Hoy me refiero a otro término, muy habitual en el lenguaje diplomático y político internacional que también genera confusión: Canciller. Una palabra que dependiendo la época o el lugar puede tener significados diferentes, así su origen sea el mismo.
Hoy me refiero a otro término, muy habitual en el lenguaje diplomático y político internacional que también genera confusión: Canciller. Una palabra que dependiendo la época o el lugar puede tener significados diferentes, así su origen sea el mismo.
Nota preliminar: Este texto fue publicado originalmente en el espacio de Asodiplo en los blogs de El Espectador, firmado como Dixon Moya, nombre con el que soy conocido en el mundo de la diplomacia, pero al parecer se extravió, por el cambio de plataforma que tuvo la sección, por lo cual lo rescato, ahora con mi nombre literario. La imagen que acompaña el artículo es la pintura “La Virgen del canciller Rolin” de Jan van Eyck.
Toda serie exitosa en la literatura o en el cine, se precia de tener una trilogía. Aunque se dice que segundas partes nunca fueron buenas, menos imaginamos las terceras. De todas maneras, en el blog de la Asociación Diplomática de Colombia, tengo el orgullo de haber publicado con mis apellidos de pila, dos de los artículos más leídos en su historia, relacionados con el mismo tema, las confusiones con las denominaciones de los rangos diplomáticos[1].
Hoy me refiero a otro término, muy habitual en el lenguaje diplomático y político internacional que también genera confusión: Canciller. Una palabra que dependiendo la época o el lugar puede tener significados diferentes, así su origen sea el mismo. En inglés encontramos el término Chancellor, derivado del francés Chancelier, que a su vez viene del latín Cancellarius, origen de los cancellarii de las cortes de justicia del imperio romano, funcionarios que se encontraban frente o detrás de los cancelli, que eran unas celosías, unos entramados de madera que se ubicaban ante una ventana, una puerta, o una entrada, para proteger de la vista del público. Sugestiva la etimología del término Canciller, que habla de un funcionario que oculta temas a los ojos públicos, como aquellos secretos de Estado, que no son convenientes de ser conocidos.
El cancellarii podría ser el portero que franqueaba o no el paso de personas al recinto o también el secretario o escriba del tribunal, pero con el tiempo a estos secretarios se les promovió al rango de magistrado. Esta doble designación resulta muy interesante, pues contiene la semilla de la confusión futura, al encontrar una misma palabra que designaba a funcionarios administrativos como a ciertas autoridades con poder, que se encontrarían en el mismo campo de la política o la diplomacia.
En la historia, la palabra Canciller se fue extendiendo por Europa y teniendo diversas connotaciones. En Francia, era el encargado de guardar el sello real. En Inglaterra aparece el Lord Chancellor, uno de los más antiguos cargos oficiales que todavía se mantiene y aunque ha cambiado algunas de las funciones, actualmente es el jefe del Ministerio de Justicia. En el imperio ruso, el Canciller era el mayor rango de un servidor público, pero también en las fuerzas militares era un destacado grado para oficiales superiores como generales o almirantes.
En España, durante la edad media, la monarquía tuvo el cargo de Canciller Mayor, quien como en otros países europeos era el encargado del sello real, el responsable solía ser un noble de la corte, muy cercano a quien fuera el monarca de turno, hubo otro especial, el llamado Canciller del Sello de la Puridad, para ciertas cartas especiales, así como luego del descubrimiento de América y el inicio de la colonización española, se tuvo al Gran Canciller de las Indias, con los sellos reales para autorizar cartas y despachos al llamado Nuevo Mundo.
En la actualidad, en algunos países como Estados Unidos, el Chancellor es un título académico, especialmente en universidades, encargado de temas institucionales o protocolarios o en instituciones culturales como el Instituto Smithsonian. Así como en el seno de algunas confesiones religiosas, especialmente cristianas, tanto católicas como protestantes, el Canciller es el encargado de diversas funciones, especialmente de la custodia de documentos oficiales, no necesariamente sagrados, sino correspondientes a la correcta administración de la institución.
Actualmente, el Canciller, puede ser el jefe de gobierno en países como Alemania y Austria, o en el caso de Suiza es un ministro encargado de la administración pública, conocido como Canciller de la Confederación. En nuestro entorno, el cargo de Canciller puede entenderse en la mayoría de países latinoamericanos como el responsable de la cartera de las Relaciones Exteriores, es decir el Ministro o Secretario de Estado.
En España, por el contrario, la denominación de Canciller se da al jefe de archivo en las misiones diplomáticas y consulares, es el cargo más importante de la función administrativa, pero no necesariamente tiene el rango de diplomático. En Colombia, como todos conocen, el título de Canciller identifica al Ministro de Exteriores, pero hubo una época, hasta no hace muchos años y seguramente por la influencia española, en la que también se le llamaba así a los funcionarios administrativos de cierta categoría, especialmente los encargados del archivo.
La Cancillería, a su vez, puede entenderse, como en el caso de Colombia, como sinónimo del Ministerio de Relaciones Exteriores, pero también se le pude designar al local en donde funcionan las oficinas de las misiones diplomáticas o consulares, por lo cual, no están tan equivocadas las personas cuando se dirigen a una embajada o consulado con el nombre de cancillería, pero lógicamente la disparidad de criterios, conducen a confusiones.
Recuerdo una divertida anécdota, del recomendado de un político que hace unos veinte años quería trabajar en un consulado de Colombia en Venezuela, en San Antonio o San Cristóbal, no recuerdo la ciudad exactamente, muy cerca de la frontera con Colombia y se había fijado que existía el cargo de Canciller, denominación que tuvimos en las Misiones y oficinas consulares en el exterior en aquella época.
Luego de insistir mucho y gracias a la palanca de su padrino político, el individuo fue nombrado en el Consulado y al llegar en su primer día de trabajo, se dirigió a la oficina del Cónsul, para saber en dónde quedaba su despacho y el Cónsul que era de carrera diplomática, con una sonrisa mal escondida, lo llevó a conocer el área de archivo, un depósito enorme lleno de estantes y papeles, en cuya entrada había un escritorio con una silla de madera. El cónsul le señaló su espacio de trabajo y le indicó que como Canciller debía hacerse cargo del área de archivo. Esto ante la sorpresa y disgusto del personaje, quien se imaginaba que el cargo de Canciller, estaba por encima del cónsul.
Ahora bien, sea la oportunidad de reconocer a los cancilleres de las cancillerías, así suene redundante. En este caso no me refiero a los ministros sino a los muchas veces anónimos jefes de archivo, porque el archivo es uno de los pilares administrativos de cualquier oficina y que injustamente cuentan con menos reconocimiento, a ellos nuestros agradecimientos y que si los confunden con los otros cancilleres, sea con un cheque.
Dixon Acosta Medellín
En lo que sigo llamando Twitter a la hora del recreo aparezco como @dixonmedellin
[1] Para los interesados, pueden leer los dos primeros artículos en los siguientes enlaces:
De los rangos y otras confusiones de la carrera diplomática: https://blogs.elespectador.com/actualidad/ese-extrano-oficio-llamado-diplomacia/los-rangos-otras-confusiones-la-carrera-diplomatica/
La Diferencia entre Embajador y Cónsul: De los rangos, cargos y otras confusiones de la carrera diplomática (segunda parte): https://blogs.elespectador.com/actualidad/ese-extrano-oficio-llamado-diplomacia/la-diferencia-embajador-consul-los-rangos-cargos-otras-confusiones-la-carrera-diplomatica-segunda-parte/
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