En el extremo suroccidental de Colombia, las montañas andinas descienden para fundirse con los valles extensos y fértiles del Cauca y el Valle del Cauca, allí se extiende un territorio marcado por contrastes: una tierra rica en biodiversidad, historia y cultura, que el año pasado recibió a la Cop16 (el evento más importante en discusión sobre biodiversidad en el mundo), esta región es también un lugar atravesado por conflictos sociales y desigualdades. Durante décadas, ha sido epicentro de tensiones por la concentración de tierras, el abandono estatal y la presencia de economías ilícitas. La pobreza y la violencia han configurado un panorama de dificultades para muchas comunidades, a pesar de su potencial agrícola y su estratégica ubicación económica. Un foro al que recientemente asistí tiene una apuesta distinta sobre este territorio.
Los cultivos de caña, introducidos en la Colonia por los españoles, son los protagonistas indiscutibles de la economía regional. La caña transformó los paisajes del Valle del Cauca en vastas plantaciones que durante siglos, definieron las dinámicas económicas y sociales.
Este escenario, cargado de tensiones históricas y reflexiones sobre el presente, fue el marco para el “I Foro de Participación Ciudadana: Territorio, Desarrollo y Ciudadanía.” Un evento que prometía no solo el diálogo, sino también la acción colectiva como herramienta para transformar la región.
El pasado 10 de diciembre de 2024, el Campus Universitario de Florida, Valle del Cauca, se convirtió en el epicentro de un encuentro sin precedentes. Durante ese día más de 500 personas se congregaron: campesinos, indígenas, afrodescendientes, jóvenes, empresarios y representantes de fundaciones provenientes de ocho municipios del norte del Cauca y el sur del Valle. Diseñado para promover el diálogo ciudadano, la concertación y la articulación entre diversos actores de la sociedad, el foro se centró en identificar formas concretas en que la participación ciudadana puede mejorar las políticas públicas y la provisión de bienes y servicios esenciales. Organizado por la Fundación Caicedo González Riopaila Castilla, en el marco de la iniciativa Compromiso Territorio, el evento se propuso como un laboratorio vivo de participación ciudadana y construcción colectiva. No solo es llamativa esta metodología sino sobre todo una respuesta a las comunidades, a pocas semanas de terminada la Cop16, que trae un impulso a esta región.
Desde la apertura, liderada por Ana Milena Lemos, directora de la fundación Caicedo González Riopaila Castilla, quedó claro el carácter transformador de este espacio. “El desarrollo que queremos para este territorio es lo que nos convoca, solo así lograremos las convergencias que requerimos para poder avanzar conjuntamente. Este diálogo que iniciamos es lo que nos va a dar las herramientas que nos permiten mirar a futuro de manera diferente.” enfatizó Lemos, subrayando la necesidad de convergencias que trasciendan diferencias históricas. Con esta premisa, la directora ejecutiva de ProPacífico, María Isabel Ulloa, presentó la alianza Compromiso Territorio, la cual busca ser un vehículo de impacto colectivo entre diferentes actores de la región, entre ellos, fundaciones empresariales y familiares, empresas, institucionalidad pública y comunidades, para contribuir a la transformación sustentable del Norte del Cauca y Sur del Valle del Cauca.
Este espacio lo cerró la conferencia de apertura a cargo de Ángela Penagos, directora de la CEPAL en Colombia, quien abordó las apuestas de la organización en la promoción de la participación ciudadana y la gobernanza para el desarrollo, en su conferencia hizo un balance de las últimas décadas en el desarrollo del país.
Uno de los paneles del día, moderado por Carlos Chacón, del Instituto de Ciencia Política Hernán Echavarría Olózaga. Figuras como Liza Rodríguez, secretaria general de la Gobernación del Valle; Juan Ramón Guzmán, presidente de la Junta Directiva de Bivien; Aura Lucía Lloreda, directora de la Asociación de Fundaciones Empresariales y Familiares (AFE); Jairo Hinestroza, enlace para el Valle del Cauca en la Dirección de Participación Ciudadana en el Ministerio del Interior y Esneyder Gómez, líder indígena, trazaron un mapa de desafíos y oportunidades para la participación ciudadana. Los panelistas no solo describieron las problemáticas, sino que también delinearon propuestas concretas para un desarrollo inclusivo y sustentable.
