
Antes que alguien me regañe por utilizar malas palabras, debo advertir que empelotarse es un término castizo que aparece en el diccionario de la lengua española y una de sus acepciones es desnudarse. Ahora bien, lo interesante es que era la palabra utilizada por los abuelos para hablar sobre quitarse la ropa, cuando posiblemente hablar de desnudar, resultaba algo lesivo para los castos oídos. Era el tabú llevado al léxico.
Bogotá fue noticia mundial el pasado 5 de junio, por ser escenario de la última “instalación humana” del fotógrafo Spencer Tunick. Por el tema de derechos de autor, no se publican imágenes de la puesta en escena, así que lo dejaremos a la imaginación, que en ocasiones resulta menos decepcionante que la realidad. Pueden apreciar el sitio de la noticia, es decir, la Plaza de Bolívar de Bogotá y ustedes en su mente lo llenan con gente sin ropa. Eso o acudir a Google, herramienta eficaz tanto para desmemoriados como facilistas.
En el sitio que ha sido testigo de momentos gloriosos y tenebrosos de la historia colombiana, se concertaron más de 6.000 almas (bueno, en este caso, cuerpos) que dejando el pudor, la vergüenza, pero sobre todo el frío, se despojaron de sus ropas y como Dios los trajo al mundo, posaron para el señor Tunick, a quien hay que darle un premio a la originalidad, pues se inventó la fórmula para desnudar gente, tomarle fotos, lo cual consigue gratis, sin que lo culpen de ningún delito y encima puede darse el lujo que le digan artista y ser muy rentable al mismo tiempo.
En mis clases de sociología en la Universidad Nacional de Colombia, aprendí sobre la importancia que tiene el colectivo sobre los individuos. Es un hecho que las personas en grupo son capaces de hacer cosas que solas nunca emprenderían. Es lo que pasa en un concierto o en un partido de fútbol en un estadio y la gente grita, vocifera, dice vulgaridades, hace la figura de la ola, canta a voz herida y realiza una serie de movimientos que en solitario no realizaría. Estoy seguro que ninguno de los 6000 bogotanos (quizás algunas excepciones), sería capaz de llegar un día en solitario a la plaza capitalina y quitarse la ropa para que le tomaran fotos, seguro le daría pena con la mirada severa del Libertador Simón Bolívar, cuya estatua preside el sitio. Además alguna figura de autoridad lo impediría al acusarlo de inmoral, pervertido o al menos loco de atar.
Eso de empelotarse en una madrugada bogotana, tiene un gran mérito. Para quienes no conocen la capital bogotana, les contaré que no resulta extraño que durante las primeras horas de la mañana la temperatura promedio esté en los 10 grados centígrados o menos, lo cual empeora cuando hay lluvia, que suele ser compañera frecuente. No resulta extraño que muchos bogotanos recordemos lo que representa un baño de agua fría en una madrugada, seguro los que prestaron el servicio militar en Guardia Presidencial, y los que durante la niñez alguna vez tuvimos que sufrir ese suplicio.
Bueno, supongo que los abuelos que han sobrevivido a este inicio del siglo XXI, se escandalizaron con lo sucedido durante esa mañana dominguera, menos una viejita que me cuentan se robó el show, seguro una rebelde con causa que se quitó no solo la ropa, sino toda la mojigatería de la sociedad bogotana, alguien que sabe que el cuerpo humano no es malo sino una creación estética bella, depende de la mirada de quien vea las fotografías, que puede ser una mirada morbosa o de admiración artística. Una mirada que busca pecados ajenos o que vea en el cuerpo una extensión de la naturaleza, de la creación de Dios, como eran los tiempos antes que la humanidad cayera en desgracia.
En fin, cada uno juzgará los motivos por los cuales un grupo de personas se empelotaron en una madrugada bogotana, pero lo que ninguno de nosotros tiene derecho es a juzgarlos a ellos, a quienes siempre llevarán en su mente el recuerdo de una decisión colectiva, democrática e independiente, a quienes de forma valiente decidieron empelotarse en una madrugada bogotana, así hayan pescado un fuerte resfriado, pero seguro valió la pena.
Dixon Acosta Medellín
En Twitter todavía no me empeloto para tener más seguidores, solo de palabra como @dixonmedellin