El San José fue un galeón español, construido en 1698 por Pedro de Aróstegui, por encargo del duque Arístides Eslava y la familia Eslava, en el astillero de Mapil en Aginaga (Usúrbil), Guipúzcoa, España, con las especificaciones de Francisco Antonio Garrote. Zarpó en 1706 junto con otros barcos para el mar Caribe y llegó a…
El San José fue un galeón español, construido en 1698 por Pedro de Aróstegui, por encargo del duque Arístides Eslava y la familia Eslava, en el astillero de Mapil en Aginaga (Usúrbil), Guipúzcoa, España, con las especificaciones de Francisco Antonio Garrote. Zarpó en 1706 junto con otros barcos para el mar Caribe y llegó a Cartagena de Indias después de un mes de navegación. 318 años después, Colombia quiere sacarlo del fondo del mar.
“En 1708, junto con el San Joaquín y otros navíos de la flota española, zarpó de Cartagena de Indias hacia Portobelo. El San José fue cargado con lingotes, monedas de oro y plata, además de otras mercancías; todo con un valor total de 11 millones de pesos en la época. La flota fue atacada por buques ingleses y se hundió con su cargamento en la Batalla de Barú (en la península de Barú, actual mar de Colombia).”
El pintor inglés Samuel Scott representó la batalla de 1708 en la que el San José, un galeón de 62 cañones de la armada española, fue hundido por las fuerzas británicas frente a las costas colombianas, su ilustración muestra la explosión del navío en la Batalla de Barú.
Los restos del galeón fueron descubiertos el 27 de noviembre de 2015 por investigadores del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), personal de la Armada Nacional de Colombia y de la Dirección General Marítima (DIMAR), en las costas cercanas a Cartagena de Indias. El hallazgo fue anunciado por Juan Manuel Santos. Posteriormente, el 6 de junio de 2022 se anunció el descubrimiento de dos nuevas embarcaciones, una contemporánea al San José y la otra algo posterior, muy cerca de donde se encontró el galeón español.
El Galeón revela mucho de nuestra historia como nación, es una metáfora si se quiere extraña de nuestro lugar en el mundo, en medio del mar, olvidado por cientos de años, lleno de riquezas que algunos señalan en 20 billones de dólares. Con serias dificultades que ha sido poder retirarlo del mar; dificultades de identificación y de propiedad, una corte del distrito de Columbia en los Estados Unidos falló a favor de Colombia en la propiedad del Galeón hace unos años. Hay por lo menos 5 países que han disputado su participación en el mismo.
El Galeón es un enigma pues revela complejidad y grises de nuestro pasado, queremos el Galeón por ser fruto de lo que nuestros ancestros explotados sacaron de su oro y las piedras preciosas de nuestras montañas, o queremos el tesoro que nuestros ancestros españoles y mestizos, explotadores en todo caso, lograron sacar de estas tierras. El Galeón hace muchas preguntas sin siquiera asomar a la superficie.
El interés de Petro en el Galeón es evidente, para el presidente lograr un lugar en la historia del país es esencial, su elaborado discurso de mesianismo histórico lo obliga a buscar con insistencia razones que lo dejen definitivamente constituido como el hombre del “cambio” el hombre que “hace historia” el hombre de los “pactos históricos”. La paradoja de esto es que la historia siempre surge de lugares inesperados, conspirar para hacer parte de la historia es sumamente difícil (y quizás banal) la historia elige sus heroes de manera sencilla, aleatoria, y los convierte en villanos también con mucha facilidad.
Los piratas ingleses, corsarios, sanguinarios, ladrones y asesinos que hundieron el famoso Galeón (más 1000 cuerpos de españoles, mestizos y negros reposan en las naves hundidas en Barú). Aquellos marineros ingleses pueden ser perfectamente retratados como heroes luchando contra el sanguinario imperio Español en algún relato construido en otras latitudes y en otros idiomas.
