« El Río Bogotá es un río muerto, y seguirá muerto durante mucho tiempo » – Fernando Vasquez, director de la Fundación Al Verde Vivo
El Río Bogotá es uno de los ríos más importantes del departamento de Cundinamarca, en el centro de Colombia. Con sus 380 km de longitud, es un elemento central para el desarrollo de las 47 municipalidades que lo bordean. En efecto, según la ONG Manos Verdes, el río tiene influencia en el 37,5% del PIB con 20 000 industrias manufacturas en sus cuencas, y 12 millones de personas se benefician. Además, el río alimenta el 26% de la producción agrícola nacional, y produce el 8% de la demanda de energía con el embalse de El Muña.
Sin embargo, este antiguo santuario del pueblo Muisca está muy contaminado. De hecho, es uno de los ríos más contaminados en todo el mundo : desde los años 60, el desarrollo urbano muy rápido de la región ha generado muchos residuos que no se han controlado con normativas medioambientales. El río Bogotá está compuesta de tres cuencas : la cuenca alta, la cuenca baja, y la cuenca media. Esta es la parte más contaminada, porque es aquí que llegan los residuos, y las aguas de varias fábricas. Los residuos proceden de las curtidurías artesanales, de las empresas industriales, de vertederos (especialmente Salitre, Fucha, y Tunjuelo), y los residuos domésticos procedentes de Bogotá representan una parte importante también. Hasta 2009, aguas usadas de Bogotá eran vaciadas en el río, solamente el 20% fue tratado.
Entonces, la contaminación es tanto que no podía navegarse, los animales no podrían vivir allí demasiado tiempo, y en algunos lugares tenía un olor nauseabundo. Adicional a esos problemas medioambientales, es un problema de salud pública, porque la contaminación puede provocar trastornos respiratorios. Pero no solo el río es peligroso para la gente que vive cerca de él, sino para la población de todo el país porque cuando se mezcla con otros ríos, los contamina.
Frente a esta situación, un grupo de ciudadanos entablaron una acción judicial al municipio por la contaminación. En 2004, la magistrada Nelly Villamizar le da la razón. Esta decisión hizo un escándalo, y durante 10 años el río siguió estando contaminado. Sin embargo, el Consejo de Estado validó su fallo, y exige a 46 municipalidades tomar medidas para sanear el río. Al mismo tiempo, el Consejo de Estado ha creado el rol de magistrada del Río Bogotá especialmente para Villamizar, que la permite hacer inspecciones cuando desee : ahora, es llamada la « madre del Río Bogotá ».
Así, en 2014 ha empezado un « megaproyecto » de descontaminación del Río. El 12 de Mayo 2021, por el « Dia del Río Bogotá », tuvo lugar la inauguración de un paseo navegable de 69 kilométricos.
El saneamiento del río es un trabajo titánico, en varias escalas. Primero, es importante que los Bogotanos investiguen, porque Bogotá es responsable del 90% de la contaminación del río : antes de pasar por la ciudad, el nivel de contaminación del río es 4, y después es 8. Por eso, la ciudad hace sensibilización al lado de los habitantes : días de limpieza, un día oficial del Río…
Pero el trabajo más importante es el saneamiento. En efecto, cientos de millones de dólares han sido invertidos en construcciones de plantas de tratamiento de aguas residuales. En efecto, cuenta varios residuos muy tóxicos según el ORARBO, que necesitan una depuración : podemos encontrar mercurio, arsénico, zinc, o más.
Hoy en día, existen múltiples plantas de tratamiento de aguas residuales, varias financiadas con impuestos especialmente creados para el saneamiento del río. Si la voluntad de tratar las aguas residuales existe desde 1950 en la región, hay verdaderos inversionistas solamente desde hace unos diez años. Una de las más grandes estructuras es la PTAR Canoas, debería ser capaz de tratar el 70% de las aguas del río Bogotá. Además se han puesto en marcha varios sistemas para sanear la zona : planes de reforestación, sensibilización del público, sistemas de vigilancia en las costas, …
Pero estos proyectos presentan algunos problemas. Primero, las personas que trabajan en las plantas de tratamiento de aguas residuales encuentran problemas de salud. Por otro lado, la población que vive cerca del río tiene algunas dudas, porque el progreso es más lento de lo esperado : en 2019 se vertieron al río 690 toneladas de residuos al día, algunas plantas de tratamiento de aguas residuales no consiguen sus objetivos. Los impuestos para el saneamiento del río son importantes, por eso la gente se pregunta sobre la utilidad de ellos. Además, Villamizar, la « madre del río Bogotá » es objeto de una investigación iniciada por el nuevo Ministro de Medio Ambiente con respecto a su trabajo con el río. Le reprocha favorecer la planta PTAR Salitre, del que el costo se eleva a 1,5 mil millones de pesos, que no ha respetado sus compromisos porque no cumplió sus objetivos a tiempo. El contrato estipulaba que la empresa tendría que pagar una multa diaria de 90.000 pesos por esta situación, pero no sólo no pagó una multa, sino que se le pagará cómo si toda la obra estuviera terminada. Esta situación es particularmente problemática, porque la magistrada Villamizar era una personalidad muy famosa y respetada en Colombia : las acusaciones debilitan una confianza en los poderos públicos ya delicada.
