Las palabras y las cosas

Publicado el Diego Aretz

Esperando a los vándalos.

Las impresionantes imágenes que vemos a diario hoy en Colombia deberían cuestionarnos profundamente sobre lo que vivimos como sociedad y el monstruo en que nos hemos convertido ¿o el monstruo que nunca hemos dejado de ser?

Quiero escribir hoy sobre los vándalos, «Los vándalos fueron un pueblo germano de Europa central que habitaba las regiones ribereñas del mar Báltico, en las actuales Alemania y Polonia. Su lengua pertenecía a la rama germánica oriental (solo se conservan unos pocos fragmentos de idioma vándalo). Su primera aparición en las fuentes antiguas se remonta al siglo I d.C. en que fueron citados por Plinio y Tácito».

Nosotros, hijos de Roma, nietos de una cultura que con el cristianismo pasó a dominar gran parte del mundo occidental, destruyendo y maltratando primero a los pueblos europeos y luego a los pueblos americanos (antes de que existiera América) deberíamos preguntarnos cómo seguimos usando con odio y con tanta estigmatización una palabra para referir a unos otros imaginados, unos otros, unos lejanos, unos diferentes. «Los Vándalos» resumen en buena medida nuestros miedos, nuestro aislamiento, nuestra atomización como sociedad y el nivel de desgaste del tejido social.

En medio del Paro he visitado territorios como Cúcuta y municipios de la frontera con Venezuela, barrios en las periferias, he visitado Cali, me he sentado con los pelaos que lideran «Puerto Resistencia», he hablado con ellos, los he escuchado, también los he interpelado, cuestionado. He mirado con mucha tristeza cómo las calles de Cali hoy parecen huellas de una guerra, producto de una gran desigualdad y una falta de comprensión del problema social que vive el país. La culpa es de todos, pero no todos tenemos el mismo nivel de culpa, creo que señalar en el gobierno la culpa de todo es lavarnos las manos como sociedad. Somos una sociedad que le dijo NO a un proceso de paz, somos una sociedad que no ha desistido de las armas y la violencia, lo vemos en algunos ciudadanos de Ciudad Jardín, en Cali, pero como ellos una gran parte del país. No nos ha bastado ser el país más violento de América, somos un país uroboro, un país que se autodestruye y que, por tanto, no se ama.

Quisiera señalar la clase política, una clase que no hemos podido renovar y donde las opciones de cambio son extrañas, poco prometedoras y que, en sus cimientos, parece sufrir de un complejo (echarle la culpa de todo al contrincante y no asumir ninguna responsabilidad en el desastre). Como decía Pepe Mujica en una entrevista que le hice hace poco: «mi mensaje a los políticos de Colombia es que se quieran un poco más». Ese podría ser el mensaje que todos deberíamos escuchar como sociedad.

Los Vándalos son la solución perfecta a este complejo de no aceptar nuestra responsabilidad en este estallido, en haberle fallado a una generación que hoy se toma las calles para pedir cambios mínimos, «salud», «educación de calidad», «oportunidades laborales»… lo mínimo que puede pedir uno en un Estado de derecho, en una democracia y en una sociedad moderna, le hemos fallado a esta generación, todos. Los empresarios, las ciudadanías, los y las políticas, los medios, todos les hemos fallado y es momento de afrontar los errores y cambiar.

Quizás buscar respuestas en la cultura, en el diálogo, en el genuino deseo de entender cómo viven muchachos que no comen dos veces al día, en el genuino deseo de entender cómo es ser pobre en Colombia, ser de la mayoría del país. Quiero compartirles una reflexión y un poema del escritor griego Constantino Cavafis, quizás con la esperanza de que dejemos de esperar Vándalos, que nos solucionen todos nuestros problemas.
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-¿Qué esperamos congregados en el foro?
Es a los bárbaros que hoy llegan.
-¿Por qué esta inacción en el Senado?
¿Por qué están ahí sentados sin legislar los Senadores?
Porque hoy llegarán los bárbaros.
¿Qué leyes van a hacer los senadores?
Ya legislarán los bárbaros, cuando lleguen.
-¿Por qué no acuden, como siempre, los ilustres oradores
a echar sus discursos y decir sus cosas?
Porque hoy llegarán los bárbaros y
les fastidian la elocuencia y los discursos.

-¿Por qué empieza de pronto este desconcierto
y confusión? (¡Qué graves se han vuelto los rostros!)
¿Por qué calles y plazas aprisa se vacían
y todos vuelven a casa compungidos?
Porque se hizo de noche y los bárbaros no llegaron.
Algunos han venido de las fronteras
y contado que los bárbaros no existen.

¿Y qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros?
Esta gente, al fin y al cabo, era una solución.

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Diego Aretz es un periodista y activista Colombiano, ha sido columnista de medios como Revista Semana, Nodal, El Universal, ha sido jefe de comunicaciones del Festival Internacional de Cine de Cartagena y es el Jefe de Prensa del Festival Internacional de Cine por los Derechos Humanos.

 

 

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