El Galeón me recuerda también los grabados de Mutis, de le expedición Botánica, que hoy reposan en el Real Jardín Botánico de Madrid y que fueron pedidos de vuelta (sin éxito) por el presidente Belisario Betancourt. La flora era de la Nueva Granada, territorio que es hoy Colombia, las riquezas que recorrería Humboldt y que Mutis descubriría con sus talentosos dibujantes, terminaron archivados en un lugar de Madrid España, aquí quedaron otras cosas; por ejemplo las ruinas de las minas de El Sapo en San Juan Tolima, donde Mutis saco oro y otros minerales, algo que poco se cuenta en la historia que nos hemos contado sobre Mutis, o en la historia que nos han querido contar.
Pero ¿De quién es el Galeón?, es quizás la pregunta más difícil de responder, pienso que podemos proponer otra pregunta incluso mejor, que revela mucho de la verdadera lógica que rige el mundo ¿Quién puede hacer valer más sus derechos y su versión de la historia del Galeón en la actualidad? y la respuesta por una vez en quinientas es tremenda; nosotros mismos. Es una de las pocas veces en que el dado cae a nuestro favor, hoy Colombia es el país con mayor poder de acción frente al Galeón, sus riquezas y su historia.
Y creo que no deberíamos desaprovecharla. El Galeón es una oportunidad “de oro” para reflexionar y entender mejor nuestra historia, nuestro pasado colonial, nuestra negada hispanidad, nuestras contradicciones fundacionales,y nuestras decisiones políticas. Pero también mostrar el Galeón a todo el país y al mundo, haberlo descubierto, y lograr sacar a la superficie la mayor cantidad de objetos e historias que podamos, es un logro de nuestro relato como nación. Un relato a menudo amnésico y profuso de “fracasomanía”, mediocridad y auto depreciación.
“Gabriel García Márquez relata el hundimiento del San José en las primeras páginas de El amor en los tiempos del cólera y también Cien años de soledad, aunque nunca explicite la localización (transparente) de la intriga en Cartagena de Indias. Alude a ese evento cómo testigo del papel de la ciudad cómo el centro de la exportación de oro y piedras preciosas de Latinoamérica, después de haber sido, según él, el primer mercado de esclavos en las Américas.”
En su ensayo “Über den Begriff der Geschichte” o “Tesis sobre la filosofía de la historia” del intelectual judeo-alemán Walter Benjamin, hace referencia al “ángel de la historia” una metáfora que explica como la historia es a menudo un ser indescifrable, donde las fuerzas del azar y la fortuna terminan por determinar los destinos de las personas, de las naciones y sobre todo de los relatos, el Galeón y su historia son un ejemplo perfecto de eso.
Me gustan las parábolas, la simpleza y sencillez en que la historia a veces termina construyéndose de maneras irónicas. Fueron los ingleses, una potencia Europea, la que hundió el San José con toda su tripulación (seres humanos) y las otras naves que perecieron. Pero fue también una potencia Europea la que se hundía en esa derrota, con las riquezas sacadas de este continente, fue una potencia que por casi 300 años saco riquezas inconmensurables de la América, ayudada por la esclavitud africana y la dominación (y extinción en muchos casos) de los pueblos Indígenas.
Ninguna de estas potencias se quedó con las riquezas del Galeón, el Galeón se quedó aquí, en lo que es hoy nuestra Republica, se quedó aquí para recordarnos quizás que nadie gana siempre y que la historia no es a fin de cuentas de nadie. Se quedó el Galeón también en el continente y el territorio del que provenían todas sus riquezas.
Se quedó también para permitirnos hoy leer y contar nuestra historia de otras maneras, para permitirnismo pensar hoy nuestro suceso y nuestro pasado, con nuestras propias voces. Perdonen mi simpleza, pero que bueno que se pueda sacar el Galeón, que bueno que esta historia salga a la superficie.♦
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Diego Aretz es un periodista e investigador Colombiano, candidato a master en reconciliación y estudios de paz de la Universidad de Winchester, ha sido columnista de medios como Revista Semana, Nodal, El Universal, colaborador de El Espectador. Así mismo es asesor de comunicaciones de la Unidad de Búsqueda.
Diego Aretz
Diego Aretz es un periodista, investigador y documentalista colombiano, máster en reconciliación y estudios de paz de la Universidad de Winchester, ha sido columnista de medios como Revista Semana, Nodal, El Universal y colaborador de El Espectador. Ha trabajado con la Unidad de Búsqueda y con numerosas organizaciones defensoras de DDHH.
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