Pero el saneamiento del río no debía ser únicamente un problema técnico, es importante que sea una cuestión política también. En efecto, es necesario que todas las empresas cerca del río cambien su modelo de producción : sanear el río es una cosa, pero es más importante evitar nuevas contaminaciones, tratar el problema en la raíz. Además, existen estatutos para proteger el río, como es el caso del río Atrato. Efectivamente, es reconocido como una entidad sujeto de derechos a la protección, conservación, mantenimiento y restauración a cargo del Estado y las comunidades étnicas. Este estatuto permite una mejor protección, el río es un sujeto de derecho. Sería propiamente la mejor solución para el río Bogotá. Además, concederle derechos significa cambiar la mirada sobre el río y acercarse a la de los antepasados de los colombianos, es decir los pueblos indígenas. En efecto, el río era considerado como un regalo de los dioses y, a veces, como un dios por pueblos como los Chibchas. Por eso, respetar el río significa, en cierto modo, respetar los pueblos ancestrales del país.
« es necesario ir mucho más allá, de un asunto técnico, a un asunto político ».
Ati Quigua, miembro de la Comisión Asesora de Paz de Colombia y activista ambientalista y indígena, piensa que la construcción de plantas de tratamiento no es una solución : « es necesario ir mucho más allá, de un asunto técnico, a un asunto político ». Igualmente, soluciones políticas serian menos caras, porque las plantas de tratamiento de aguas residuales costan mucho al estado, y a la población también. La solución menos cara y más efectiva a largo plazo es cambiar el modo de producción, cambiar el trato del río dándole derechos, y responsabilizar a las poblaciones en su gestión de sus residuos. En otras palabras, la buena solución no es tratar los residuos que llegan al río, pero es garantizar que el río no se contamine en primer lugar, es decir encargarse de las fuentes de contaminación.
Del mismo modo, es esencial cambiar la mirada sobre el río, que era en el pasado considerado como un regalo de los dioses por los pueblos indígenas hasta la llegada de los españoles. Una mejor consideración del río.
Así, el saneamiento del río Bogotá refleja muchos problemas en la política ambiental de Colombia. En efecto, las soluciones propinadas son a menudo técnicas, y de corto plazo. No obstante, es necesario que el gobierno entienda que las soluciones tienen que ser políticas, sociales, económicas. Refleja también los problemas de corrupción que conocen las personas públicas del país, con la investigación sobre la magistrada Villamizar.
Pero, si existen muchos problemas con el río, y el trabajo está lejos de ser terminado, el hecho que el río sea navegable representa un importante símbolo : significa que hay progresos y que el río Bogotá puede ser salvado, cuando era considerado como muerto hace algunos años. Cómo dijo el escritor Guillermo Solarte Lindo, el siglo XIX fue el siglo del desarrollo económico, el siglo XX fue el siglo de la lucha para los derechos, y el siglo XXI es el siglo de la lucha para el medio ambiente. Es fundamental que el gobierno lo entienda, y asuma por fin sus responsabilidades, para que los colombianos puedan por fin disfrutar del río sin poner en riesgo su salud : el medio ambiente es el reto de mañana.♦
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Ines Louelh es periodista e investigadora de Por la Frontiere
Diego Aretz es un periodista y activista Colombiano, ha sido columnista de medios como Revista Semana, Nodal, El Universal, colaborador de El Espectador, . Así mismo es jefe de comunicaciones del Consejo Nacional de Bioética y consultor de Terre Des Hommes Alemania. Director de la ONG Por la Frontiere.