Hagamos memoria, Salvatore Mancuso Gómez, conocido también por los alias del Mono Mancuso, Santander Lozada o Triple Cero nació en Montería el 17 de agosto de 1964, es un narcotraficante y ex jefe paramilitar colombiano, comandante de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC); desmovilizado en 2005 y extraditado a Estados Unidos en 2008. Mancuso ha reconocido su participación en por lo menos 300 asesinatos, incluido el de una niña de 22 meses
Su vuelta a Colombia debe ser asumida con mucha madurez por el país, se abren las posibilidades de una colaboración suya con la paz, pero esto es algo que hay que cuestionar duramente. En buena medida sus relaciones con los actuales grupos delincuenciales como el “clan del golfo”, las disidencias de FARC, ELN, o las autodefensas de la Sierra son nulas, a pesar de que las últimas han solicitado que las represente en negociaciones con el gobierno.
Luego de 15 años en prisión y alejado del país, sus conexiones con estos grupos y con los contextos actuales del narcotráfico y la guerra son espurios.
Pero entonces ¿Cuál es el interés del presidente Petro en revivir una figura histórica como la suya? ¿Cuál es el verdadero interés y el verdadero poder de Mancuso?.
Salvatore Mancuso fue actor clave y testigo privilegiado de la formación del Paramilitarismo, conoce como nadie la manera en que sectores diversos de la sociedad; transnacionales, ganaderos, militares, empresarios y casi todos los cuerpos del Estado hicieron contubernio para la formación de los ejércitos paramilitares. Su aporte político es ayudar a demostrar cómo fueron esos pactos durante las décadas duras de la guerra y ponerles nombres propios.
Su “gestión de paz” no será otra cosa que intentar aportar verdad a los innumerables procesos que lo vinculan, en especial a Justicia y Paz. Pero quizás la apuesta política más importante del gobierno es la presión política que también se logra sobre el presidente Uribe; el máximo contendor simbólico de Gustavo Petro en el país. Mancuso ha vinculado al ex presidente Uribe a hechos atroces de la guerra paramilitar. El tipo de acusaciones que por casi 3 décadas se le han hecho al ex presidente sin que hasta ahora la justicia haya podido probar nada.
El problema de esto, es que elevar a “gestor de paz” a un hombre como Mancuso es un golpe duro a los verdaderos gestores de paz del país, es desafiante a miles de hombres y mujeres que han dado y dan su vida por la paz de Colombia. En su vuelta a Colombia tienen que estar en el estricto centro de la discusión sus miles de víctimas, los defensores de DDHH, y los miles de territorios donde su actuar dejó heridas imborrables.
Mancuso tiene que demostrarle al país y a la justicia, de una manera profunda, si su apuesta por la reconciliación y la verdad son ciertas o no son más que excusas buscando incidir políticamente o buscando algún tipo de impunidad. Estoy seguro que puede tener un papel importante en la reparación como lo tienen los ex combatientes de las FARC o de tantos otros grupos, en especial sus conocimientos sobre la desaparición forzada que las AUC ejercieron en el contexto de la guerra, puede reparar a muchas familias. Pero no es la segunda oportunidad que la sociedad Colombiana le da, es quizás la tercera o la cuarta, hay que recordar que su extradición fue precisamente por incumplirle a la justicia transicional de Justicia y paz.
Y si hay algo que no aporta nada a la reparación, es pensar que la reconciliación es dar una carta blanca a cambio de un favor político, a personas que hasta ahora no han aportado a la paz de Colombia.♦
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Diego Aretz es un periodista e investigador Colombiano, candidato a master en reconciliación y estudios de paz de la Universidad de Winchester, ha sido columnista de medios como Revista Semana, Nodal, El Universal, colaborador de El Espectador. Ha sido asesor de la Unidad de Búsqueda y de numerosas organizaciones defensoras de DDHH.
Diego Aretz
Diego Aretz es un periodista, investigador y documentalista colombiano, máster en reconciliación y estudios de paz de la Universidad de Winchester, ha sido columnista de medios como Revista Semana, Nodal, El Universal y colaborador de El Espectador. Ha trabajado con la Unidad de Búsqueda y con numerosas organizaciones defensoras de DDHH.