En Colombia somos adictos a la televisión y nuestro país ha dado buenos frutos en ese campo, incluso aportando uno de los personajes más conocidos a nivel mundial, Betty la fea, creación del gran libretista Fernando Gaitán. Pero antes del éxito de las telenovelas contemporáneas, hubo un tiempo en que se realizaban seriados históricos. Es decir, creativos días cuando aparecían las historias en plural que han confirmado nuestra Historia en singular y mayúscula.
De aquella fértil época quizás el programa más recordado sea “Revivamos nuestra historia” (1979 – 1986), que tuvo varias series como la titulada “Bolívar, el hombre de las dificultades” (1981), que destacó por su producción en exteriores en un momento en que no se acostumbraba filmar fuera de los estudios. Sobre el primer presidente de Colombia hubo un antecedente, la telenovela histórica “Manuelita Sáenz” (1978) dedicada al último gran amor del Libertador.
El seriado más logrado por lo cuidadoso en su producción quizás haya sido “Crónicas de una generación trágica” (1993) realización basada en un proyecto de Gabriel García Márquez. Para quienes tengan tiempo y curiosidad, van un par de enlaces en donde pueden ver capítulos de estas producciones históricas colombianas.
Desde hace algunos años, se vive cierto fervor en el mundo por las conspiraciones palaciegas con estirpes reales o imaginarias. Los nobles que pelean por el poder en los campos de batalla, en los despachos diplomáticos e incluso en los dormitorios. Así la televisión mundial ha visto seriados como “Los Tudor”, “Los Borgia”, “Juego de Tronos”, entre otros.
En España, la televisión pública RTVE desde hace tres años dio con la clave de conciliar historia con entretenimiento, gracias a la serie Isabel, basada en la vida de la Reina Católica de Castilla que tuvo tanto o mayor poder y autoridad que su esposo, el Rey Fernando de Aragón. En su país de origen, así como en donde se ha transmitido ha resultado ser un fenómeno de sintonía. Quienes no vivimos en España y que nos hemos convertido en “isabelinos” por convicción podemos seguirla gracias al canal internacional de RTVE o a la página Web en donde aparecen todos los capítulos transmitidos.

Isabel, ha combinado varios factores en su receta de éxito, tomar la fascinante vida de una líder que tuvo que superar obstáculos, dudas y prevenciones, una mujer que doblegó con su templanza a temerarios hombres, guerreros, políticos y religiosos que fallaron al subestimar su carácter. Los hombres que resultaron afortunados, fueron quienes identificaron el talento de la dirigente y la siguieron, como su consejero Gonzalo Chacón, el Capitán Gonzalo Fernández de Córdoba, el mismo Cristóbal Colón (así terminara mal la relación), pero sobre todo su esposo, Fernando, quien sumó a su capacidad de estratega militar su buen tino para cogobernar con la castellana.
Isabel es una producción impecable a la que se le perdona haber situado una catedral antes de tiempo en cierta escena, ha sido ambientada en los castillos y escenarios originales, parajes espléndidos, por su rigurosidad documental ha recibido buenas críticas de historiadores y especialistas por respetar los hechos que al menos creemos sucedieron conforme a las crónicas de la época.
Pero nada de esto sería mágico si no hubiera unas interpretaciones totalmente creíbles, especialmente de la protagonista y su pareja. Michelle Jenner y Rodolfo Sancho, resultan más que convincentes en su papel de los Reyes Católicos. Los dos especialmente han sido generosos en las escenas dramáticas, como lo demuestran los litros de lágrimas que derramaron durante el rodaje de la serie. Jenner sufre una transformación que no se basa en maquillaje, sino en la propia interpretación, pasando de ser una joven ilusionada y temerosa de su futuro a recia y sufrida gobernante, atribulada en los últimos años por las desgracias familiares.

Durante las primeras temporadas, vimos unos villanos de antología, personajes consumidos por su propia ambición. Como los clásicos malvados de las fábulas infantiles, conspiraban todo el tiempo contra la perseverante princesa quien afortunadamente encontró aliados leales, como su esposo Fernando, así este no supiera siempre combinar la lealtad del compañero y socio con la fidelidad del hombre. De la mano de una joven reina, vemos el nacimiento del que fuera el mayor imperio de la historia, donde nunca se ocultaba el sol.
Un acierto de la serie, es que no glorifica a Isabel aunque uno termina admirando su figura histórica, la muestra con virtudes y defectos, aciertos e injustas decisiones. Una mujer que no se dejó manipular por los hombres ni transigió a la hora de casarse, aunque ya como madre sin importar la opinión de sus hijas, en alianza con su esposo, trazó sus destinos, trágicos sin duda. Todo porque en el trono, más que madre era gobernante y su principal ambición era dejar consolidado el reino más poderoso de la cristiandad. Una mujer piadosa, que sin embargo no tuvo recato cristiano a la hora de implantar la inquisición y perseguir a judíos y musulmanes.
En esta época de crisis económicas y sociales, aprendemos que vicios como la corrupción son casi tan viejos como el mismo pecado original. De igual manera que en términos de melodrama, no es necesario inventar “culebrones” pues la vida misma ofrece los mejores libretos, sobre todo cuando se trata de mezclar las relaciones personales con las estratagemas del poder.
La monarquía actual incluso debe estar agradecida con la serie, pues en una época de críticas a las figuras dinásticas, sin duda la aceptación del público por los personajes de la serie, indirectamente le confieren un aire de aprobación y legitimidad a la corona española, una imagen positiva que se transfiere a la pareja de los nuevos reyes, Felipe y Letizia, quienes incluso visitaron el set de grabación. De igual forma, se crea un ambiente de orgullo frente a lo español que no deja de ser útil y necesario cuando arrecian algunas voces de independencia.

Estamos a pocos días del último capítulo de Isabel, ojalá que en Colombia en donde hicimos tantas buenas series históricas en el pasado, alguna programadora o canal de televisión comprara los derechos de transmisión de esta serie que indirectamente tiene que ver con nuestra propia historia, pues de no haber Isabel creído en Colón, posiblemente no dirían que en nuestro país se habla el mejor castellano del mundo, ni el primer nombre de nuestro país hubiera sido Nueva Granada, ni el definitivo nombre fuera Colombia, ni el monumento a Isabel y Colón (que curiosamente muchos identifican como monumento a los Reyes Católicos, aunque no está Fernando) hubiera dado tantas vueltas por Bogotá, antes de su ubicación actual.
Extrañaremos a Isabel, la mejor cátedra de historia en forma de entretenido melodrama. Los que hayan reprobado la materia, nunca la hayan tomado o deseen ingresar al curso virtual, con gusto va el acceso al salón de clase:
http://www.rtve.es/television/isabel-la-catolica/
Dixon Acosta Medellín
A ratos en Twitter: @dixonmedellin