Colombia en el Cómic (I). Introducción General.

Nota preliminar: Una versión preliminar del presente artículo se publicó en la Revista Cosmocápsula No. 2, correspondiente a febrero – abril de 2010. Considerando su extensión, en este blog se publicará en varias entregas. 

Colombia ha sido mencionada en múltiples manifestaciones literarias y cinematográficas[1], pero resulta interesante constatar que también ha aparecido en el cómic internacional, de la mano de alguna referencia geográfica e incluso de personajes colombianos. Como acicate a investigadores más avezados, dejo esta relación de obras en donde nuestro país aparece “dibujado” en la historieta mundial.

El presente texto no se trata de una historia de la historieta en Colombia, ni se refiere a autores colombianos, aunque siempre rondan en la memoria personajes como Mojicón de Adolfo Samper, Copetín de Ernesto Franco, Tukano de Jorge Peña, Calarcá de Carlos Garzón o más recientemente Magola de Nani (Adriana Mosquera) y Aleida de Vladdo. La idea es destacar a los autores extranjeros que se han fijado en nuestro país para desarrollar su trabajo creativo. Sin embargo, sea el momento para mencionar el éxito de Zambo Dendé, super héroe colombiano creado por Nicolás Rodríguez y ambientado en la época de la colonia, que ha pasado del papel a la pantalla.

En este sentido, es necesario rememorar que varios de los más importantes personajes de la historieta universal se han referido a nuestro país. Gracias a los comentarios del profesor Bernardo Rincón Martínez, docente de la querida Universidad Nacional de Colombia, destacamos que en la última aventura gráfica de Tintin (“Tintin y los pícaros”), hay un diálogo en el cual se menciona a nuestro país. De igual forma, el célebre delincuente Fantomas habría robado esmeraldas en Bogotá y el Agente X-9 también nos habría visitado, gracias a su dibujante, Alfonso “Al” Williamson, autor norteamericano de padre colombiano quien vivió en Colombia durante su niñez y temprana juventud.

Tal vez uno de los personajes más interesantes y más desconocidos entre nosotros sea Lola Bogota (sin tilde en la a), cuyo origen tiene que ver con actividades delictivas, pero luego se redime y presta servicios a diversas organizaciones secretas. Los autores Fréderic Brrémaud y Philippe Chanoinat (1973), narran las aventuras de esta curiosa colombiana en tres tomos. “Notre Dame de Colombie”, “JFK” y “Le Camp des Siciliens”. Esta joven gracias a su pasado criminal, es reclutada por organismos de seguridad secretos, los cuales le encargan peligrosas misiones.

Para darles una idea, en el segundo tomo de la historieta, el presidente estadounidense John F. Kennedy le pide a Lola que recupere unas fotos comprometedoras que lo involucran en algún escandaloso romance.

Lola Bogota, es una joven trigueña de ojos verdes (imaginamos verde esmeralda, para darle una mayor connotación colombiana), de esbelta figura y versada en el uso de todo tipo de armas, una anti-heroína que se mantiene en el filo de lo legal e ilegal.

Entre nosotros hace varios años residió en Bogotá, un dibujante y caricaturista argentino, Daniel Rabanal, quien creó un personaje salido de las entrañas del barrio La Candelaria, son las “Las aventuras de Gato” (1996), en las cuales un joven se enfrentaba a misterios criollos, el arte gráfico recordaba a Tintín, la célebre historieta del belga Georges Remi (Hergé), fue publicada en el suplemento Monos de El Espectador.

En cierta ocasión como recuerda Daniel Samper Pizano, gran lector de historietas,  en su libro “Dejémonos de Vainas” que recoge artículos publicados en la página editorial del periódico El Tiempo, la contraparte femenina de James Bond, la famosa Modesty Blaise, viajó a Colombia protagonizando una aventura en nuestro país, en la cual se apreciaron sitios como el Hotel Tequendama. Se trató sin duda, de la época en que Al Williamson dibujó a la famosa heroína y la trajo a la ciudad de su infancia.

El periodista  en el mismo texto rememora que se publicó una historieta de la casa Disney, concretamente del ratón Mickey y su amigo Tribilín (al menos así le decíamos en mi época a Goofy), titulada “El tesoro de El Dorado”, en la cual viajaban a Colombia y llegaban hasta la misma laguna de Guatavita (descrita como Guata-Vita), en donde encuentran el tesoro, pero prometen no revelar su secreto para proteger a los indígenas que lo resguardan.

Esta historia continuará…

Dixon Acosta Medellín

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