Nota preliminar: Este artículo se publica simultáneamente en El Correo del Golfo, en donde el autor firma sus columnas con su nombre de pila. Uno de los acontecimientos culturales en Colombia durante 2024, es la celebración de los cien años de la publicación de la novela La Vorágine del escritor José Eustasio Rivera, que con…
Nota preliminar: Este artículo se publica simultáneamente en El Correo del Golfo, en donde el autor firma sus columnas con su nombre de pila.
Uno de los acontecimientos culturales en Colombia durante 2024, es la celebración de los cien años de la publicación de la novela La Vorágine del escritor José Eustasio Rivera, que con María (1867) de Jorge Isaacs, fueron los primeros superventas colombianos, fuera de nuestras fronteras patrias. Una novela que en su momento rompió los esquemas del romanticismo imperante, para convertirse en la gran narración de la selva y la primera denuncia social literaria en América Latina.
José Eustasio Rivera, utiliza la fórmula de un amor imposible y perseguido, el de Alicia, una joven bogotana de clase alta, enamorada de Arturo Cova, un poeta pobre, quien le propone huir de un matrimonio impuesto con un viejo comerciante, al territorio inexplorado de la selva amazónica, iniciando una aventura en la cual el autor llega a su verdadero proyecto, denunciar al lector las injusticias y atrocidades de los hacendados caucheros contra los indígenas, campesinos y colonos. Es decir, Rivera utiliza el argumento romántico para su real proyecto, publicar y divulgar los graves problemas sociales que se estaban presentando en un territorio colombiano, abandonado por las autoridades.
Desde el punto de vista de la arquitectura literaria, es muy interesante lo que hace Rivera, quien inicia con la clásica narración en primera voz, por parte del protagonista, Arturo Cova, para luego intercalar las voces de otros personajes que van apareciendo en el transcurso del relato y que aportan diferentes puntos de vista, sobre las situaciones que conllevan las experiencias en la selva. No pretendo ultimar el análisis, sólo aportar una idea, a los torrentes de tinta e interpretaciones que ha originado La Vorágine desde su publicación, es mejor dejar a los verdaderos expertos como mi profesor Isaías Peña o la escritora Martha Cecilia Rivera, quienes exponen análisis sobre un libro que ha sido definido como inagotable.
La Vorágine, ha tenido diversas versiones audiovisuales, la primera, fue una película mexicana, titulada “La Vorágine: Abismos de Amor” (1949) dirigida por Miguel Zacarías, que tuvo como protagonista a Alicia Caro, una de las primeras estrellas colombianas en el extranjero, que hizo carrera en México. En televisión, se recuerdan dos versiones, la telenovela de 1975, protagonizada por Mariela Hijuelos, quien murió durante su producción y tuvo que ser reemplazada por María Cecilia Botero, así como la miniserie de 13 capítulos, dirigida por el cineasta Lisandro Duque Naranjo, que tuvo a Armando Gutiérrez, Florina Lemaitre y Frank Ramírez, como protagonistas. En 2016 se publicó una novela gráfica, de los autores José Luis Jiménez y Óscar Pantoja de la editorial Resplandor.
La Vorágine se comenzó a escribir en la ciudad de Sogamoso (Departamento de Boyacá), en donde su autor se había radicado, mientras trabajaba en la Comisión Limítrofe Colombo-Venezolana, dato de la mayor importancia. José Eustasio Rivera Salas nació en el municipio de San Mateo, en el Departamento del Huila, en el centro-sur de Colombia. Debe decirse que esta población que actualmente cuenta con unos 20.000 habitantes se rebautizó como Rivera, en honor del escritor colombiano, por eso no es extraño que en algunas publicaciones aparezca como San Mateo-Rivera, de clima templado y frío, famoso por sus baños termales.
José Eustasio Rivera, quien cursó estudios primarios y secundarios en planteles de Neiva y Bogotá, fue egresado de derecho y ciencias políticas de la Universidad Nacional de Colombia y posteriormente se vinculó a entidades oficiales como el Ministerio de Gobierno, en cumplimiento de sus funciones oficiales fue designado secretario de la Comisión Limítrofe Colombo-Venezolana, lo que le da la oportunidad de conocer la frontera común entre los dos países, así como la selva amazónica, encontrándose con las deplorables condiciones de ciudadanos colombianos en estas regiones. Rivera denunció estas graves situaciones desde el Consulado de Colombia en Manaos (Brasil) a la Cancillería en Bogotá, pero no fue escuchado, ni tampoco atendidas sus demandas públicas en artículos de prensa.
De todas formas, Rivera en 1925 y con la fama que le suscitó “La Vorágine”, que fue un éxito literario automático en toda América Latina, fue elegido miembro de la Comisión Investigadora de Relaciones Exteriores y Colonización, continuando con su empresa de defensa de los derechos humanos de los compatriotas explotados, en un estado de semi-esclavitud en la selva. En 1928 Rivera representó a Colombia en el Congreso Internacional de Inmigración y Emigración de La Habana y luego se desplazó a Nueva York, en donde inició negociaciones para una traducción al inglés de La Vorágine y su adaptación al cine, lamentablemente le sorprendió la muerte en la ciudad estadounidense y aunque nunca se supo claramente el motivo de su fallecimiento, se cree que fue ocasionada por una enfermedad adquirida en la selva.
Sea la ocasión, para recuperar la lectura de una obra revolucionaria en todo sentido, que utiliza el romanticismo como puente para lanzar una demoledora denuncia social, la gran novela de la selva, que se convierte en personaje determinante, que parece manejar a los demás a su antojo. La Vorágine, que debe estar esperándolo en una biblioteca o en una librería al alcance de su mano, querido lector.
Dixon Acosta Medellín
En lo que antes se llamaba Twitter, a la hora del recreo me encuentran como @dixonmedellin
Dixon Acosta Medellín (@dixonmedellin)
Advenedizo extraviado en la dimensión desconocida. Alguna vez aspirante a diletante cronopio y decantado en aceptable fama. De los pecados, errores y calamidades cotidianas me rescata Patricia, incondicional compañera. Cuando salgo del espejo de Alicia, me pongo corbata, apellidos de pila e intento aplicar lo aprendido en la Universidad Nacional de Colombia y otros gratos centros de estudio, en la diplomacia. Estuve en el desierto y ojalá pudiera dejar huella.
En horario no laboral me pueden ubicar en Twitter:
@dixonmedellin
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