Sin embargo, este optimismo se enfrenta a un reto complejo. En el Valle del Cauca y el Cauca, la desigualdad es profunda, con indicadores de pobreza multidimensional que superan el promedio nacional. Las brechas en acceso a educación, salud y oportunidades económicas han alimentado ciclos de exclusión y violencia.
Las voces de los alcaldes de los municipios de Florida, Corinto, Miranda y Bugalagrande también resonaron con fuerza. En un conversatorio moderado por Alexander de la Vega, consultor Especialista en Políticas para el Desarrollo;los mandatarios locales compartieron experiencias de gestión pública con enfoque participativo, reforzando la idea de que las soluciones nacen de los propios territorios. “La participación ciudadana es esencial, solo a partir del conocimiento del ciudadano es que podremos crear municipios con mayor bienestar, que es definitivamente el reto para el cual nos hicimos elegir”, afirmó Dimas Antonio Martínez, alcalde de Florida.
En el contexto territorial, la participación ciudadana no solo aparece como un ideal democrático, sino como una respuesta pragmática para reconstruir el tejido social y fortalecer la confianza en las instituciones, finalmente en eso consiste la paz. En el Valle del Cauca y el Cauca, la desigualdad es profunda, con indicadores de pobreza multidimensional que superan el promedio nacional. Las brechas en acceso a educación, salud y oportunidades económicas han alimentado ciclos de exclusión y violencia.
A medida que la jornada avanzaba, se abrieron espacios para discutir el papel del sector privado y social en la dinamización del desarrollo. Un conversatorio que reunió a representantes del sector social como Juliana Ciro, gerente de Alianza para el Desarrollo; Paola Silva Cortés, directora de Educación y Cultura de la Fundación Grupo Social; Katherine Lasso, líder de la Red Juvenil de Miranda; y Cristian Montoya, líder de la Red de Sembradores de Agua de Caloto; moderado por Mariana Caicedo Pérez, subdirectora ejecutiva de ProPacífico, se centró en las apuestas del sector social para la transformación y participación ciudadana, donde convergieron en una misma conclusión: el desarrollo no es sostenible si no es inclusivo y participativo.
La vinculación de empresas privadas en iniciativas como Compromiso Territorio cobra especial relevancia tras las crisis sociales que sacudieron a Cali y al Valle del Cauca en 2021. Durante esos meses de protesta, las desigualdades históricas y el descontento acumulado llevaron a bloqueos, enfrentamientos y crisis económica.
Las empresas vieron la necesidad de reconfigurar su relación con las comunidades. Quizás su participación responde a una lógica de sostenibilidad social y empresarial: sin cohesión social, no hay estabilidad económica, pero sin estabilidad económica no hay país. En ese escenario se debe resaltar el trabajo de la Fundación Caicedo González Riopaila Castilla, que por más de 60 años ha tejido una relación de colaboración con las comunidades.
El foro cerró con un ejercicio liderado por María Isabel Alvarado, directora de la Unidad de Acción Vallecaucana, que buscaba identificar prioridades para garantizar derechos fundamentales en las comunidades. Las propuestas emergieron con fuerza, iluminadas por el entusiasmo de los participantes: educación, acceso a la salud, sostenibilidad ambiental y equidad fueron algunos de los temas más recurrentes.
Los asistentes no solo llevaban consigo el recuerdo de un encuentro diverso, humano y dialogador, sino también un compromiso y una esperanza renovada. Desde la base del reconocimiento y la diversidad del territorio, Compromiso Territorio demostró ser más que una iniciativa; fue una demostración de cómo el trabajo articulado entre comunidades, empresas y gobierno puede convertirse en la semilla de una transformación real. Así como lo afirma Ana Milena Lemos Paredes, este espacio “permitió llegar a acuerdos sobre los asuntos en los que se debe focalizar la incidencia y participación para avanzar de manera contundente y convergente en la realización de las oportunidades que van a permitir el acceso a los derechos de los ciudadanos.”
En esta región, donde las cicatrices y los fantasmas del pasado todavía son visibles, el foro dejó una lección: la participación ciudadana no solo es un derecho, sino una herramienta única y poderosa para escribir un futuro distinto.
En este lugar del suroccidente colombiano, quedó sembrada una semilla: la de una ciudadanía que, lejos de resignarse, apuesta por hacerse oír, por construir desde la diferencia, y sobre todo por reescribir su historia.