Las palabras y las cosas

Publicado el Diego Aretz

«Le pego su tiro».

 

El título de esta columna es la frase célebre del segundo candidato a la presidencia con más opción a ganar, Rodolfo Hernandez. De las muchas sandeces que el ingeniero ha dicho, quisiera resaltar y comentar esta frase, que creo revela lo original de su espíritu, lo honesto de su prosodia y lo peligroso de su elección.
El ingeniero es un sujeto que representa buena porción de la sociedad Colombiana, y una porción que muchas veces no queremos reconocer ni ver. Es muy parecido a Donald Trump sin dudas, es un hombre que logra conectar con la gente humilde y con el ciudadano corriente por cuenta de decir verdades. Verdades de cafetín pero verdades que también repite esa porción y no solo esa porción del país sino casi todo: «todos los políticos son iguales» «son corruptos todos» «ladrones» etc.
Es tan fuerte la convicción de gran parte del país en esas verdades que muchas personas que no votan, no lo hacen precisamente por esas convicciones. Las mismas convicciones que llevan a millones de personas a querer ver al populista Hernandez al frente de la Casa de Nariño.

En buena medida los políticos han sido artífices del estado de nuestra democracia; los salarios indecentes de más de 34 millones en un país donde 20 millones de personas viven bajo la línea de pobreza, la caravana de corrupciones que sin lugar a dudas llegaron a su cenit con el desfalco miserable de los hermanos Moreno, nietos de Rojas Pinilla en Bogotá. Y por supuesto los 70 mil millones del internet de las escuelas del país.

Sigo listando, las camionetas que prácticamente ningún político ni de centro ni de izquierda ni de derecha ha renunciado. Salvo excepciones como Juan Carlos Flórez, todos los políticos que dicen ser de izquierda y centro viven rodeados de bandadas de escoltas y camionetas (pagadas con nuestros recursos) que más recuerdan escenas de novelas de mafiosos, es el triunfo de la narco-estética que revela muy bien en qué tipo de sociedad nos convertimos, cuales son nuestros valores y quienes son nuestros políticos.

Rodolfo tiene ideas originales; recuperar miles de millones de esos carros, convertir la casa de Nariño en un museo (como lo fue antiguamente). Son ideas geniales que contrastan con el tapete rojo del actual gobierno (gobierno austero). Son ideas simples y atractivas que maravillan a un país ingenuo, un país sin conciencia histórica ni conciencia social.

Pero si vamos a estudiarlo con cuidado, Rodolfo Hernandez no propone ninguna metodología seria para lograr ese cometido. El gran desfalco al estado por manos de la corrupción no es una tarea fácil. Puede ser una tarea de años y quizás de décadas. Ningún presidente puede acabar con la corrupción que tenemos en este momento en un mandato. En realidad para los conservadores, los que creen que se debe proteger las instituciones y el avance pausado de la democracia, Rodolfo presenta un problema más grande que Petro. Solo hay que observar lo que sucedió con el gobierno Trump en Estados Unidos, que dejó una guerra civil en muchos estados y un detrimento del poder norteamericano en el mundo.

A sus 77 años Rodolfo es un millonario que aspira al autoritarismo que su dinero no le ha permitido comprar, ser el macho alfa, el duro, el patrón, el señor presidente de esta débil democracia que nos ha costado construir. Seguimos escogiendo políticos que nos intentan humillar, políticos para los que somos «hombrecitos» y «mujercitas», políticos cuya autoestima es tan baja que buscan el poder simbólico para satisfacer sus carencias en caravanas largas de carrozas y tapetes rojos. A veces pienso en esa vieja frase que dice que «las sociedades se merecen a sus dirigentes» y pienso que en efecto Colombia se merece a Rodolfo, y Rodolfo se merece a Colombia. Un prohombre que es capaz de amenazar a otro ser humano con «pegarle un tiro» y para el cual la tragedia económica de los demás solo es producto de «deliciosas autosatisfacciones» lejos de cualquier valor cristiano o humanista… ese es el ingeniero.♦

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Diego Aretz es un periodista y activista Colombiano, ha sido columnista de medios como Revista Semana, Nodal, El Universal, colaborador de El Espectador, ha sido jefe de comunicaciones del Festival Internacional de Cine de Cartagena, jefe de  Comunicaciones del Festival Internacional de Cine por los Derechos Humanos. Así mismo es jefe de comunicaciones del Consejo Nacional de Bioética, consultor de Terre Des Hommes Alemania y director de Por la Frontiere.

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