor de su poder industrial y comercial, después de haberse anexionado el dominio de Canadá hasta los últimos límites del mar polar, las provincias mexicanas, guatemaltecas, hondureñas, nicaragüenses y costarriqueñas hasta el canal de Panamá.”
En Los Piratas del Halifax, publicada en 1903, el mismo año en que se declara la independencia de Panamá del dominio colombiano, hay una mención al fracaso del canal:
“En la colonia el número de blancos era entonces bastante limitado, apenas un millar. La gente de color y los negros la ocupaban en su mayor parte, habiendo aumentado su número, sobre todo desde el abandono de los trabajos del canal de Panamá, que les dejó sin ocupación.”
En la vida real, se dice que Verne estimuló a Ferdinand de Lesseps, el diplomático y empresario para que se involucrara en el proyecto del Canal de Panamá, luego de su éxito con el Canal de Suez, gracias al acuerdo entre Colombia y Francia, que a la postre fue un rotundo fracaso en medio de un escándalo de corrupción y estimuló el interés estadounidense en este medio de comunicación marítimo.
El pueblo aéreo (1901). Novela que transcurre en el África, aparece la siguiente cita, hablando sobre grandes selvas:
“La segunda es la de América del Sur, que ocupa el valle del Amazonas, al noroeste del Brasil, parte de Perú, Paraguay, Colombia y Venezuela, con una longitud de 3.300 kilómetros y un ancho de 2.000.”
Dueño del mundo (1904). Se trata de una de las últimas obras de Verne, en su etapa sombría y pesimista, que muestra a su protagonista, Robur, quien ya había aparecido en Robur, el conquistador (1886), un millonario excéntrico que deseaba dominar el planeta y aquí huye sin destino fijo en una nave llamada El Espanto:
“Durante la tarde no ocurrió nada de anormal. El Espanto marchaba a media velocidad, no podía adivinar cuáles eran las intenciones de su capitán. De seguir aquella dirección encontraría una de las grandes Antillas, luego, al fondo del golfo, el litoral de Venezuela o de Colombia.”
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En La invasión del mar (1905), última novela publicada en vida por Julio Verne, sobre la iniciativa de crear un mar interior en pleno desierto del Sahara, se vuelve a mencionar el proyecto del canal de Panamá.
Donde Colombia adquiere relevancia absoluta es en El Soberbio Orinoco (1898), relato de aventuras que comienza con el debate entre sus protagonistas sobre el origen del gran río americano, que uno sitúa en Venezuela y otro en Colombia, motivando un viaje a través de este para dirimir el debate geográfico. Uno de los diálogos, parece el consejo pasado (¿o futuro?) de Verne, para valorar nuestros olvidados llanos orientales.
“- Pero el Meta no es más que la espita de una fuente.
– Una espita de la que sale un curso de agua que los economistas miran como el futuro camino entre Europa y los territorios colombianos.”
Cuando tuve la oportunidad de prestar servicios diplomáticos en el consulado de Colombia en Puerto Ordaz entre 1997 y 2000, participé en un concurso de ensayos sobre El Soberbio Orinoco, que promovió el periódico El Correo del Caroní, en el cual obtuve el segundo y tercer lugares, pues apliqué con dos trabajos.
Es decir, gracias al Maestro Julio Verne, escritor de cabecera de toda la vida, pude tener una doble alegría, además de lo que ha representado corroborar la presencia de nuestro país en la obra de uno de los escritores más queridos en el mundo. Para finalizar, dejo una cita de otra obra de divulgación histórica de Julio Verne, Historia de los Grandes Viajes y los Grandes Viajeros (1878):
“Américo Vespucio, es sobre todo célebre porque el Nuevo Mundo recibió su nombre, aunque con justicia debería llamarse Colombia. Pero no fue culpa suya, ni le alcanza responsabilidad. Durante largo tiempo, y sin razón se le acusó de imprudencia, de superchería y de embuste, pretendiendo que había querido obscurecer la gloria de Cristóbal Colón y atribuirse el honor de un descubrimiento que no le pertenecía. No hay nada de eso. Vespucio era amado y estimado por Colón y sus contemporáneos, y nada en sus escritos apoya esa imputación calumniosa.”
En cuanto al nombre de Julio Verne seguirá escuchándose con el correr de los años y seguirán conmemorándose sus fechas de nacimiento y muerte, con el permanente reconocimiento a un hombre, quien gracias a sus historias, ha sido un gran compañero de viaje…viajes…viajes extraordinarios.
Dixon Acosta Medellín
En lo que sigo llamando Twitter me encuentran como @dixonmedellin y exploro el cielo azul en Bluesky como @dixonacostamed.bsky.social
Dixon Acosta Medellín (@dixonmedellin)
Advenedizo extraviado en la dimensión desconocida. Alguna vez aspirante a diletante cronopio y decantado en aceptable fama. De los pecados, errores y calamidades cotidianas me rescata Patricia, incondicional compañera. Cuando salgo del espejo de Alicia, me pongo corbata, apellidos de pila e intento aplicar lo aprendido en la Universidad Nacional de Colombia y otros gratos centros de estudio, en la diplomacia. Estuve en el desierto y ojalá pudiera dejar huella.
En horario no laboral me pueden ubicar en Twitter:
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